Horizonte de los eventos.
El mundo aquel, hoy tan desconocido, que emblemáticamente murió el 09 de noviembre de 1989, a la caída del Muro de Berlín, todos los países europeos prosoviéticos, no tardaron más de diez días en desaparecer: Partidos Comunistas y Estados: eran lo mismo. Sólo en Hungría no era de nombre comunista: el Partido rector: Partido Socialista Obrero Húngaro -indefectiblemente, también desapareció.
Fue una sacudida de todos los regímenes surgidos de la Segunda Guerra Mundial en Europa.
En México, la desaparición del régimen priista, colapsó 16 meses antes, lo que evidencia la “actualidad” sociológica de la sociedad política mexicana -aunque ciertamente, el régimen de la Revolución Mexicana, data de años antes de la Segunda Gran Guerra.
El colapso del régimen priista, el miércoles 6 de julio de 1988, un Estado Social de Derecho de Partido Único, surgido 10 años antes que la Revolución Rusa, con nuestra Constitución Proclamada en 1917, un año antes que la Rusa, ambas hechas posibles por el pueblo, en situación de esclavitud, duraron prácticamente lo mismo: La elección de 1988 dio un golpe deslegitimador al régimen priista, que dibujó claramente su destino fatal, pues, aunque hubo todavía dos sexenios priistas, hasta el 2000, las “concertaceciones” de Salinas con el Jefe Diego, de hecho fueron una novedad en la presidencia priista, que en sí mismas hacen que el régimen fuera ya otro. La URSS desapareció en 1999.
Cabe agregar que el Partido Comunista Mexicano, desapareció en 1988, para dar paso a la candidatura de Cuauhtémoc, pero cito aquí, mi borrachera con Heraclio Zepeda, hacia 1990, cuando le dije: “No mames, entregaron el Partido a Cuauhtémoc” y él, sentado en la cabecera de mi sala, de pronto se paró en seco y tensando sus brazos abiertos, exclamó: “¡Es que el pueblo de México, no quiere el comunismo! -y con voz más ecuánime, agregó- y tenemos qué entenderlo.”
Asimismo, los partidos comunistas del bloque soviético, allá en el Poder, dejaron de existir, sencillamente porque los pueblos que gobernaban no los querían y ya, ni los obedecían.
Es de concluir que el pueblo de México, pese a su pobreza y a nuestro deficiente sistema educativo, tiene una consciencia política tan universal como los pueblos europeos. Y los hechos relacionados, hablan por sí mismos.
A la vez que anuncio para el registro comparativo de los actos colectivos y nacionales mundiales, que indican cambios sustanciales en las formas de organización, nuevos esquemas, regímenes y nuevos Estados, pues puede decirse que si bien fechamos 1910, como el inicio de la Revolución Mexicana.
Es oportuno recordar que alrededor de los mismos años de la Segunda Gran Guerra, el Presidente Cárdenas del Río, imprimiendo reformas constitucionales que no alteraron el sentido del texto original, sino radicalizaron sus pretensiones en todos los ámbitos del país. Y al pilar del Sistema, el Partido que unificó a todas las fuerzas revolucionarias, fundado por Calles, el Jefe Máximo, al ya no serlo, también cambió el nombre de Partido Nacional Revolucionario, a de la Revolución Mexicana y le agregó un Sector más, el Militar, en 1938. Todo simultáneo a lo que pasaba en Europa, aunque con nuestro propio sello.
Estos regímenes, los surgidos en los 20’tes y a partir de 1945, en gracia de la asociación, para regir una sociedad, fueron fundados por la lealtad a los principios asociados, convenidos y promulgados. Se premiaba la lealtad como una de las mayores virtudes y castigaban fuertemente a los que no cumplían con los códigos de lealtad a su militancia de origen. Es absurdo no contemplar, que ya en aquellos años, el trasfuguismo partidista era legal pero muy mal visto, al grado de traición -y a algunos, les mataban, toda vez que la afectación no es del Partido, sino a los Estados Aliados.
Así, para la década de los 50’tas, particularmente en Italia, privaba el chantaje y la conveniencia personal, que es lo que mueve al político a chapulinear, cuando quienes están al frente de los Partidos, la mayoría son corruptos y no hay uno sólo que se oponga y lo impida, pasa eso: el chapulineo para obtener un cargo, y sin exagerar, frecuentemente, ¡a los 15 minutos, chapuliniaba en un nueva coalición!
Lo que significa que el gobierno de donde se iba el chapulín, perdía la mayoría necesaria para hacer el gobierno y por ese chapulín se disolvía y había que convocar elecciones, pero como tarda meses, mientras tanto se designa un gobierno sustituto, en donde no siempre es incluido el chapulín.
No obstante, fue el punto de partida, para que tanto los Congresistas mediterráneos, como los iberoamericanos, fueran conscientes que el Poder iba para otro lado y entonces, simplemente cambiaron de escaño, al lugar de otro Partido. Pero esta inercia ES LO GRAVE DEL ASUNTO, porque pese a que el sistema puede sobrevivir, aunque cada vez más desprestigiado: Como los diputados actúan así no sólo en el Congreso, lo hacen en todos los eventos, grupos y organizaciones sociales en los que participan, y siguen influyendo con su poder, que frecuentemente es el más poderoso, en imponer esas reglas que fomentan vicio público y corrupción social.
Así, podemos afirmar que la ciudadanía no es la que dispersa el voto, sino que tampoco puede tener claro qué ofrece cada partido, precisamente porque los trásfugas son los que llevan la información a los contendientes o a los enemigos. Los trásfugas desorientan al electorado, que por ello, no puede calcular a dónde va ningún proyecto. Y que debería ser penado.
Puedo concluir que genéricamente, los representantes que cambian de Partido, son gente perdida en el espectro político. Sin legado, sin discurso propio, sin liderazgo, ni estudiantil, ni líder de alguna empresa o agrupación. Y aun tratándose de sabios demagogos, como Porfirio Muñoz Ledo y Lazo de la Vega: sin congruencia ni consciencia política.
¡Qué mejor ejemplo de trasfuguismo partidista, que el espectáculo que hemos presenciado en los anteriores 4 años!
El trasfuguismo político partidista, normalmente se da de un Partido a otro. En el caso de Zedillo, los priistas trajeron a un ajeno, de la misma forma que Mejía y Miramón trajeron a un extranjero a gobernar México. Y esa es la mejor prueba de que el PRI no conserva ya, la herencia del legado histórico de nuestras luchas.
En consecuencia, dos fenómenos destacaron en el comportamiento y conocimiento sociológico mexicano: el trasfuguista y los seguidores de este, en 10 años, ya habían votado, siguiendo a su candidato, por cuatro partidos, y el cuerpo político electoral mexicano, terminó desorientado y confundido en los valores que no tiene y los antivalores que ni siquiera debemos practicar ¡1 por elección!
Ello bien puede sintetizarse como que el torturador y el torturado, viajan juntos en la caja de un pick up, agarrados del roll bar, muy sonrientes (Mario Delgado y Chucho Zambrano): y esa, es la vergüenza y el fracaso nacional.