La reelección de Donald Trump en las presidenciales de 2024 es un reflejo del profundo descontento económico y social que atraviesa Estados Unidos. La promesa de mejorar la vida de los estadounidenses mediante políticas económicas que aborden la inflación, el costo de la vivienda y la salud, junto con su postura antimigrante, han sido factores clave para su éxito en las urnas.
Trump, conocido por su mensaje autoritario, mantuvo su promesa de reducir impuestos a los más ricos y deportar a millones de inmigrantes. También propuso recortar el tamaño del gobierno federal y usar el Departamento de Justicia para perseguir a sus opositores. Su retórica, que muchos consideran racista y misógina, no fue suficiente para frenar su apoyo, el cual creció en todos los segmentos de la población, incluidas sorpresas como el respaldo mayoritario de los hombres latinos y el aumento del apoyo entre los jóvenes y algunos sectores afroestadounidenses.
Uno de los principales factores que favorecieron su triunfo fue la situación económica, que dejó claro que las preocupaciones de los votantes eran principalmente sobre el costo de vida. Según una encuesta de AP, casi el 90% de los votantes expresaron su preocupación por el alto costo de los alimentos, la salud, la vivienda y la gasolina. Trump, al enfocar su campaña en soluciones inmediatas a estos problemas, captó el apoyo de un amplio espectro de la sociedad estadounidense, incluido un 45% de los latinos, el porcentaje más alto para un candidato republicano en medio siglo.
Por otro lado, la campaña de Kamala Harris no logró conectar con un electorado desencantado. Aunque recibió más de 66 millones de votos, los demócratas no pudieron convencer a suficientes votantes de cambiar su rumbo. La falta de propuestas económicas transformadoras y el respaldo incondicional a la guerra de Israel fueron factores decisivos en su derrota, especialmente en estados clave como Michigan, donde la comunidad árabe-estadounidense se sintió rechazada por su postura.
A pesar de las acusaciones de fraude, abuso sexual y amenazas autoritarias, Trump no solo se mantuvo como el candidato más votado, sino que reconfiguró el Partido Republicano. En palabras de su asesor Jason Miller, «el presidente Trump ha logrado rehacer por completo al Partido Republicano para ser el partido de la clase trabajadora». Esto, junto con la constante transformación de su imagen y su clara postura sobre temas clave, permitió que Trump se mantuviera como una figura dominante en la política estadounidense.
El triunfo de Trump refleja un cambio profundo en el paisaje político de Estados Unidos. Mientras algunos lo ven como una amenaza fascista que socava el sistema democrático, otros lo consideran una respuesta a los fallos de un sistema económico que no ha logrado beneficiar a las mayorías. Sin importar el ángulo desde el cual se le mire, lo cierto es que Trump ha logrado volver a la Casa Blanca gracias a un mensaje que resonó profundamente entre los votantes descontentos con el estado actual del país.
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