La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Se entiende, las señales llegaron en inglés
La decisión del presidente López Obrador, de no felicitar a Joe Biden, por su triunfo en el proceso presidencial de los Estados Unidos, es muy controvertida, por decir los menos.
Hay una costumbre añeja, de que cuando los principales medios de comunicación de aquel país, hacen la proyección de quien resulta ganador, el asunto está definido, así lo entendió el propio Biden, que dio su primer mensaje como presidente electo.
Líderes mundiales de toda laya, desde la alemana Angela Merkel y el británico Boris Johnson, pasando por el nicaragüense Daniel ortega, el argentino Alberto Fernández y el venezolano Nicolás Maduro, no han dudado en dar sus parabienes a la fórmula ganadora.
No obstante, habrá que señalar, que otros dirigentes, también han guardado silencio, algunos son el ruso Vladimir Putin, el chino Xi Jinping y el brasileño Jair Bolsonaro.
Es obvio, que no todos los países tienen el mismo interés en las elecciones estadounidenses, por ello, destaca que dos, de los tres vecinos colindantes, ya admitieron la victoria demócrata: el canadiense Justin Trudeau y el cubano Miguel Díaz-Canel.
En ‘modo juarista’, el tabasqueño podrá invocar lo del respeto al derecho ajeno es la paz, lo significativo es que, al no externar su congratulación, admite, tácitamente, que hubo fraude, porque incluso, hace un comparativo con el 2006 en México.
La decisión no implica una ruptura o represalias comerciales (negocios son negocios), pero si amor con amor se paga, podemos imaginar lo que vendrá. Moditos que matan.