Ricardo Del Muro / Austral
Miles de feligreses se congregaron ayer en la parroquia de San Andrés Apóstol, ubicada en el municipio de San Andrés Larráinzar, Chiapas, para darle el último adiós al padre Marcelo Pérez, el sacerdote tsotsil y defensor de los derechos humanos, cuyo asesinato ha conmovido a la sociedad mexicana que demanda acciones enérgicas y efectivas del gobierno para terminar con la violencia y la inseguridad en Chiapas y en otras entidades del país.
El sacerdote Marcelo Pérez Pérez quería que Chiapaas no fuera un infierno, sino un paraíso de paz, afirmó el cardenal Felipe Arizmendi Esquivel, obispo emérito de San Cristóbal, quien ordenó al clérigo hace 22 años.
“Marcelo no quería que nadie, indígenas y mestizos, viviera en la esclavitud de la marginación, la pobreza, el racismo y la exclusión que tantos hermanos sufren; que se pueda vivir otra vida mejor de paz, libertad y unidad”, expresó Arizmendi durante la homilía de la misa de cuerpo presente celebrada ayer por la mañana en la cabecera de San Andrés Larráinza, de donde el padre Pérez era originario.
El ataúd del padre Marcelo fue llevado en hombros por familiares y amigos que encabezaron una multitudinaria procesión, señala la crónica de Elio Henríquez, corresponsal de La Jornada. Pasó frente a la antigua alcaldía oficial, ahora sede del municipio autónomo zapatista Sacamchén de los Pobres, y frente al edificio donde el 16 de febrero de 1996 se firmaron los acuerdos de paz entre el gobierno federal y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que todavía no se han cumplido.
En un templete, donde se instaló el altar, monseñor Arizmendi Esquivel señaló que el padre Pérez dio siempre la vida por sus hermanos. “Que su vida sea una ofrenda para Dios, y traiga la paz y la justicia que tanto necesitamos”, expresó.
El padre Marcelo que contaba con 50 años de edad, recordó Arizmendi, nunca se avergonzó de ser tsotsil, siempre llevó sus raíces en su corazón y por eso está aquí con su pueblo. Ustedes quisieron que no se quedara en la catedral de San Cristóbal, sino que esté aquí con su pueblo, porque él es de su pueblo.
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), que preside Monseñor Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey, ha hecho un llamado urgente a las autoridades federales, estatales y municipales para que se lleve a cabo una investigación exhaustiva y transparente que conduzca al esclarecimiento de este crimen y a la justicia para el sacerdote.
El padre Marcelo era conocido por su incansable labor pastoral y su comromiso con los más necesitados y vulnerables de la sociedad. Su asesinato, indicó la CEM, no sólo priva a la comunidad de un pastor dedicado, sino que también silencia una voz profética que luchaba por la paz con verdad y justicia en Chiapas.
En su comunicado, la CEM insta a redoblar los esfuerzos para combatir la violencia y la impunidad que afligen a la región de Chiapas y a todo el país. Este trágico evento resalta la urgente necesidad de abordar los problemas de seguridad y justicia que afectan a muchas comunidades en México.
El comunicado de la CEM, que se dio a conocer el día en que fue asesinado el sacerdote, invita a la comunidad de fieles y a toda la sociedad mexicana a unirse en oración por el eterno descanso del padre Marcelo Pérez, por el consuelo de su familia, amigos y feligreses, y por la paz en Chiapas y en todo México. La esperanza es que el sacrificio del padre Marcelo no sea en vano, sino que impulse a todos a trabajar con mayor eficacia por la construcción de una sociedad más justa, pacífica y fraterna, fiel al mensaje del Evangelio que él predicó con su vida y su muerte.