Katya Ortega.
Cuando Sun Tzu, estratega chino del siglo V a. C., escribió El arte de la guerra, dedicó un capítulo entero a remarcar el valor del engaño, la inteligencia y la astucia por encima de la fuerza.
Pero si habláramos de la historia moderna, podríamos decir que Estados Unidos ha reescrito su propia versión, donde lo más importante no es la sutileza, sino la supremacía del poder militar.
Mientras el mundo entero hacía un conteo regresivo de dos semanas para una “posible intervención” estadounidense, hoy, Estados Unidos ha intervenido —¿sorpresivamente?— en una operación relámpago, donde bombarderos B-2 atacaron tres instalaciones nucleares iraníes.
El ataque utilizó bombas anti-búnker GBU-57, diseñadas para perforar instalaciones subterráneas
El objetivo de Washington es desmantelar las capacidades atómicas de Irán y frenar cualquier posibilidad de que alcance el 90 % de enriquecimiento de uranio.
El presidente Trump calificó el ataque como “altamente exitoso”, confirmando que las aeronaves ya han abandonado el espacio aéreo iraní.
Pero, ¿por qué?
La eterna pregunta sobre las intervenciones estadounidenses vuelve a ponerse sobre la mesa.
Primero fue Vietnam, luego Irak y Afganistán: conflictos que comenzaron con una amenaza declarada y terminaron en guerras largas, costosas y sin un final claro.
Hoy, con Irán, la historia se repite: eliminar una amenaza antes de que se vuelva incontrolable. Pero la historia ha enseñado que entrar es fácil… salir es otra guerra en sí misma.
El ataque estadounidense ocurre en plena negociación en Ginebra, donde Europa intentaba frenar el conflicto. Lo que se sabe por ahora es que las delegaciones iraníes han abandonado la mesa de diálogo.
La respuesta oficial fue inmediata: una condena y la amenaza de una respuesta militar “contundente y sin precedentes” por parte de Irán.
La línea roja se ha cruzado. Occidente pasó de espectador a actor bélico, y las consecuencias podrían ser devastadoras.
Sin embargo y aunque el escenario es sumamente alarmante la historia también nos enseña el rumbo de las guerras modernas.
Irán sabe que no puede ganar una guerra “convencional” contra EE. UU., y EE. UU. no está en un momento ni política ni económicamente correcto para otra invasión terrestre.
Históricamente, esto ya ha pasado con:
• Irak (1991–2003): sanciones, bombardeos periódicos y ataques indirectos.
• Siria (2011–presente): múltiples actores, pero sin invasión estadounidense directa.
• Soleimani (2020): EE. UU. ataca, Irán responde con misiles a bases en Irak… sin escalar más.
Con EE. UU. ya en el campo de batalla, con cada bomba lanzada, con cada negociación rota y mientras la diplomacia agoniza bajo el estallar de los misiles, solo queda una frase para cerrar el día:
“God bless America.”
Y que Dios se apiade del resto.
kat.orthern19@gmail.com