RODOLFO VILLARREAL RÍOS
Es de todos conocido que la aspiración máxima de aquel que se va es dejar en su lugar alguien que, por lo menos, le cubra las espaldas y continúe con su obra.
En realidad, lo que más desea es poder convertirse en el poder tras el trono, pero hay que guardar las apariencias. Eso ha sucedido a lo largo de los tiempos.
Cuando llega el momento de las decisiones, no todos quedan contentos, siempre existirá quien se muestra inconforme con el fallo. Lo que los hace distintos es como se enfrenta ese momento.
Algunos optan por el silencio y marchan hacia el ostracismo, otros están dispuestos a recoger las migajas que les arrojen, mientras que son escasos quienes deciden oponerse abiertamente. Hoy, al observar como la indecisión hace presa de quien no está de acuerdo con la decisión, no pudimos sustraernos a recordar otra inconformidad ocurrida hace ya algún tiempo.
Claro que, entonces, la estatura de los dos personajes involucrados en la discrepancia era de alturas muy por encima de lo que hoy vemos, de un lado estaba el único general invicto de la Revolución Mexicana, Álvaro Obregón Salido y del otro el Estadista Venustiano Carranza Garza. En esas cavilaciones andábamos cuando, en medio de la revisión de los archivos, se nos presentó un libro, publicado en 1921, bajo el título “Sonora y Carranza”.
El volumen en cuestión fue escrito por el político y periodista sonorense Clodoveo Valenzuela y el, también, periodista de origen costarricense, Amado Chaverri Matamoros. A lo largo de 522 páginas, lo mismo se narra, y exhiben documentos, acerca de cómo la trinca sonorense, De La Huerta Marcor, Elías Calles Campuzano y Obregón Salido, se manifiestan en contra de la decisión del Estadista Carranza Garza quien se empeñaba en dejar como sucesor a Bonillas Fraijo.
Para entonces, don Venustiano había olvidado la promesa que les hizo años antes al mismo Obregón y a González Garza referente a que su sucesor sería cualquiera de los dos. Mientras que las aspiraciones de este ultimo se fueron deshaciendo, en el caso de Obregón Salido iban hacia arriba.
El sonorense no iba a someterse por disciplina pura. Estaba convencido de que sus acciones y personalidad le alcanzaban para poder sustituir a don Venustiano y continuar su obra sin necesidad de convertirse en títere. El coahuilense, sin embargo, era poseído por la testarudez que le caracterizaba y que, en otras ocasiones, le había dado resultados excelentes.
Por razones que este escribidor, por más que ha leído y analizado, no termina de entender, don Venustiano tenía la idea fija de que su sucesor debería de apellidarse Bonillas Fraijo. A pesar de esto, Obregón buscó comportarse dentro de los cauces institucionales y buscar la candidatura sin romper con el Estadista Carranza Garza. En ese contexto, dentro del libro mencionado líneas arriba nos encontramos el texto de tres discursos que Obregón pronunciara a principios de 1920.
El primero fue expuesto, el 6 de febrero, en el Teatro Morelos ubicado en Aguascalientes. En su parte inicial, Obregón exponía su incredulidad respecto a que unos panfletos atribuidos a la Iglesia Católica hubieran sido generados por esta. Era un guiño para tratar de mantener la fiesta en paz con quienes no le profesaban el mínimo cariño, pero estaba en campaña y no era el momento de enfrentarse a esa organización. Sin embargo, ese no era el caso con quienes desde el gobierno torpedeaban su candidatura.
Hacia ellos sí tenia palabras frontales al momento en que les indicaba que “desde que se inició este movimiento político chocaron dos clases de intereses: los intereses materiales y los intereses morales; un grupo de hombres que se ha congregado alrededor del Poder Público ocupando puestos elevados, encaminó todos sus esfuerzos a satisfacer sus ambiciones acumulando riquezas, y se acostumbró a una vida que no podría perpetuarse en esos puestos; y cuando el pueblo iniciaba un movimiento democrático para designar un representante que recibiera el Poder, los hombres de aquel grupo creyeron que el pueblo de la República les daría su confianza y los dejaría en el Poder.
Quisieron llegar hasta el pueblo y este los rechaz6 porque no habían cumplido fielmente la misión que se les había confiado, pues en vez de cuidar de la moralidad administrativa y de dignificar a la Patria, dedicaron sus esfuerzos a improvisar fortunas.
