Por Magdalena García de León
En este momento tenemos, por lo menos, dos versiones completa y totalmente opuestas sobre los primeros 100 días del gobierno de Donald Trump.
La suya que es que hasta el momento todo es de color de rosa, en donde es el gran triunfador, el hombre más cumplido, más trabajador y más efectivo, que no ha dejado de dar resultados diariamente desde que tomó posesión, ya terminó, en su enferma mente, con el Obamacare, ya prohibió el ingreso de los musulmanes a Estados Unidos, ya inició el Muro, ya logró terminar con las Ciudades Santuario, su popularidad es la más alta en la historia, ya nombró a todo su gabinete, ya le aprobó el Congreso los recursos para la construcción de el Muro.
El TLC ya no es injusto para Estados Unidos, como dice él, ya nadie abusa de su país.
Bueno esa es su versión, así se ve a sí mismo y quiere que todos lo veamos así, por eso su pleito cazado con los medios de comunicación que son críticos y que no le dan la razón en todo.
Pero la realidad es otra.
Sus dos intentos por frenar la entrada de musulmanes a territorio estadounidense fueron parados por los jueces.
El programa de salud con el que terminaría con el Obamacare no obtuvo votos suficientes en el Congreso, aun teniendo la mayoría republicana en ambas cámaras, por lo que ya ni siquiera lo presentaron al pleno.
La búsqueda de recursos para financiera el Muro no ha dado resultado. Han propuesto desde que México lo pague, que se retendrán las remesas, que se gravaran con impuesto las remesas, hasta que usarán el dinero de El Chapo Guzmán, pidió al Congreso una partida para pagar, por lo menos, el inicio del Muro, pero no se la concedieron.
Firmo otro de sus acuerdos ejecutivos para que se restrinjan los recursos para las ciudades santuario, esas que no aceptan denunciar a los indocumentados nasa más por su capricho y resulta que otro juez federal lo paró en seco.
Hasta Donald Trump reconoció que le gustaba mas su vida anterior, que es mucho más trabajo del que esperaba, supongo que otra de las cosas que no le gusta es que no puede hacer su voluntad e imponerla a los demás. Aquí los demás poderes tienen fuerza y la ejercen. Dice que no se adapta a tener al servicio secreto a su alrededor todo el tiempo, que quiere hasta manejar.
Va resultando cada vez más parecido a Vicente Fox, quien era realmente feliz como candidato, pero que no le gustó nada ser presidente, aunque ahora quiera y exija que le digan PRESIDENTE, aunque solo sea un expresidente más.