RELATO
Dentro, en un autobús de segunda clase, va sentado un joven. Su cuerpo es largo y delgado. Sus manos son grandes, con dedos muy finos. Va vestido con bermuda, playera y; en sus pies lleva sandalias negras y calcetas blancas. Su espíritu es californiano. Su sonrisa, cuando se deja ver, ¡es hermosa! Sus ojos son grandes y cafés. Y ha sufrido lo indecible.
Por eso es que AHORA hace un viaje en autobús. A través de su ventana él ha visto muchas cosas feas, cosas que le han resultado muy dolorosas. Y todo esto lo ha lastimado lo indecible. Mientras el autobús avanza, el cielo azul va pasando frente a sus pupilas; los árboles y la maleza del camino, ¡también!
El autobús está casi vacío. El joven lleva ya unos 36 años aquí dentro. El autobús se llama “Vida”. Mientras va avanzando, en su mente marchita, él solamente sigue deseando una única cosa. ¡Todo el tiempo se la ha pasado soñando despierto con esto! Todo el tiempo ha imaginado que su padre verdadero en algún punto del camino ha de subir por aquella puerta…
De repente él cierra sus ojos, esos mismos ojos que tanto le han dolido. “¿Alguna vez…?”, musita despacio. Sin dejar de mirar por la ventana, siente que su alma ya no está en su cuerpo. Siente que ésta lo ha abandonado, al igual que aquel hombre un día terminó haciéndolo.
Todo ha sido demasiado para él. Su cuerpo alto y delgado, que tan dañado estuvo – y que todavía no termina de recuperarse-, permanece ahora sobre el asiento. Él quisiera ¡cerrar los ojos y dormir! Cerrar su mente y olvidar así al fin que este autobús no lo lleva a ninguna parte…
Pasan las horas, los días y los meses… Su viaje continúa. De repente, al pasar por un lugar, sus ojos miran mucha podredumbre. Apartando rápidamente su rostro de la ventana, el joven enseguida siente unas ganas terribles de gritar, y también de vomitar.
¡Quisiera bajarse de este autobús, PERO NO PUEDE! Cerrando sus puños, intenta de que sus nauseas no terminen por ganarle a su estómago. ¡Vomitar! Esto es todo lo que él quiere. Las llantas mientras tanto siguen su camino. Giran y giran, sin detenerse nunca.
“¡No te vayas!”, ha gritado el joven en silencio. “¡Quédate a mi lado, tan sólo UN POQUITO MÁS DE TIEMPO!” Cerrando sus ojos ha imaginado que un hombre hermoso de unos 55 años le ha sonreído, y que luego le ha acariciado su rostro, muy tiernamente.
Su corazón ¡otra vez se estremece! Porque entonces él ya no quiere seguir solo en este viaje. Y este hombre, que él ha imaginado como algo real, ahora también le ha susurrado que se va. ¡No se lo ha dicho con palabras habladas, sino que con un gesto imperceptible! Pero el joven, que siempre ha sabido leerlo TODO, enseguida lo ha sabido muy claramente. ¡Este hombre también lo abandona!
“¡NO TE VAYAS!”, solloza él. Sin abrir sus ojos, ve que el hombre NO LE HACE CASO. Poniéndose de pie muy lentamente, el hombre no deja de mirar al joven. Éste entonces, con la mirada suplicante, se pone a pedirle: “¡No te vayas! ¡QUÉDATE A MI LADO! ¡No quiero continuar en este viaje sin ti! Por favor, ¡NO TE VAYAS!”
Pero, sin hacer caso a sus ruegos, el hombre comienza a avanzar hacia el frente. Después, cuando ya casi ha llegado donde el conductor, voltea a mirar al joven. Éste ahora está llorando muchísimo. Pero sus lágrimas no se ven, porque entonces son invisibles.
Breves instantes después, con el rostro otra vez mirando hacia el azul del cielo, el alma lastimada del joven ve bajar muy lentamente del autobús a este hombre… Él… ¡también lo ha abandonado!
Anthony Smart
Diciembre/27/2020