Entonces desenvainaron su espada y formaron guardia alrededor de sus egoístas intereses, pretendiendo seguir adheridos al presupuesto, disfrutando de todas las ventajas que éste ofrece a los hombres poco escrupulosos; y cuando se desengañaron que el pueblo trabajador no estaba con ellos, tendieron una mirada hacia los capitalistas, hacia los hombres de negocios, pidiéndoles su complicidad para continuar en el Poder, ofreciéndoles, en cambio de esa complicidad, muchas ventajas.”
Al tiempo que descalificaba a quienes conocía de primera mano, Obregón decidió lanzar un guiño a los hombres de negocios. No desconocía esos rumbos, antes de meterse a “la bola”, él fue un agricultor muy exitoso cultivador de garbanzo el cual exportaba a los EUA y para cuya cosecha inventó una maquina recolectora.
Por ello, mencionaba que esos hombres de negocios, en su gran mayoría honorables, les contestaron: “NOSOTROS NO PODEMOS EXPONER NUESTRAS PERSONAS Y NUESTROS INTERESES A LAS IRAS DEL PUEBLO; NOSOTROS ADIVINAMOS LAS INTENCIONES DE USTEDES PRETENDEN USTEDES VIOLAR EL VOTO POPULAR CON LA COMPLICIDAD DE NOSOTROS Y SI TAL HACEN, EL ORDEN PUEDE INTERRUMPIRSE Y NO QUEREMOS, EN ESE CASO, RESPONDER CON NUESTRAS CABEZAS Y NUESTROS CAPITALES A LAS VENGANZAS DEL. PUEBLO. NUESTROS CAPITALES ESTAN AMASADOS CON NUESTROS ESFUERZOS Y NUESTRAS INTELIGENCIAS, Y NO NECESITAMOS DE LA COMPLICIDAD PARA DEFENDERLOS. SU MEJOR DEFENSA ES LA LEY Y LA LEY ES LA BANDERA DE OBREGON”. [Las mayúsculas son del texto original] ya en plena carrera por atraerse adeptos, Obregón apuntó hacia el sector político.
A sus integrantes, les reconoció que cuando invitaron a “los Gobernadores de los Estados a reunirse en la capital de la Republica para deliberar sobre la manera de seguir conservando el Poder, lejos de devolvérselo al pueblo para que éste lo deposite en manos que le merezcan más confianza. Por fortuna, ha habido hombres como el Gobernador de Zacatecas y como el Gobernador de Michoacán, que han tenido un gesto que mucho honra a sus Estados y a la época en que vivimos, rechazando de plano la insidiosa invitación; ha habido otros Gobernadores que, bajo distintos pretextos, se han- abstenido de concurrir a la famosa reuni6n y, finalmente otros que, aunque han obsequiado esa invitación, es seguro, por sus antecedentes de rectitud y firmeza de principios, que no se prestar6n para una farsa.”
Ante las argucias y trampas que algunos tendían para conservar su parcela de poder, Obregón Salido les espetaba que “, nosotros, los soñadores del ideal, seguimos buscando el apoyo del pueblo para ver si logramos formar un Gobierno a base de democracia y no a base de dictadura o de chanchullo, porque sabemos -que es el pueblo el único factor y el único apoyo que debe buscarse para tales prop6sitos, que es su soberana voluntad la que ha de decidir de sus propios destinos; y son nuestros enemigos quienes, en su despecho, cuando han encontrado un vacío a su alrededor, cuando el pueblo les ha negado su confianza, cuando los hombres de capital se han negado a secundarles, acuden al insulto y a la diatriba, armas éstas que reflejan la impotencia.”
Dado que, entonces, no faltaba el vocero oficialista, de esos que ya no existen, el sonorense clamaba: “Aquí traigo en la mano… este papel que algunos llaman peri6dico, “El Demócrata, “que en uno de sus editoriales dice: “las chusmas desordenadas e ignaras que asisten a las manifestaciones públicas del obregonismo.” ¡ved como se gasta el dinero de la Naci6n en insultar al pueblo! las chusmas desordenadas e ignaras son, según este papel, los aquí reunidos., ¿Pueden esos hombres, por ese camino, recobrar el cariño y la confianza que el pueblo les ha retirado? Yo creo que no”. A esas alturas, Obregón trataba de continuar la relación con el Estadista Carranza con quien podía tener diferencias a la hora de la selección, pero con el cual compartía los mismos principios ideológicos-políticos.
