Norma Meraz
Que gran oportunidad de ponderar, evaluar y registrar tenemos quienes hemos vivido bajo el poder de diferentes partidos políticos. Esa oportunidad de ver y participar en tantos eventos de la vida pública de México nos permite ver de cerca los distintos hechos que la historia registrará mañana.
Tenemos la oportunidad de ir de la mano con la historia.
El tiempo corre cada vez más rápido pues los avances tecnológicos nos obligan a correr tras los aconteceres a mayor velocidad.
Presenciar la llegada del hombre a la luna es sin duda un gran referente en la historia moderna de la humanidad.
En México, el año 2000 también marca un hito en la vida política nacional.
Luego de 70 años de vivir bajo el poder de un partido hegemónico –el PRI–, nos alcanzó la nueva era de la transición política.
Dos períodos sexenales gobernados por el partido Acción Nacional, dejaron atrás la emoción de que, con el –cambió–, el país iría hacia una transformación para una vida mejor.
El cambio aspiracional de los mexicanos que llevó a Vicente Fox Quezada a la presidencia de la República se esfumó.
La llegada de Felipe Calderón Hinojosa –del PAN–, fue un cambio de estafeta que trajo de golpe el desarrollo –a campo abierto– de la violencia, la delincuencia organizada y la criminalidad desbordada, gracias al envío –anunciado– del Ejército a combatir el crimen en Michoacán.
Cuentas que deber heredaron esos dos sexenios.
En el año 2012 otra transición: regresa el PRI a la Presidencia.
Que decir, más de lo mismo, ineficiencia, ineficacia, se dispara la corrupción y la impunidad convirtiéndose en el sello final que dejará para siempre el presidente Enrique Peña Nieto.
Solo para dar un dato, el último año del sexenio peñista cerrará –según los medidores de censos– con alrededor de 12 mil ejecuciones, a 60 por día.
Respecto a la rapiña gubernamental, se deja sin castigo a un buen número de gobernadores, secretarios de Estado –SCT, SEDESOL, SAGARPA– y otros altos funcionarios como el ex director de PEMEX, Emilio Lozoya por el caso ODEBRECHT. Un mar de complicidades.
Solo les falta decir que fue corrupción de buena fe.
Ante un serio deterioro del tejido social, la inconformidad, el hartazgo y la rabia por verse burlados, los mexicanos vuelven a creer en un cambio. El cambio prometido por un líder político, terco en llegar a la Presidencia desde hace 18 años, despierta la esperanza y hace que se le haga realidad el sueño de ser presidente de México.
En el ánimo nacional existen sentimientos encontrados: euforia versus tristeza.
Euforia por haber llevado a su candidato a Palacio Nacional. Un hombre que se deja tocar, que camina entre la gente, que habla en el lenguaje de la calle, que se dice incorruptible y sobre todo que llega con una canasta colmada de promesas con las que transformará el México de hoy, en el México del mañana, prospero para todos…
Cómo no vamos a ser testigos del inicio del siglo XXI con tantos cambios en un México profundamente desigual.
Hemos vivido en un remolino de promesas cumplidas y no cumplidas y el desprestigio imborrable de este sexenio.
Hace dos días atestiguamos el primero de los 20 Foros nacionales propuestos por Andrés Manuel López Obrador, hoy ya Presidente Electo. Este primero fue con el tema “escucha para la pacificación nacional”.
Efectivamente paz, es lo que pedimos los mexicanos. Un reclamo nacional sin atender.
El Foro realizado en Ciudad Juárez, Chihuahua, se inauguró con bombo y platillo con la asistencia de López Obrador, su futura secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero; el próximo secretario de Seguridad Nacional, Alfonso Durazo Montaño; el gobernador de Chihuahua, Javier Corral –eterno crítico del Presidente Electo– e innumerables familias de victimados por la criminalidad.
Las víctimas son quienes han sobrevivido a sus familiares desaparecidos o ejecutados; estas víctimas exigen justicia, que se castigue a los delincuentes y sicarios que acabaron con la vida de sus seres queridos.
Justicia también implica que a estas víctimas se les brinde asistencia médica, psicológica, becas, ayuda económica y oportunidades para acceder a un trabajo con salario digno.
En este Foro por la pacificación nacional, las victimas a las que el Presidente Electo pidió perdón y olvido, ante la pérdida de sus familiares desaparecidos y ejecutados, NO aceptaron las palabras que lejos de aminorar el coraje y el dolor por la falta de justicia , encendieron los ánimos de estas víctimas que no pueden ni podrán olvidar los crímenes perpetrados a sus hermanos, a sus padres a sus hijos, madres y amigos .
En estos casos no caben ni las disculpas ni los perdones.
Pocos ricos y muchos pobres habitan este México tan desigual que no podemos ignorar.
Así es que …
¡Digamos la Verdad!