Palabra de Antígona
• El futuro es incierto y difícil: debemos organizar la resistencia
• La lucha que sigue es para que el gobierno federal haga suya una política de género
Sara Lovera
SemMéxico, 11 febrero 2019.- La concepción de lo que somos los hombres y las mujeres en la sociedad patriarcal/capitalista, es una donde, sabemos, las mujeres somos consideradas como adicionales, complementarias, subordinadas y sobre todo madres.
Yo creo que esa es la base de sustentación del nuevo régimen respecto a un poco más de la mitad de la población. Ha hecho mella esa ideología que pulula en la educación, los medios de comunicación como la televisión y también, ahora, en las redes sociales que llegan a millones de personas; la que dice que divorciarse es atentar contra la base de la sociedad –divorcio logrado en 1915- , ello contra la realidad actual, donde las mujeres hemos ganado el espacio público, tras poco más de 200 años de batalla. Hay quienes suponen que el papel de madre es inamovible.
Es esa ideología la que priva del presidente de la República hacia abajo. Si alguien con sano juicio le pregunta a él y a sus colaboradores y colaboradoras más cercanas, lo “natural” es que las mujeres sean concebidas, a un tiempo, la base de la familia, las sentimentales, capaces de dar su vida por salvar a sus hijos, en contradicción con las funcionarias que hacen casi el 50 por ciento en el gabinete; nos piensan como no ciudadanas, ni modernas, ni ocupadas. Puede parecerles inconcebible que nosotras deseamos nuestra propia vida, puesto que nuestra máxima realización se funda en el cuidado de la prole.
Cuando Andrés López Obrador llegó al gobierno de la ciudad de México, siempre, sinceramente dolido por las y los pobres, las y los viejos, lo primero que eliminó del gobierno fue un primer y grandioso programa de estimulación temprana para niños y niñas que bien había creado en el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas la defensora de los derechos sociales y humanos Clara Jusidman; también quitó del presupuesto las tareas de difusión de los Centros de Apoyo a las Mujeres, que consideró insustanciales, cuando eran estas tareas básicas para informar a las mujeres sobre sus derechos, y cuando se le planteó el derecho a interrumpir un embarazo, le pareció inaceptable y vetó la ley.
Es como cuando me mandó llamar Carmen Lira, ya en 1997 directora del diario La Jornada, a quien parecía insustancial publicar el suplemento feminista DobleJornada habiendo tantas necesidades en las mujeres del pueblo, mientras nosotras escribíamos, por ejemplo, sobre el derecho a la libre opción sexual, la libertad o la subjetividad de las mujeres, los intentos por ampliar la ciudadanía o las claves de desarrollo individual.
Yo entonces pensé. Esta mujer, una gran y profesional periodista, no me tenía mala fe, cuando me planteó desaparecer el suplemento, no, simplemente creía que todo el feminismo resultaba insustancial e innecesario. Pienso que eso es lo que priva en la mentalidad del Secretario de Hacienda, quien efectivamente piensa que niñas y niños están mucho mejor cuidados por sus abuelas, mucho mejor que en manos de las horrendas, distantes, no familiares, maestras, puericultoras, psicólogas y personal preocupado por el desarrollo motor e intelectual de niños y niñas, población considerada como la llamada al futuro y el desarrollo del país.
Pienso que honestamente se cree que no hay más emoción y felicidad para nosotras en el 5º, 6º o 7º piso de nuestras vidas que amar y cuidar a nuestros nietos y nietas. Ni se les ocurre que las estadísticas no tienen ideología y ni se les ocurre pensar cómo las niñas y niños cuidados por las abuelas (51.2 por ciento) están frente a varios peligros, entre otros el recibir enseñanzas añejas y probabilidad de abusos de todo tipo, los sexuales incluidos. Y, por otra parte, que se deja a las mujeres la tarea de cuidados impidiendo su pleno desarrollo.
El Estado Mexicano, a través del tiempo ha tenido bien claro que hay que asegurar el derecho de niñas y niños a aprender y desarrollarse, pero la falta de recursos y también la ideología traslada esa responsabilidad, solo a las mujeres. Sin embargo, los esfuerzos para contar con manos liberadas para la construcción de ese sistema, ahora tan fustigado por la 4T, ha debido tratar de que niños y niñas sean responsabilidad del Estado y para las mujeres sus derechos.
Esto fue, pero el presidente de la República no estudio ese capítulo de la historia, decía, esto fue un propósito de uno de los próceres que tanto admira. El general Lázaro Cárdenas, creó un sistema para atender, desde el Estado a la nueva ciudadanía, de la casa cuna al internado en el Instituto Politécnico Nacional. En los años 30, imagínenlo solo un instante, se crearon en la ciudad de México 52 guarderías para madres trabajadoras, esas sin seguridad social y Cárdenas escuchó las demandas del Frente Pro Derechos de la Mujer (1935); luego para las locatarias de los mercados públicos que debían estar liberadas; enseguida se crearon las estancias infantiles en las dependencias del gobierno federal, la primera, por cierto, la más antigua y buena, en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Doña María Lavalle Urbina, al hacerse cargo del Registro Civil, abrió una estancia y cuando gobernó México Luis Echeverría se crearon las primeras guarderías y preprimarias con horario extendido y se reanimó un antiguo programa de la época de Porfirio Díaz, las casas amigas de la obrera, para que las madres pudieran trabajar sin demasiada preocupación, porque sus hijos en primaria eran cuidados por maestros y maestras en horarios de la tarde, para que fueran acompañadas y acompañados en sus tareas y, además, entrenados en juegos y programas de integración social. Ellas que ya tenían ciudadanía, estaban incorporándose masivamente a la producción y la vida autónoma. Ya sabemos que eso está incompleto y tiene muchos pendientes.
