Desde Filomeno Mata 8
Por Mouris Salloum George*
Sin la opción de la defensa propia ni al derecho de pataleo, al mexicano se le han recetado y asestado lo que en lenguaje del Fondo Monetario Internacional se denominan políticas de shock. ¿Es legítimo y válido que a los tecnócratas neoliberales se les convierta la oración por pasiva, y se les dé una sopa de su propio chocolate?
La respuesta sería: Para eso está el voto electoral. Ilusionismo puro. ¿Con esos consejeros y magistrados electorales federales?
Sobre un charco de sangre y ácido
México flota sobre un charco de sangre y ácido. El oleaje arrastra no sólo daños colaterales: El exterminio alcanza ya a políticos, si bien de modesta jerarquía, de todas formas en cifras alarmantes.
¿En qué otro país latinoamericano se puede hablar de más de un centenar de alcaldes ejecutados en un corto plazo, más aspirantes a otros puestos de elección popular?
El horror sobrecoge a los mexicanos: Tres estudiantes de cine son secuestrados, martirizados y disueltos en mortales químicos. Pelotones de agentes de la ley son emboscados y masacrados. Familias son desintegradas al impacto del plomo disparado por armas gubernamentales.
El Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas les deja el paquete a las corporaciones subordinadas: Él viaja a Europa con una costosa comitiva de algunos miembros del gabinete presidencial, por lo menos doce gobernadores, y los notables entre notables de los hombres de negocios.
“El México en paz” y la propaganda mundial
La crónica del periplo europeo podría encajar en la imaginaria, con esta entrada: Vivimos en el vértigo de nuestras propias inquietudes, en el abandono a nuestra miseria o en la borrachera de nuestra incomprensión.
“México en paz hace propaganda mundial, lanza y consolida empréstitos, recibe extranjeros, intenta colonización, todo un simulacro de internacionalismo”.
Simulacro nada más, porque no está orientado a hacer de México un valor mundial, a dar a México la consideración de una fuerza moral y económica en el mundo, sino que se limita a poner a México en el mercado, a lanzarnos en el doloroso camino de las imitaciones de pastiche, de desprecio e ignorancia de lo nuestro.
Política igual a la del reyezuelo negro que abre las fronteras de la tribu a los delegados de un poder europeo, les entrega el marfil y sus plumas y viste desde entonces, sobre el cuerpo desnudo, un frac de opereta, encantado de sus grandes y poderosos amigos nuevos, creyéndose su protector y concibiendo la idea de ser ya el ombligo del mundo, el más fuerte, el más rico, el más bello…
No se busca ayuda internacional para el desarrollo de nuestros recursos; lo que se hace es vender cuanto tenemos, cuanto nos quieran comprar: Un imperialismo al revés.
En vez de recibir, damos: Es la sistemática propuesta de México en el mercado para quien quiera tomarlo. Y todavía damos algo en efectivo sobre regalar nuestras riquezas y gravar nuestro porvenir.
Tecnócratas neoliberales, herederos de “Los científicos”
¿Quién es el temerario cronista que se aparta de los boletines emitidos por los voceros del gobierno? No es un acompañante de la comitiva presidencial en estos días.
El texto corresponde a la Carta a un amigo (1926), escrita desde Londres por don Manuel Gómez Morín.
Obviamente, al referirse al internacionalismo de pastiche, Gómez Morín aplica la descripción a Los científicos que tripularon las políticas económica y exterior de Porfirio Díaz.
Aseguran algunos críticos, que no militan entre los intelectuales mutantes, que la actual generación de tecnócratas neoliberales, es heredera en línea directa de los científicos porfirianos. Una teoría que vale la pena explorar.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.