La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Por ley somos todos iguales, de facto, el calibre nos diferencia
El pasado fin de semana, de gira por Yucatán, el presidente López Obrador planteó lo siguiente: “La administración y operación del Tren la tenemos que definir con tiempo. Estamos pensando que de Tulum hasta Palenque, que son tres tramos del Tren, más el aeropuerto de Tulum, el de Chetumal, de Palenque y el ‘Felipe Ángeles’ de la Ciudad de México, se maneje en una empresa que dependerá de las fuerzas armadas”.
La justificación, es que las utilidades que se obtengan, sean para fortalecer las finanzas de las Fuerzas Armadas y apoyar a pensionados y jubilados del Ejército y la Marina.
El objetivo es loable, pero ¿y los pensionados y jubilados de otras instituciones?
Además, no sólo este sector requiere ayuda, por ejemplo, se podría impulsar a la ciencia, otorgando el control de empresas estatales a universidades públicas. Veamos.
¿Por qué no darle la administración del aeropuerto internacional de la CDMX a la UNAM?
En este mismo sentido, la Universidad Veracruzana podría tener a su cargo el puerto de Veracruz o a las de Campeche y Tabasco, unos pozos petroleros.
Y qué tal si a los médicos del IMSS y del ISSSTE, se les dan en comodato algunos hospitales, para que hagan cooperativas y se ganen un dinero extra.
En fin, habría más sugerencias que hacer. Concluimos, diciendo que, al menos eso de ser ‘hijo de soldado’ cambió de connotación, nos estamos transformando, ni duda cabe.