KAIROS
Francisco Montfort
Para Elia que protege los otoños. Para Lía que florece en primavera.
Las conferencias mañaneras del señor López se han convertido en el acto político más repugnante. Representan todo lo que la política tiene de abominable: el ejercicio desnudo del poder, la hipocresía, las mentiras cínicas, el desprecio sobre los gobernados.
El señor López se autonombró ministerio público en el caso de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. Ahora se convirtió en juez en el caso de denuncia política en contra de la señora Casar. Aunque debido a su protagonismo, el señor López aparece siempre como la víctima en estos y todas las mañanas sin importar el tema que trate.
El señor López ha convertido sus conferencias en una parodia del exitoso programa cubano La Tremenda Corte. Sólo que el nefando presidente juega todos los papeles: El Tremendo Juez; El Secretario (voz joven); El Secretario (voz de viejo); y el rol estelar de José Candelario Tres Patines, siempre responsable de un problema, siempre exitosamente auto inocente; a la señorita Vilchis le corresponde el papel de Luz María Nananina; sus patiños hacen la vez de Rudecindo Caldeiro y Escobiña.
Es muy grave que el máximo poder ejecutivo se convierta en falso poder judicial, porque la impartición de justicia se convierte en espectáculo, lleva a la guillotina a los acusados, que quedan indefensos ante los ataques del presidente.
Este remedio de parodia sería siempre cómico si no representara la degradación de la política que se extiende por todos los vasos comunicantes hacia el entramado institucional del Estado. Los dichos y hechos del señor López se convierten en el meollo del diálogo público y del accionar de los órganos de gobierno.
Esta degradación viene de la mano con la acumulación de problemas no resueltos a lo largo de todo su gobierno. Los grandes problemas nacionales no tan sólo no fueron resueltos o disminuyeron, sino que, además, por impericia y estupidez supina, en algunos casos fueron profundizados y, en el colmo, aparecieron nuevos y graves problemas.
Los problemas de los sectores educativo, de salud y de seguridad y energético por nombrar únicamente cuatro de los principales, han causado un daño sin precedentes a la república y es precisamente en las mañaneras en donde son defendidos los estrepitosos fracasos de este gobierno y en donde Tres Patines pasa de victimario a víctima.
Decir diariamente que el presidente y su gobierno son las víctimas de enemigos poderosos distorsiona la realidad que alimenta a sus seguidores, pero sobre todo desconcierta a quienes buscan enterarse de la marcha de la república: la mentira entronizada como verdad pública.
Este diario ejercicio ha sido puesto al servicio de la señora Sheinbaum. La Tremenda Corte y su estrella Tres Patines no han dejado de estelarizar el foro público desde temprana hora y así Tres Patines es convertido en actor electoral que distrae a los espectadores, que, por este espectáculo, no dirigen sus ojos críticos a la mediocridad de la campaña de la señora Sheinbaum.
El hecho de que la candidata oficial diga que la elección es mero trámite es resultado de que su patrón, el señor López, se encarga de llevarla en ancas a la presidencia, en lugar de competir por el puesto más importante de la república.
De esta manera toda la cosa pública es convertida en un espectáculo para pobladores sin memoria, sin inteligencia, mediatizados por Tres Patines y La Momia: él trabaja para quitarle obstáculos a su entronización y ella sólo repite en sus mítines lo que su mentor le indica.
La señora Sheinbaum es por esta razón la momia del espectáculo populista: recibe privilegios inmerecidos, privilegios que han hecho de esta elección presidencial la más dispareja, la más inclinada hacia una de las contendientes.
Ni en la época del PRI, vamos, ni en la elección de José López Portillo el presidente de la república había intervenido tanto y de manera tan directa a favor de su candidato. Y lo grave en este escenario es que detrás del espectáculo de la Tremenda Corte se esconde el continuismo del populismo.
El sostén de este populismo que encabeza su mediocre candidata es un simulacro de república, de democracia, de capitalismo, de modernidad. Porque el Estado que proponen y que están construyendo es contrario al Estado exitoso que comanda las sociedades desarrolladas.
El espectáculo de La Tremenda Corte nos conduce al oscurantismo del poder absolutista, del poder caciquil que no respeta las leyes, pues no existe Estado exitoso sin Estado de derecho. Cuando termine el teatro de las mañaneras y apaguemos el televisor, si gana la señora Sheinbaum, ya no existirán programas de diversión. Una dictadura no hace feliz a nadie, excepto a los que tienen el poder.
Es hora de apagar ya los televisores. Caminar el 19 de mayo. Votar por Xóchitl Gálvez.
francisco.montfort@gmail.com