Por: Jafet Rodrigo Cortés Sosa
Me tenían completamente rodeado esos extraños que se encontraban aquí. Sólo los veía de reojo y seguía comiendo, ignorando su presencia, evitando el contacto de las miradas, sin arriesgar lo más mínimo y que ello pudiera significar bajar la guardia, dejando al descubierto mi verdadera esencia, sintiéndome vulnerable.
Aquellas personas hacían lo mismo que yo, convirtiendo la escena en un insólito reflejo que representaba la repetición teatral y coordinada de distintos pero similares escapes. Todos estábamos andando en círculos sin necesidad de movernos, nuestros espíritus incómodos se inquietaban tanto, que utilizaban cada recurso a su disposición con tal de sofocar cualquier indicio que revelara algo de ellos, un esfuerzo monumental por no comunicar.
Aunque no existiera tema para conversar por algo que fuera símil entre nuestras vidas, aquel ejercicio de escape, aquellos movimientos precisos para evitar cualquier conversación, de cierta forma nos unían lo suficiente como para que se convirtiera en pretexto de charla, que rompiera la tensión, fracturando las paredes invisibles que nos mantenían resguardados, raspando la coraza que por cuenta propia llevábamos sobre nosotros, en nuestros intentos de huir del mundo, de no ser cuestionados por nadie.
¿Qué hubiera pasado si todos en ese momento hubiéramos sido conscientes de que estábamos viviendo lo mismo?, ¿qué hubiera sucedido si aquella apertura nos hubiera hecho saber que estábamos padeciendo batallas cotidianas parecidas?, ¿encontraríamos algún refugio en ellos que nos hiciera sentir menos solos?, ¿habría quizás algún amor o algún amigo sincero que pudiéramos hacer en el proceso?, nunca lo sabremos.
UNA OPORTUNIDAD
De cierta manera todo es desconocido para nosotros en un principio, hasta que nos damos esa oportunidad de conocerlo. Autores, películas, lugares, canciones, puntos de vista, personas. ¿cuál es nuestra apertura para lo nuevo?, en muchas ocasiones es tan pequeña que nos causa temor conocer algo distinto, cerrando posibilidades.
Andamos por la vida protegiéndonos tanto que perdemos la posibilidad de conocer algo nuevo, a alguien nuevo. En cierta parte esta reacción se configura a través del miedo que tenemos de que nos lastimen, aquel temor a que aquella confianza sea traicionada en algún momento.
Esto no significa que vayamos por todos lados revelando nuestros secretos más profundos, confiando que todos sabrán cuidar nuestra fragilidad; sino que busca que dejemos entreabierta la puerta para aquellas nuevas conversaciones, evitando rechazarlas con antelación; que tratemos de no ahogarlas en desconfianza o con aquella costumbre que se ha vuelto callar.
¿Qué pasaría si bajamos la guardia un momento, si tuviéramos la iniciativa para comenzar una charla con alguien nuevo, o la apertura de tomar las sugerencias que la gente deposita en nosotros, por más contrarias que creamos que sean a nuestras creencias?, ¿qué sucedería si tomáramos el riesgo, dándonos la oportunidad del encuentro?, ¿sería tan terrible como creemos?, si no nos damos la oportunidad, nunca lo sabremos.
Una entrega de Latitud Megalópolis para Índice Político