Por Aurelio Contreras Moreno
Por más pretextos, evasivas, distractores y mentiras con que el régimen de la mal llamada “cuarta transformación” busca eludir su responsabilidad en el pésimo manejo que ha dado a la pandemia por la covid-19, la realidad les ha explotado en las manos poniendo de manifiesto su trágico fracaso.
Las cifras de muertos así lo evidencian, sin necesidad de hacer comparativos con las de otros países: se superaron ya los 60 mil fallecimientos –oficiales, siempre hay que precisarlo- a nivel nacional que el propio subsecretario Hugo López Gatell –el “gran experto” epidemiólogo que durante cinco meses se negó a usar cubrebocas- planteó hace unos meses como un “escenario catastrófico”, de llegarse a dar.
No solo se dio dicho escenario dantesco, sino que los decesos continúan –se estima que superen los 100 mil antes de que concluya este aciago año- sin que exista una respuesta consistente, estructurada, coherente desde el sector público de la salud y de la misma Presidencia de la República, en donde lo único que les importó siempre fue evitar la saturación del sistema hospitalario, en lo cual se basan para afirmar –desfachatadamente- que la estrategia del gobierno fue “exitosa”, mientras cada semana juran que la pandemia va “a la baja”… pero porque aplican un número ínfimo de pruebas para confirmar las infecciones.
¿Pensarán lo mismo los familiares de los más de 60 mil mexicanos y mexicanas muertos, muchos de los cuales ni siquiera alcanzaron a llegar a un centro de salud porque desde un principio les negaron incluso hacerles la prueba, ya que no estaban lo suficientemente graves como para gastar en ellos más que una caja de paracetamol? ¿Puede hablarse de éxito cuando muere uno de cada tres pacientes de covid-19 internados en un nosocomio público?
De manera por demás ruin, el gobierno de la “4t” ha buscado echarle la culpa a la población del país de lo que las propias autoridades se encargaron de propiciar por su manejo político de la emergencia. No hay que olvidar que el confinamiento se decretó hasta que los contagios comenzaron a acelerarse, cuando bien se pudo prevenir y hasta contener su expansión temprana. Pero era más importante que el presidente siguiera en campaña permanente.
Y todavía peor, en lugar de explorar alternativas para evitar que el sector productivo del país se desfondara –incluida la del endeudamiento, a la que miles de personas sí tuvieron que recurrir para no morir de hambre-, el lopezobradorismo decidió lanzar a la gente a la calle a enfrentar una “nueva normalidad” que, en los hechos, ha provocado el mayor volumen de muertes de la contingencia sanitaria en México. Literalmente, se mandó a la población a jugarse la vida en una ruleta rusa en la que ni siquiera se nota cuando se aprieta el gatillo.
No puede soslayarse que muchas personas hicieron caso omiso de cualquier tipo de recomendación y en su irresponsabilidad contribuyeron a la propagación del virus. Ya fuera por ignorancia, por estupidez o por ese complejo de hacerse el “macho” y desafiar la enfermedad. Claro, hasta que un conocido, un amigo o un pariente se convertían en víctimas. Los malos ejemplos desde el poder también cundieron y son de sobra conocidos.
En el rosario de justificaciones, los (i) responsables de la “estrategia” culpan ahora a la mala alimentación y a la mala salud de los mexicanos de haber llevado al “escenario catastrófico” de los 60 mil muertos por la pandemia, de los cuales más de tres mil corresponden al estado de Veracruz. Como si se acabaran de enterar de esas condiciones que nunca se preocuparon por atender antes de la emergencia.
Tal cual es su costumbre, el lopezobradorismo se lava las manos e intenta cargar en los hombros de los demás sus propias miserias. Olvidan que el poder no dura para siempre, que tarde que temprano las cuentas se terminan rindiendo.
Y todos esos muertos los perseguirán para siempre.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras