¿Adónde nos arrastran los nuevos acuerdos comerciales y políticos de ultramar? ¿Qué país seremos tras el “beneplácito”, regocijo y celebración de Enrique Peña Nieto por la conclusión del TPP (Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica)? Lo adelanto: a convertirnos en sólo una gran bodega para la chatarra oriental.
En el nuevo diseño estratégico del comercio internacional y las políticas de intercambio de mercancías y dinero, por el que los orientales –China especialmente– se obligan a reducir su agresiva penetración de productos en Occidente…
… frenando las constantes devaluaciones del yuan que les daba una posición siempre competitiva, y reorientando sus productos hacia su mercado interno…
… aunque existen las definiciones de otro tipo de acuerdos que nos arrastran como vagones de locomotora en ese espacio desconocido, impenetrable y confeccionado sólo para grandes apostadores.
Celebra Peña Nieto sin saber por qué doce ministros de comercio exterior –“incluido el de México”– firmaron el Pacto Transpacifico “que reducirá las barreras arancelarias para establecer estándares comunes”, según dicen los boletines estadounidenses, que aquí insertamos a cualquier precio, como aquél que va a una procesión sin saber de qué santo se trata.
Nunca revisan las “letras chiquitas”
¿Dónde habremos oído eso de “reducir los aranceles para lograr mejores oportunidades”? Acertó: la primera vez que firmamos las cláusulas del GATT, y las decenas de veces que nuestros gerifaltes han firmado tratados de libre comercio que sólo han beneficiado a pequeños grupos de testaferros de consorcios transnacionales.
¡Ahh! Pero eso nos hace ser los grandes protagonistas del nuevo mundo, siempre y cuando la gente no se entere de las verdaderas intenciones, de las letras chiquitas, de los deseos expresos de nuestros tan mentados “socios comerciales”, los de la tajada del león.
¿Qué tiene México para exportar a los mercados asiáticos? Otra vez acertó usted: nada. Al contrario, corremos el riesgo inminente de aumentar nuestra bodega para recibir toda la chatarra oriental que ya no podrá ingresar comercialmente a los Estados Unidos.
Igualito que ya sucedió a finales de los ochentas, cuando se empezó a aplicar el GATT, con la única diferencia que entonces fue para favorecer la chatarra proveniente del Pacto de Varsovia, mientras los países de atrás de la “Cortina de Hierro” recibían de Occidente tecnología de punta para que desde sus plantas industriales les exportaran bienes de capital de alta calidad.
Nuestro país, por lo pronto, aceleró su proceso de chatarrización, obligado a no producir industrialmente y sólo poder exportar atún y tomates. Ahora, ni eso. Ya no tenemos productos agropecuarios para consumir, ni dinero para comprarlos. Sólo índices de inflación que reflejan necesidad y hambre.
Siempre nos van a decir que ganamos
La historia es para quien la manipula, o mejor dicho, para quien la usufructúa. Lo único que nos queda en el Acuerdo Trans-Pacifico es continuar como los perros de carnicería: seguir observando los chorizos colgados y lamiéndonos las partes nobles de adelante.
Sí. También, como siempre, continuar viendo en la televisión que impuso a los mequetrefes, las “sesudas” y “filosas” peroratas de los loritos de los noticieros estelares, encuerados como chantajistas, sobornadores y atracadores, en todas las voces y documentos de ciudadanos afectados por su prepotencia. Siempre nos van a decir que ganamos. Insoportable.
Asimismo, continuaremos prendiendo los canales de las estrellas para escuchar las agresiones al sentido común de comentócratas habilitados, que cobran cientos de miles para ofrecernos sus caras de bobos en los horarios de mayor audiencia. Concluirán que los toluqueños se apuntaron un diez en beneficio del pueblo.
Las perennes mentiras de Barack Obama
En el extremo serio de los protagonistas del Trans-Pacifico, un rutilante negrito como Obama, favorecido mayor en política, igual que la candidata de su partido, Hillary, sustentada por los intereses judíos, presume a los cuatro vientos que: “No dejaremos a países como China escribir las reglas de la economía global”.
Obviamente, los analistas serios saben hacia dónde va el abarrote y quién puso el huevo: los grandes grupos transnacionales de la industria y el comercio, los mismos que están desinflando a la Unión Europea con la filtración desleal de los motores diesel de Volkswagen.
Pero el mensaje del negrito basquetbolero está dirigido al grueso del electorado gabacho. A los que, ahora sí, comprobarán que los demócratas están protegiendo su consumo y sus niveles de bienestar. Les perdonarán todas sus mentiras anteriores.
Como las relativas a sus ofrecimientos, frustrados desde antes de nacer, sobre las regulaciones migratorias a favor de los desplazados, sus fallidas enmiendas falaces sobre la materia, el circo prefabricado sobre el levantamiento del bloqueo cubano y la protección desmedida, hasta antes de los acuerdos comerciales, al “tirano sirio Al Assad”, ahora bombardeado por los incondicionales de la OTAN.
