Aún estás a tiempo de visitar la exposición «Natividad. Tiempo de celebración» en el Museo de san Carlos.
“Natividad. Tiempo de celebración” expone el significado y la importancia de las representaciones del ciclo de la Natividad entre los siglos XVI y XVII, así como los elementos iconográficos que lo constituyen, a través de un conjunto de piezas.
En esta exposición se puede apreciar cuadros como La anunciación, de Willem van Herp; Adoración de los Reyes, de Gérard Seghrs; y La anunciación y la visitación, de Johann Friedrich Overbeck, entre otras obras que aluden a una de las fechas más emblemáticas de diciembre.
La natividad de Jesús capturó el interés de los pintores y comitentes, pues no solo conmemoraba el nacimiento del hijo de Dios, sino que simbolizaba el inicio de la redención de la humanidad (condenada por el pecado original), la cual se concretaba con la pasión, muerte y resurrección de Cristo: idea en la que se fundamenta la doctrina cristiana.
La anunciación obra pintada en 1653 por Willem van Herp, es un óleo sobre lámina de cobre donde se muestra envuelto con luz celestial al Espíritu Santo, que desciende de Dios para depositar la gracia divina en la Virgen, cuya mano izquierda se posa sobre las Sagradas escrituras ya que estaba orando cuando apareció el arcángel Gabriel.
Dios observa la escena mientras bendice a la Virgen María con su mano derecha y sostiene un orbe en la izquierda, símbolo de su dominio sobre el mundo. También porta una rama de azucenas blancas, símbolo de pureza y castidad.
El arcángel es el encargado de dar los mensajes de Dios a los hombres tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Las rosas sin espinas son símbolo de pureza, de que Jesús ha sido concebido sin pecado; y los claveles evocan la futura pasión de Cristo. En el norte de Europa, la escena transcurre al interior de una habitación, como se menciona en los Evangelios apócrifos.
En la obra Adoración de los pastores (1620), de autor no identificado, se observa que Jesús decide presentarse ante el pueblo humilde durante la misma noche de su nacimiento. Algunas tradiciones sostienen que Jesús nació en una cueva, y otras, que en un establo de Belén. Jesús es quien ilumina la escena, pues él es la luz que disipara las tinieblas del mal.
Los pastores también se asocian con el papel de Jesús en el mundo, quienes después tendrán la tarea de guiar al rebaño (humanidad) por el buen camino. Para celebrar el nacimiento del Mesías, los pastores tocan sus instrumentos y cantan alabanzas.
La obra Adoración de los reyes (1630), de Gérard Seghers, retoma el pasaje bíblico en el que se menciona que eran “unos sabios”; y hasta la Edad Media, se les considera como tres reyes (por la riqueza de sus obsequios) y se les asigna nombre, edad y origen.
Gaspar, representante de Europa y el de mayor edad, es el primero en arrodillarse ante Jesús para ofrecer oro. Melchor, proveniente de Medio Oriente y de mediana edad, espera su turno para entregar incienso, que purifica y ahuyenta el mal.
Desde finales del siglo XV, se representó a Baltasar como un rey africano de color, quien regala mirra, símbolo de la encarnación de Cristo y de su futura muerte. En algunas ocasiones, se representaba a Baltasar con un esclavo de color para enfatizar su origen africano y su estatus social.
“Natividad. Tiempo de celebración” se puede visitar hasta el 2 de febrero en el Museo Nacional de San Carlos, que está ubicado en avenida México-Tenochtitlan 50, colonia Tabacalera, alcaldía Cuauhtémoc. Abierto de martes a domingo de 10:00 a 18:00 h.
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