POR MOURIS SALLOUM GEORGE*
Donald Trump inició su nuevo mandato cuatrienal con anuncios muy polémicos -Acciones Ejecutivas-. Entre estos, tres son de impacto global y estallaron como bombas en la comunidad ambientalista internacional: la salida de los Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Acuerdo de París; y relacionado con este último, su intención de abandonar la agenda verde desarrollista para retomar el uso intensivo de combustibles fósiles hipercontaminantes.
De llevarse a cabo la intención del entrante mandatario -como parece-, eso significará un salto de décadas hacia atrás en la lucha global por mejores condiciones mundiales de salud y climáticas. Al mismo tiempo -fiel a su estilo directo y unilateral- su decisión constituye un severo ataque al necesario multilateralismo, así como una abdicación de los Estados Unidos a su responsabilidad política, económica y moral que tiene como país desarrollado: promotor, firmante y contribuyente de la OMS y del Acuerdo de París.
Al día siguiente de tales anuncios, la OMS emitió un comunicado oficial en el que lamentó esa decisión y lo exhortó a reconsiderar. En pocos párrafos la OMS reseña algunos de los importantes logros que ha tenido la Organización -desde su fundación en 1948- en el cumplimiento de sus elevadas metas y objetivos, con la decidida y loable participación de 193 países miembros y de los Estados Unidos como contribuyente mayor.
“La OMS desempeña una función crucial en la protección de la salud y la seguridad de la población mundial, incluidos los estadounidenses, abordando las causas profundas de las enfermedades, construyendo sistemas de salud más sólidos y detectando y previniendo las emergencias de salud y respondiendo ante ellas, incluidos los brotes de enfermedades, a menudo en lugares peligrosos adonde otros no pueden ir”.
Resaltó el comunicado que instituciones estadounidenses han contribuido y se han beneficiado de su pertenencia a la OMS. “Durante más de siete décadas, la OMS y los Estados Unidos de América han salvado innumerables vidas y han protegido a los estadounidenses y a todas las personas frente a las amenazas para la salud. Esperamos que los Estados Unidos de América reconsideren su decisión, y deseamos entablar un diálogo constructivo para mantener la alianza en beneficio de la salud y el bienestar de millones de personas de todo el mundo”.
En el caso del Acuerdo de París, contra el calentamiento global -establecido en 2015 y a la fecha firmado por 196 naciones-, ya se esperaba la mala noticia. Como se recordará, en su primer mandato Trump sacó a Estados Unidos del importante e imprescindible tratado multilateral, que obliga a los firmantes del mismo a adoptar medidas urgentes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, y a financiar a los países pobres en la consecución de tales objetivos.
El gobierno de Joe Biden regresó al Acuerdo e impulsó aspectos importantes de la agenda verde, en consonancia con el clamor internacional contra el calentamiento global.
Recientemente, en la reunión cumbre de la ONU sobre cambio climático -en su edición COP29, en Bakú, Azerbaiyán, noviembre 2024-, luego de intensas discusiones y exigencias de ambientalistas, los representantes gubernamentales aprobaron un financiamiento por 300 mil millones de dólares anuales para países en desarrollo como soporte a la citada lucha; una cifra elevada, pero según expertos insuficiente para los requerimientos del rescate planetario.
A pesar de las catástrofes climáticas recientes, Trump desconoció todo lo andado desde las últimas tres décadas por los impulsores de la agenda contra el calentamiento global. Ante las emergencias en la materia, en 1992 la ONU adoptó el mencionado e histórico tratado internacional -COP, Conferencia de las Partes- que fue base para el Acuerdo de París.
Estados Unidos, como país desarrollado y beneficiario mayor de la explotación irracional de los recursos no renovables, durante ya cerca de cuatro siglos, tiene una obligación medular en la lucha multilateral contra el cambio climático. Trump no lo admite y solo habla de intereses unilaterales para su país. “Estados Unidos, primero”, repite. Es deseable que recapacite. Al mundo le urge la cooperación de todas las naciones.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.