En ese contexto, indicaba que: “Un nuevo escollo queda todavía a nuestros enemigos: en estos momentos tratan de influenciar al actual jefe del Poder Ejecutivo para obtener su complicidad. Pero estoy seguro, enteramente seguro, de que no lo obtendrán. El actual jefe del Poder Ejecutivo fué quien encabez6 un movimiento libertario llevando como principio básico la efectividad del sufragio; y el mismo Primer Mandatario, deseando que la contienda política se desarrolle dentro del orden más absoluto, ha tratado de que el Ejército sea sustraído de la campaña política y ha postergado a muchos altos jefes militares, muy honorables, por el solo hecho de suponerles simpatías por determinado candidato; y ya con ese precedente no podría el jefe del Poder Ejecutivo, para ser consecuente con sus propios actos, siendo de hecho el jefe nato del Ejército Nacional, presidir un grupo de políticos y tomar parte en la campaña electoral como un factor, como un líder político. Es, pues, absolutamente seguro que los intentos de ese grupo fracasarán, mejor dicho, ya han fracasado”.
En otra parte del discurso, el vencedor de Villa apelaba al pueblo en general ya que es el único que tiene “el derecho de elegir sus mandatarios, ya que sinceramente creo que nos hemos librado de la imposición, porque el grupo que trataba de hacerla no ha encontrado el apoyo de la complicidad para llevarla al terreno de los hechos. Sentado el precedente de que es el pueblo quien debe elegir sus mandatarios, yo quisiera que los habitantes de esta ciudad invitaran a venir aquí a los otros candidatos para que en esta tribuna cada uno expusiera sus ideas y dieran cuenta de su pasado, porque es muy fácil improvisar programas y hacer promesas y decir que las necesidades de la humanidad desaparecerán el día que lleguen al Poder.” En ese tenor habría de continuar su gira proselitista.
La noche del 2 de marzo, en Saltillo, habría de mencionar: “Nosotros venimos por el camino del sacrificio, por el camino del ideal, por esa cuesta arriba que conduce a los pueblos a la cima de sus libertades. Y queremos que el pueblo se libre para siempre de las tutelas oficiales que a la hora del sufragio resultan burlas sangrientas”. Acto seguido, realizó un repaso histórico mediante el cual buscó dejar claro que nada tenia en contra de Coahuila o de los coahuilenses, en especial en contra del Estadista Carranza Garza.
Indicó que: “Están muy frescos todavía los hechos que nuestra Historia ha recogido de la actuaci6n del pueblo de Coahuila en la lucha libertaria que se ha venido sosteniendo desde 1910. La gallarda figura de aquel ilustre hijo de Coahuila que la Historia ha bautizado con el nombre de Ap6stol de la Democracia, vive grabada en nuestros corazones con caracteres de gratitud.
Fue ese hijo de Coahuila el que sentó en nuestra patria el glorioso precedente de que un gobierno espurio, emanado de la violencia y el fraude no debe ser aceptado por los quince millones de habitantes de la República’, aun cuando un Congreso, bajo la acción del apático o de la complicidad, le dé su sanción legal…Cuando el cuartelazo de la Ciudadela acabó con los supremos mandatarios de la Nación, fueron el Congreso de Coahuila y su gobernante, ciudadano Venustiano Carranza, quienes desconocieron al Gobierno emanado de la violencia no obstante de que el llamado Gobierno de Victoriano Huerta había recibido la sanción legal de las Cámaras Federales; y no conforme el Gobernador de Coahuila, ciudadano Venustiano Carranza, con desconocer al Ejecutivo Federal que trataba de cubrirse con el manto de la legalidad, desconoció a los tres Poderes, condenando a muerte a los hombres que lo integraban, sometiéndolos, en un memorable Decreto, bajo la arción de la Ley de 25 de enero de 1872”. Un mes después volvería dirigirse a los coahuilenses, esa vez a los nigropetenses.
