Laberintos del Poder
Emilio Trinidad Zaldívar
Trastornado como parece estar de sus facultades mentales, Andrés Manuel López Obrador sigue hablando en todo evento que encabeza de que su gobierno va muy bien; atendiendo con “éxito” a los más pobres; abriendo opciones a los que no tenían oportunidad de estudiar con el “pretexto” de que no habían aprobado sus exámenes otorgándoles becas; que va resolviendo con la “mejor estrategia” la pandemia, y “abatiendo” la inseguridad que él no ve que gana terreno.
Así va. Así se comporta. Todo un caso para cualquier psiquiatra que trate trastornos agudos de personalidad. Para este personaje de caricatura de terror, sí hay medicamentos para los niños enfermos de cáncer; los negocios no han cerrado ni quebrado por falta de apoyos, y varias empresas que se han ido de México, lo hicieron por traición; las guarderías o estancias infantiles no servían y sólo enriquecían a una bola de ladrones -que sin duda los había-, pero no encontró opciones para dar esos servicios con la honestidad que dice él aplica.
Todos los recursos financieros que no sean manejados directamente por él, son para obras o actividades que según sus fobias se convierten en despilfarro o desvío de dineros.
No ve Andrés Manuel López Obrador que le está haciendo terrible daño a la nación con sus disparates y declaraciones alejadas de toda realidad.
Los más de 130 mil muertos sólo por la peste que nos azota no le representan nada. No hay fracaso en su política en materia de salud. Su subsecretario del ramo es el mejor funcionario y no tiene responsabilidad alguna por los errores que en su administración no existen.
Por enésima vez dijo iniciando el año que ahora sí “ya se están controlando los contagios del Covid-19, cuando las cifras, los datos reales, muestran que vamos acumulando infectados y fallecidos.
Su materia gris debe ser muy escasa. Se engaña solo. Ni sus más cercanos colaboradores aprueban sus medidas para según él llevarnos a un gran y positivo cambio pero no se atreven a encararlo. Vamos al mayor de nuestros fracasos como país.
Vivimos una enorme tragedia. Un gobierno rebasado en todos los sentidos y una sociedad ignorante y necia para entender que la responsabilidad de cuidarnos recae en cada uno de nosotros.
Ya vimos a un presidente timorato que sigue con medidas tibias frente a la catástrofe sanitaria, que insiste en que nada será por la fuerza, que la imposición de medidas drásticas no son o están en su vocabulario; que no va a obligar a nadie a que se cuide. En suma, le vale madres lo que nos pase.
Debemos tomar conciencia antes de que sea demasiado tarde.
A ningún buen puerto nos llevará esta administración, tan mala o peor que las anteriores.
En nosotros debe estar la suma de voluntades para hacerlo entender o entrar en razón. No va por el rumbo correcto pero no lo ve. No lo imagina. Él vive en su mundo. En ese imaginario mundo de pejelandia, donde todo es armonía, progreso, justicia, honorabilidad y éxito.
México se cae a pedazos pero AMLO lo encuentra bien, estable, sano.
Qué tipo. Su ignorancia y enfermedad mental harán que todos terminemos perdiendo.
¡Y nos faltan cuatro años!
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