CUENTO-RELATO
-Supongo que AQUÍ PAGAN UNA PORQUERÍA -dijo el joven apenas sentarse.
-En efecto, así es -respondió la mujer al otro lado del escritorio. ¿Qué come usted que adivina? -preguntó. Sus manos revolvían unas carpetas. El muchacho miraba la escena con total apatía. Y al separar una carpeta de entre las demás, ella alzó la mirada. Entonces dijo-: Nosotros somos una empresa como todas las demás. Así que, ahora que ya lo sabe, quisiera saber si todavía está usted interesado en el puesto.
-¿Qué puesto? -preguntó el muchacho, haciéndose el tonto-. ¿Se refiere usted al de gerente general? -La secretaria rió.
-¿Habla en serio? -preguntó. True Heart entonces bostezó, primero; luego se metió un dedo en la nariz. La secretaria puso cara de asco al ver como se lo había empezado a hurgar.
El muchacho, sin darle importancia a su reacción, siguió y siguió moviendo su dedo, tan sólo para tratar de molestarla. Luego, cuando decidió que ya era suficiente, lo sacó para enseguida empezar a embarrarlo sobre una de las orillas de su asiento.
-Hoy no estoy de humor, señorita -dijo True Heart, resbalándose sobre su silla-. Así que dígame ya de una vez si estoy o no contratado. -La secretaria otra vez empezó a buscar entre sus carpetas. Movía sus dedos de aquí y para allá. Y después encontrar la solicitud de empleo del muchacho, al irlo revisando, dijo.
-Qué chistoso. Aquí en el área de cualidades, usted puso que es “una persona muy inteligente”…, pero aquí en la otra casilla dice que es usted muy flojo. -Hizo pausa. Luego preguntó-: ¿Es verdad eso, joven? -True Heart hizo como que no escuchó la pregunta, y en vez de decir nada, él solamente volvió a bostezar. Otra vez había empezado a sentir mucho sueño y cansancio.
-Sí -respondió, cuando se le dio la gana. ¡Soy muy flojo! -exclamó sin miramientos-. ¡TODO ME CANSA! Usted, el mundo, empresas idiotas como la suya… ¿quiere que siga?- preguntó. La mujer rápidamente le contestó que “no”.
-¿Entonces qué? ¿Estoy contratado; sí o no? -La mujer lo miró con ojos comprimidos, y enseguida le preguntó:
-¿Y se puede saber por qué TODO le cansa? -Al escucharla, True Heart solamente dejó doblar su cabeza. Había sido un movimiento muy rápido, en el que su cabeza dio la impresión de haber sido cortada de un sólo tajo.
-¡Ya le he dicho que NO ESTOY DE HUMOR!
-Entonces, ¿para qué ha venido hasta este lugar? Si no quiere hablar, no veo el por qué se ha molestado en venir. -True Heart le dirigió una mirada fulminante.
-No se diga más. ¡Me largó! -dijo, poniéndose de pie muy rápido.
-¡Espere! ¡No se vaya! -le pidió la secretaria. True Heart aguardó cerca de la puerta, sólo porque no tenía nada mejor para hacer. -Siéntese, tome asiento otra vez -le pidió la mujer. El muchacho entonces le hizo caso, no sin dejar de mostrar un mueca de puro fastidio. Después, al verlo sentado otra vez, ella dijo:
-Le diré un secreto que NUNCA le he dicho a nadie. -True Heart hizo una mueca exagerada de fingido asombro. “No me diga”, pareció decir con eso. -¡No se burle de mí! -dijo la mujer. El muchacho entonces volvió a adoptar el mismo rostro apático. Y al verlo así, la secretaria, inclinándose un poco hacia él, siguió diciendo-: Aquí solamente acostumbramos a contratar a conformistas, a algún que otro idiota y… -En este punto el muchacho otra vez volvió a hacer el mismo gesto de asombro. Y esta vez, la mujer, en vez de pedirle que no se burlara de ella, solamente rió de buena manera. ¡Es la verdad! -dijo, sintiendo de repente simpatía por aquel joven apático. -…Y todo lo que a usted se le ocurra imaginar…, ¡pero NUNCA a personas tan inteligentes como tú! -añadió, cuando había dejado de reír. True Heart entonces cerró y abrió sus ojos como tratando de alejar su mente de todo aquello que lo perseguía.
-Bueno –dijo, mientras pasaba su mirada por toda aquella oficina-. Tal vez yo no sea un idiota o un conformista, pero la verdad es que ni siquiera a esas dos categorías llega mi persona. –De repente el muchacho puso sus ojos sobre el rostro de la secretaria, para así exclamar-: ¡Soy mucho menos que esas dos clases de personas! Así que me da lo mismo el que su empresa solamente contrate a ese tipo de gente. -La mujer ahora tenía cara de haber sido impresionada por las todas las palabras que el muchacho había pronunciado.
¡Tú no te mereces esto, muchacho! -dijo ella, señalando con la palma de sus manos todo su alrededor.
“¡¿Qué sabes tú de lo que sí merezco o no?!” -le recriminó en su mente el muchacho. ¡¿Qué puedes saber tú, empleada de hotel, de lo que siente estar solo y sin rumbo?! Caminar por la vida sin ningún tipo de deseo o anhelo…”
-¿Y entonces qué? –Volvió a preguntar True Heart, cuando regresó a su realidad-. ¿Estoy o no contratado?
-¡No lo sé! -respondió la mujer-. Usted debería de buscar cualquier otra cosa, ¡menos esto! -Y de nuevo había alzado una de sus manos para indicar el lugar.
-¿Estoy contratado; sí o no? -volvió a preguntar el muchacho. Para estas alturas aquella mujer ya lo había empezado a hartar.
-Como quieras -respondió ella. -Ahora ya hasta lo había empezado a hablar de “tú”.
-¿Cómo así? -preguntó True Heart.
-Pues así. ¡Ya te lo he dicho, muchacho apático! ¡Como tú quieras! ¿Cuándo puedes empezar?
-¿Le parece bien mañana?
-¡Como quieras, muchacho! –volvió a repetir ella-. Y que conste que traté de salvarte, pero ¡tú sólo eres quien ha querido echarse la soga al cuello! -True Heart rió para sus adentros. Aquella pobre mujer no sabía que él hacía ya mucho tiempo que había muerto…, ¡y de qué manera!
-Hasta mañana –dijo el joven, al levantarse de nuevo…
True Heart entonces empezó a abandonar el hotel… Y al llegar a la calle, él solamente deseó una cosa: perderse en la nada. Porque entonces ya no había lugar para su alma en aquel mundo lleno de puros idiotas.
FIN.
Anthony Smart
Octubre/25/2018