Antes de reproducir las palabras del general Obregón, hemos a de apuntar que lo haremos conscientes de al efectuarlo podríamos desatar la ira de los guardianes, asumidos en propietarios sacrosantos, de la historia del pueblo, Piedras Negras, Coahuila, para quienes representa un sacrilegio que alguien más, quien no pertenezca a su cofradía, aborde temas relacionados con ese lugar. Por aquellos rumbos, el nueve de marzo de 1920, el aspirante presidencial reconocía haber sido “recibido con tantas demostraciones de simpatía y adhesi6n…” que lo obligaban a explicarle a los habitantes del lugar “cuáles han sido los principales motivos que nos han impulsado para lanzarnos a esta lucha”.
“El primero ha sido la necesidad que tenemos de recoger los frutos de la Revoluci6n que por diez años ha ensangrentado nuestra patria, frutos que están a punto de perderse porque algunos de los que ayer enarbolaron la bandera revolucionaria, al descubrir que de su espada podía hacerse una vara de virtud para acumular riquezas y poder, se han divorciado del pueblo y olvidado de las promesas que a éste le hicieron para arrastrarlo a la guerra; y es necesario, para que los frutos de esa Revoluci6n sean recogidos, entre los que figura muy preferentemente la Efectividad del Sufragio, que los ciudadanos independientes y los revolucionarios que no se han contaminado con la vanidad del Poder ni con el oro de la Naci6n, se agrupen como un solo hombre reclamando el derecho del voto y depositen este en favor del candidato que mayores garantías les ofrezca.
Si nosotros no logramos que el principio de Sufragio Efectivo sea un hecho, no podremos implantar los demás principios: porque seguiremos dejando a, los hombres del Poder la tarea de nombrar sus sucesores y ellos procurarán nombrar al que está de acuerdo con sus intereses y sus tendencias y no con los intereses y tendencias de la colectividad. En cambio, si logramos realizar ese ideal, cuando hayamos conseguido que no haya más mandatarios en la República que los que sean electos por la voluntad popular, habremos establecido el eje alrededor del cual podían desarrollarse los demás problemas.”
“E1 principio del voto está en peligro, y es por eso por lo que necesitamos de un esfuerzo para salvarlo, y está en peligro, …porque ese grupo de hombres que necesita conservar el poder para fomentar sus riquezas y su propia vanidad ha improvisado una “mascarada política” para imponer un candidato oficial en una forma que bien podría haber pasado inadvertida para el pueblo, si no fuera que se escucha tan recio la voz del “Apuntador.”
Este es uno de los problemas básicos que nos proponemos resolver los hombres que, desoyendo la voz de las tentaciones, los que, cerrando los oídos a las calumnias y a los amagos, tratamos de salvar este principio que fue el mismo que nos llevó a la lucha armada en donde lo rubricaron con su sangre millares de mexicanos. El otro problema es de carácter social.
Si logramos resolver el problema de la efectividad del sufragio, y que no haya más autoridades que las emanadas del voto popular, y si ese voto me favorece para ocupar la primera magistratura del país, procurare buscar el mejor equilibrio econ6mico entre todas las clases sociales. Nosotros sabemos, desde hace mucho, que México es uno de los países más ricos de la tierra, -sabemos que es uno de los países que tiene menos habitantes-y sabemos, dolorosamente, que es uno de los países que tiene más analfabetos y más seres miserables.” Tenía bien claro que los objetivos sociales de la Revolución estaban muy lejos de alcanzarse. Podía utilizar la excusa que apenas hacía tres años que la paz prevalecía, pero no era el caso.
Reconocía como “todos los días presenciamos el doloroso espectáculo. lo de que nuestros trabajadores, al no encontrar el pan para sus hijos dentro del territorio nacional, se enganchan formando caravanas de miseria y atraviesan nuestras fronteras en busca de pan con patronos que no los respetan ni los estiman.
Esto no valdría nada si la miseria la soportáramos por igual; la equidad es siempre un consuelo; pero vemos, en cambio, c6mo un solo grupo, un solo grupo que se prepara a la campaña política, dice en voz alta, por boca de sus propagandistas, que tiene cinco o diez millones de pesos para regarlos a la hora de las elecciones y obtener el triunfo.
¡Cuanto mejor sería que ese dinero se gastara en proporcionar trabajo y pan a esas caravanas de jornaleros que abandonan constantemente el país!” Para q el presidente de la república del futuro no era motivo de orgullo, como lo es para otros del presente actual y reciente, el que los paisanos tengan que largarse a otros lados en busca de loas oportunidades que su país le niega. En aquellos tiempos, se buscaba el cargo para asumir responsabilidades, no para buscar culpar a otros de las ineficiencias propias.