A ellos se han sumado los agradecidos rusos, que sueltan las bombas con ferocidad inaudita e inédita, pues saben que dentro de los previos acuerdos comerciales China- EU se inscribió la obligación de reducir la oferta petrolera de los árabes, para que su crudo, del que dependen exclusivamente, suba de valor en el mercado internacional.
Ellos bien, pero ¿nosotros qué?
Todos ellos tienen por qué estar contentos. Se cancela la etapa necia de las parálisis comerciales, se abren los precios de las materias energéticas y se logrará mayor estabilidad y gobierno al interior de sus países sometidos a rankings de vida que se habían vuelto insufribles.
Hasta ahí bien. Pero nosotros, ¿en qué posición quedamos? ¿Por qué en la oficina de prensa de Los Pinos, se avientan la fantasmal volada de pagar la inserción de un boletín ignorante y desquiciado, que ofende el más común de los sentidos? A saber:
“El señor Presidente Enrique Peña Nieto” dijo que “se trata de un acuerdo de vanguardia con el que México fortalece su integración comercial con el mundo”. What?
¿A qué integración se refiere el mexiquense? Ya entregó el petróleo en las subastas demenciales de las rondas energéticas, entregó los territorios inmensos donde se encuentran los yacimientos, entregó las llaves de la casa y los únicos elementos que posibilitaban alguna participación mexicana en los nuevos acuerdos de intercambio.
Ya no producimos y nada hay qué exportar
Los únicos productos “mexicanos” de exportación son los carros que sólo se ensamblan a salarios miserables en el Altiplano. De eso, nada es nuestro. Nunca ha sido, ni será nuestro. Sólo sirve para presumir que aquí se instalan ensambladoras de clase mundial.
Si se piensa en que vamos a exportar arroz, nopales, chiles, tequila, para el consumo oriental, o para el “sushi”, malas noticias. No tenemos y los que hay ya no son nuestros. Están confundiendo la generosa “integración” con la desastrosa “asimilación”. Ya no saben de qué hablan, menos lo que quieren decir. Pero la ignorancia es atrevida.
Los toluqueños ya entregaron las naves
En el Continente Latinoamericano nadie se ha arrojado a festejar con tal regocijo. Ni los peruanos, que creíamos tan torpes, ni los chilenos se han atrevido a esta desmesura. Y ellos sí serán favorecidos por los términos de los acuerdos!
Los toluqueños ya entregaron las naves. Ya nos sentenciaron por toda la eternidad predecible – porque las cláusulas de las rondas petroleras no tienen caducidad para el presente siglo– a continuar siendo una región pastoril, sin posibilidad alguna de palanca de transformación industrial. Destrozaron el sector agropecuario y todas sus cadenas.
Si esto no es un golpe bajo, no sé a qué se le pueda llamar así . No hay descontón más efectivo que una patada entre las piernas ¡o un golpe seco a los bolsillos!
De hoy en adelante, todos los que pretendan “la mano de doña Leonor”, deben saber que los únicos recursos con que contarán para ejercitar los programas de cualquier tipo de gobierno que propongan, deberán ser los provenientes de los tristes impuestos que deban pagar sociedades exhaustas, aniquiladas en su capacidad adquisitiva y fiscal.
Lo único que tenemos es droga, droga, droga
No podrá haber modelos de empleo a base de innovación industrial, porque ya no habrá con qué subsidiar el crecimiento industrial. No podrá haber valiente que se atreva a hacer crecer el mercado interno, porque se acabó.
No podrá crecerse a través del sector servicios y el turismo, porque las divisas pertenecen a grandes holdings que funcionan a base paquetes charters que para el pueblo no arrojan sino empleos mal pagados, sin posibilidad de capacitación para los nativos.
Habrá droga, mucha droga. Tendremos que crear licenciaturas para adictos, inhalantes y borrachos. Uno que otro doctorado y maestrías para halcones, madrinas y burreros. Otras, para capacitar osados que todavía quieran cruzar el río para trabajar como “mojados” en el otro lado.
¿Capacitación? Sí, para guaruras y golpeadores que protejan las espaldas y las mansiones de los procónsules del Imperio. Universidades del toluquismo para cuidar con gran celo a sus favoritos.
¿Los mexicanos? Convertidos en perros guardianes y de presa, para que “el país no les deshaga entre los dedos”.
Este es el modelo de la indignidad y de la entrega.
Índice Flamígero: Advierte la Canacintra –ya despojada del nocivo ca₵icazgo para-oficial de Kahwagi Gastine y de su yerno Marón Manzur– desde una posición nacionalista: En México se prevén impactos en los sectores automotriz, textil, lácteo, farmacéutico, acerero y de alimentos, con el Acuerdo de Asociación Trans-Pacífico. Ejemplificó: tan solo el sector lácteo de nuestro país se podrá ver en jaque por la competitividad de Nueva Zelanda.
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Magistral. Esto es geopolítica en pleno.