¿Era suficiente? No, para nada, tanto que cifras del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) afirma que, solamente el 10 por ciento de la población infantil de cero a cinco años, asiste a una estancia. También en otro tiempo se ampliaron los horarios en las estancias del IMSS y se crearon algunas llamadas de cooperación, donde participaban las familias o los empresarios, para horarios especiales, tanto que las periodistas tuvimos una, con un patronato en el que cooperaron nuestros patrones. El diario del Estado, El Nacional aportó recursos vastos, igual que otros patrones de medios de comunicación, etcétera.
Hubo una ley, no cumplida y evadida por los patrones, que los hacía responsables de abrir una estancia, cuando tuvieran en sus empresas al menos 20 mujeres. Eso cambió en la época de Luis Echeverría, quitando esa responsabilidad y ampliando las estancias en tamaño, número y horario en el IMSS.
En fin, el tema es que el equipo de AMLO cree que hoy esas estancias, a las que recortó el presupuesto, son obra de la mafia del poder que intenta arrancar a los hijos de sus madres o simplemente hace negocio. Que mal. No tienen idea de lo que significa que el cuidado hasta el 70 por ciento en manos de las mujeres, se hace precisamente todo lo contrario de lo que ha sido un deseo, precariamente avanzado, pero supremamente importante, para ellas, nosotras y para los derechos de niñas y niños.
Muy mal que, de un caso o varios, no dudo que existan, se generalice. ¿Por qué? porque en el fondo y la superficie, cuidar a las criaturas, es un asunto de mujeres, para eso están, se dirá, para cuidar a su prole, obviando la contribución económica del cuidado que está calculado como en 22 por ciento del Producto Interno Bruto, eso solo es absolutamente injusto, ese trabajo nadie lo paga y es risible que se pueda entender que se pagará con mil 600 pesos cada dos meses, que eso no le resuelve nada a nadie y en cambio el mensaje es claro, son ellas las que tienen la obligación.
Lamentablemente así apareció abiertamente la idea que este régimen tiene de lo que somos las mujeres; hemos peleado y en algunos casos logrado, que también los hombres “solos” tengan este derecho; no hay una concepción del valor social, político y económico del trabajo de las mujeres, mucho menos de su desarrollo, libertad y autonomía.
Solo así me explico tamaña barbaridad. En un nuevo régimen que busca la justicia y resolver la desigualdad, no entiendo de dónde salió esta atrocidad, incluso, apuntalada o en silencio de muchas correligionarias que han invertido tiempo, ideas, tareas, por reivindicar a las mujeres como seres humanos completos, capaces, parte del futuro desarrollo. Quienes militan en la 4T.
También, esa ideología, esa sí conservadora, es la que mantiene sin interés crear la política de género, porque se ha disminuido en resumen todos los recursos para empujar el desarrollo de la mitad de la población, el aumento en el presupuesto, que es una fantasía cuando más del 50 por ciento se destinará a para las mujeres y hombres mayores; el desprecio a escuchar qué se espera de la política de género también; la falta de políticas públicas con perspectiva de igualdad entre hombres y mujeres, en la 4T, no es un asunto prioritario, en un país calificado dentro y fuera de sus fronteras, como altamente peligroso para las mujeres, donde campea la discriminación, el maltrato, la violencia feminicida y los asesinatos de mujeres, solo por ser mujeres, seres adicionales y disminuidos, oprimidos y desvalorizados.
¿La impunidad? para la violencia feminicida es otro rasgo funesto de la visión patriarcal/capitalista que no está en el radar del nuevo régimen que pretenderá combatir esa violencia únicamente por la vía policial y no por la vía del fortalecimiento de la autonomía femenina y la lucha interminable para el cambio de mentalidades. El mensaje es tremendo e injusto, contrario a los afanes de una población encantada con el evangelio cotidiano de nuestro señor presidente de la República.
La única manera de evitar la vuelta atrás es que nos organicemos en resistencia, para defender lo que hemos ganado y tenemos en las leyes y las instituciones, todas perfectibles y ojalá libres de la corrupción, el nepotismo y la estulticia, pero firmes en sus propósitos.
Lo que vemos ahora es ideología patriarcal pura, sin temor a equivocarme. Grave que sea apenas al principio. Temo por el futuro del Instituto Nacional de las Mujeres, temo por todo el andamiaje construido por instituciones feministas e instituciones del gobierno; me da horror que antes de haber conseguido reconocimiento para las mujeres, hoy caminemos en sentido contrario. Horror de volver al pasado caudillezco, autoritario y violento. Veremos.
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