Mientras lanzaba una crítica a quien se encargaba de las finanzas nacionales, sin mencionar su nombre, recalcaba que “nuestro país, desgraciadamente, tiene perdido en lo absoluto, óigase bien-EN LO ABSOLUTO-, el crédito en el exterior y en el interior;…” En ese contexto, volvía a realizar un guiño a los hombres de negocios locales y foráneos al mencionar que: “es por eso por lo que muchas negociaciones cierran sus puertas, que muchos capitales se encierra dentro de sus cajas y los trabajadores tienen que volver sus ojos hacía otros países en donde el capital encuentre mayores garantías.
Nosotros anhelamos, pues, establecer un principio de equidad en nuestra patria, esforzándonos por consolidar nuestro crédito dentro y fuera de la Nación, dando garantías a todos los hombres de empresa, a todos los hombres que quieran cooperar con su capital al desarrollo de las riquezas nacionales, para que éstos obtengan la utilidad que les corresponda y los braceros disfruten de un salario que les permita vivir con holgura. Esos son los dos anhelos primordiales que nos han animado en la contienda…”
“Nuestros enemigos-ya lo dijeron los compañeros-, usan armas propias de ellos. Yo quisiera que ahora que inauguramos el periodo de democracia, siguieran ellos procedimientos mis llanos, más francos; yo quisiera que subieran hasta esta tribuna y le dijeran al pueblo cuáles son los problemas que ellos anhelan resolver en esta lucha.
Probablemente vengan ellos hablando del problema agrario, después de haber acaparado para si las mejores haciendas de las zonas en donde han operado. Probablemente vengan ellos hablando del empeño que pondrían para impulsar las industrias, después de haber destruido mucha maquinaria destinada a la industria, para venderla como fierro viejo. Probablemente vengan hablando de moralizar el ejército, después de haber elevado la traición a la categoría de estrategia militar…”
No había duda, Obregón buscaba a toda costa no romper con el Estadista Carranza Garza. Trataba de colocar la culpa de los impedimentos a su candidatura en el grupo que rodeaba al coahuilense. Casi podríamos decir que en contra de él nada tenía. Nadie puede negar que se trataba de una relación biunívoca, el éxito de uno y otro surgía de la relación que mantuvieron mientras cada uno desempeñaba el papel que tenía asignado. Todos sabemos como terminó aquello, la rebelión de Agua Prieta, la huida en el ferrocarril y el crimen de Tlaxcalantongo fueron eventos que nunca debieron de suceder.
La trinca sonorense era el producto más acabado del modelo que el coahuilense había diseñado. Prueba de ello fue que, a pesar de esos sucesos, De La Huerta Marcor, Obregón Salido y Elías Calles Campuzano gobernaron conforme a las directrices establecidas por el Estadista Carranza Garza quien cometió el error de encapricharse en sacar la candidatura de, Bonillas Fraijo quien, sin el mínimo de carisma y relación con las bases de aquel entonces, hacia honor al apodo que le endilgaron: Flor de Té:
“Nadie sabe de dónde ha venido, Ni cuál es su nombre, ni a dónde nació…”
Aquel era un precandidato inconforme que no se fue a su casa a rumiar no haber sido seleccionado. Por el contrario, tomó camino y se puso a recorrer el país para mostrar de que estaba hecho. Claro que el inconforme se llamaba Álvaro, general de a deveras, forjado en medio del olor a pólvora y el testarudo respondía al nombre de Venustiano, de oficio Estadista, quien fue capaz de poner orden a un sinfín quienes se creían tanto o más capaces que él para gobernar al país. Cometió error de olvidar que la trinca sonorense estaba integrada por sus alumnos más sobresalientes. vimarisch53@hotmail.com
Añadido (23.39.163) La honestidad y asuntos similares no se determinan en función del género. Eso es algo que se adquiere en casa vía la educación.
Añadido (23.39.164) Una pregunta que no podemos apartarnos de la cabeza es: ¿Podrá alguna dama mexicana sentirse identificada con esa tercia de ciudadanas quienes se pasan los días tratando de demostrar que no han incurrido en plagio mientras enfrente tienen documentos que las exhiben?