Atestiguamos y sufrimos, la inmensa mayoría de los seres vivos en el planeta una decadencia peligrosa en la evolución, no sólo de la humanidad sino de la tierra misma, el crecimiento acelerado de la presencia humana, la explotación exagerada y descontrolada de los recursos naturales, la contaminación provocada por el ejercicio social del ser humano, tiene al mundo literalmente al borde del colapso.
Reseñas, notas, reportajes, noticias, avisos, etc, dan testimonio constante sobre tal hecho. El único hábitat posible para nosotros (y no hablo de la humanidad sino de todos los seres vivos) está en ruta inalterable hacia la extinción.
Es curioso que ante esto múltiples voces llenen los foros con más y más llamamientos a cambiar el rumbo pero en realidad nunca se logra nada por un verdadero cambio.
Se recrimina constantemente la cantidad de basura que el consumo, sobre todo en áreas densamente pobladas, provoca e impacta al medio ambiente, se repite hasta el cansancio el factor contaminante de los vehículos motores, incluso se implica un alta aportación de contaminación al ganado, pero de poco o nada sirven las voces que señalan y condenan si no existe una verdadera voluntad de cambio y la señalización de los verdaderos culpables de esta vorágine medioambiental.
El consumismo, eje del sistema capitalista, es el verdadero origen del problema, existen numerosos ejemplos de ello, desde la cantidad cada vez mayor de materiales plásticos y de difícil reciclado que se utilizan en el envoltorio de productos hasta los químicos, usados para la conservación de productos, fertilizantes, alimentos, etc. ¿Cuantos productos perecederos o no se distribuyen para su venta envueltos en 2 o más capas de empaque? ¿y qué hacen los gobiernos para controlar esto? nada, al contrario se permite que en el afán de mercado, el consumo lo avasalle todo, capas y capas de publicidad en cada envoltorio que finalmente terminan contaminando.
Tenemos el ejemplo de los envases plásticos de refresco, agua embotellada y demás bebidas, hace años recuerdo el buen uso dado a los envases retornables de vidrio, pero los estados permitieron que el mercado dictara sobre la razón y ahora tenemos botellas de plástico abarrotando nuestras existencias.
Otro claro ejemplo es el uso de focos ahorradores, ya conocido es el argumento de la vida útil de estos focos por sobre los antiguos focos incandescentes, sin embargo poco se dice de la contaminación que los nuevos focos ahorradores provocan, además ni al menos existe un programa de manejo ordenado y cuidadoso de estos cuando termina su tiempo de utilidad o se rompen, en mi pueblito “mágico” la recomendación es que los almacenemos en un sitio seguro en nuestros domicilios, fuera del alcance de los niños, en espera de algún día averiguar que se puede hacer con ellos (recomendación del mismo municipio) y supongo que esto se repite a lo largo y ancho del país y el mundo, porque el manejo de estos desperdicios es muy complicado y caro, incluso más que el de pantallas de tubos catódicos según lo que me indicaron. Pero nuevamente el estado ha permitido su extensiva publicación, mercado y distribución en aras de las ganancias inmediatas, nunca del bienestar social.
Tenemos igualmente el ejemplo de los vehículos automotores, vehículos fabricados hoy día para durar muchísimo menos y que requieren ya no de refacciones carísimas sino prácticamente de un cambio de automóvil, (pues estos productos cuentan con caducidad programada) dejando un vehículo usado que contamina a la venta en el mercado de segunda mano. Recuerdo con admiración esos vehículos fuertes de la década de los 70s. necesitaban realmente poca inversión para mantenerlos bien afinados y eran extraordinariamente durables, ya no se diga automóviles de décadas anteriores. Mi padre incluso tenía uno de esos vehículos al cual le reservaba siempre un motor completo, en un taller mecánico de confianza, bien afinado para intercambiárselo íntegramente con tiempo programado, entretanto el motor usado se rectificaba y reconstruía totalmente para un siguiente intercambio, era increíblemente práctico.
Nuevamente las tecnologías han complicado el funcionamiento de los motores a combustión haciéndolos más eficientes a cambio de una menor duración y una inversión mayor para su mantenimiento. ¿Qué es mejor entonces, un vehículo que dure al menos 20 años en manos de un sólo propietario con poca inversión de mantenimiento? o ¿un vehículo con vida útil de 5 años con alto costo de mantenimiento pasando de un propietario a otro y multiplicando el parque automotor de basura existente? evidente la última opción es la mejor para las ganancias de los grandes capitalistas pero no para el medio ambiente ni para el bolsillo y bienestar social.
Sin embargo nos han vendido la errónea idea de automotores eficientes y con baja emisión de contaminantes.
Ahora nos vienen con la nueva idea, ya muy antigua en los hechos, de los autos eléctricos, y las preguntas quedan al aire ¿acaso las nuevas y muchas baterías de estos carros no contaminarán cuando se desechen? ¿y la electricidad necesaria para recargar dichos vehículos no provienen de plantas generadoras de electricidad contaminantes en su mayoría? o ¿cuál es la vida útil de uno de estos vehículos y cual el costo de manutención? ¡no importa, lo importante es vender un mensaje incompleto de “supuesta” energía limpia!
Otro caso son los teléfonos celulares, computadoras y tabletas, ¿acaso no contaminan estos productos cuando son desechados porque ya no soportan actualizaciones, sus baterías ya no sirven o simplemente son cambiados por nuevos productos cada 6 meses? Ni hablar del ya conocido problema de la impresoras, y ahora menos sobre el cambio analógico a digital en las señales de televisión con su correspondiente generación de basura tecnológica.
Nuevos productos que requieren nuevos gadgets, aplicaciones, memorias, etc, etc. Y el mensaje sigue siendo sesgadamente emitido, ¡mayor eficiencia!
Así la culpa es totalmente de los gobiernos como parte de los estados que siguen privilegiando las ganancias de los grandes capitales a través del consumo por sobre la consciencia medioambiental y el bienestar, porque no se trata de separar basura, hacer campañas medioambientales, o desgañitarse hablando del medio ambiente, mucho menos de convencer al pendejo ciudadano “prole” de su unilateral responsabilidad, se trata de poner rígidos controles a la venta, consumo y manejo de productos verdaderamente dañinos para el medio ambiente por su corto tiempo de vida o peor aun, por su caducidad programada.
Igualmente cuando sale un hijo de puta como Bill Gates ofreciendo miles de millones de dólares para ayudar al medio ambiente, habrá que preguntarse si al infeliz mierda no le causa escozor ser el causante de contaminar con miles de millones de toneladas de basura en equipos y productos caducos e irreparables alrededor el mundo entero.
Así podríamos añadir a muchos que se llenan la boca hablando de ayudar al medio ambiente y al mismo tiempo trabajan incentivando el consumismo para llenarse los bolsillos de oro.
Vivimos en un mundo desperdiciado, desperdiciamos todo, a nosotros mismos, a nuestros hijos, hemos aprendido a ser desperdiciados y a los dueños del mundo les conviene que sigamos así.
-Victor Roccas