Por Mouris Salloum George*
Desde Filomeno Mata 8
Estamos en la gestación o, dicho a conciencia, ante la consumación de un crimen de lesa humanidad. La convicción con la que titulamos esta entrega la expresó ayer el cardenal titular de la Arquidiócesis de México Carlos Aguiar, en alusión a la tragedia en que recientemente perdieron la vida padre y su pequeña hija al tratar de cruzar el río Bravo.
Parece ser que la suerte de los migrantes, es decidir entre la vida y la muerte, dijo el religioso.
Los hocicazos electoreros de Donald Trump, por lo visto, no sirven de disuasión a la desesperada avalancha de personas que pretenden introducirse a los Estados Unidos: En el año fiscal que corre, más de 460 mil personas han sido interceptadas en la frontera con México.
Es la suma de los llamados ilegales. De aquellos que solicitan asilo, la migra se encarga de arrojarlos a territorio mexicano.
El dato de capturados por el servicio de migración estadunidense, según lo denuncia la Organización Internacional para la Migración, de la ONU, es 16 por ciento mayor al periodo antecedente de siete meses, siempre conforme el año fiscal estadunidense; esto es, el de 2018.
La estadística es comparable a la de 2014, todavía durante la gestión del demócrata Barack Obama, de lo que se colige que la esperanza sigue siendo superior a la angustia y el pánico de los expulsados no sólo de Centroamérica sino del resto del mundo.
Lo mismo si lo dice la ONU que si lo expresa un ministro de la Iglesia Católica, al alienado Trump le da lo mismo.
Tropas estadunidenses se enfilan sobre Guatemala
Lo terrible del caso es que, aunque el gobierno de Guatemala negocia desde finales de junio su estatuto de tercer país seguro -aceptando incluso el despliegue de tropas estadunidenses en su territorio-, México se sigue introduciendo en un callejón sin salida.
Se ha cumplido un mes de que, a cambio de no ser castigado con abusivos aranceles a todos los productos mexicanos, el gobierno de México cedió a las condiciones de la Casa Blanca para bloquear, infructuosamente, la frontera con Centroamérica. Ya sólo restan, al primer plazo perentorio, 15 días.
Es obvio que, en las próximas dos semanas, México no podrá violentar más sus estrategias restrictivas al ingreso de migrantes. El fenómeno se ha expandido en el territorio nacional. En la misma Ciudad de México, se da por cierto que cárteles del crimen organizado ya están reclutando a su servicio a integrantes de las primeras caravanas que fueron acogidos y confinados en algunas alcaldías metropolitanas.
Ante el peor de los escenarios, hasta ahora no se insinúa siquiera un Plan B, habida cuenta de que la iniciativa de un Plan de Desarrollo regional no pasa de las buenas intenciones, por más que la Unión Europea empiece a liberar precarios auxilios de financiamiento a ese propósito, que no tienen proporción con la magnitud del desafío.
Si Guatemala acepta tropa estadunidense para operar en su territorio y Washington tiene militarizada su línea fronteriza, México quedará, más temprano que tarde, emparedado por fuerzas castrenses sobre las que no tiene mando.
Quince días restan al plazo trumpiano, que no tiene una tercera instancia de verificación de cumplimiento de los compromisos mexicanos. A la campaña electoral estadunidense le sobran 400 días. México es presa de la lógica: O cabresteas o te ahorcas. No es la posición más digna.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.