CUENTO
Esa tarde, cuando a Veryhandsome le tocó ir al aeropuerto, se sintió muy desesperado. Porque entonces supo que no llegaría antes de las tres horas que estipulaba su vuelo. Parado en aquel paradero de camiones, comenzó a sentirse mal y algo mareado.
Aquel vuelo era muy importante para él, pero; recordando que dentro de aquel avión irían como uno, dos o más millones de gusanos, se sintió algo frustrado. Porque entonces le habría gustado mucho viajar solo y a sus anchas, sin nadie que lo pudiese molestar o inquietar con su cercanía física.
Veryhandsome siempre había sido un ser algo huraño y también muy solitario. Así que ahora, al saber que compartiría el avión con muchísimos otros gusanos, soltó un improperio. “¡Maldita sea!” “¿Por qué no soy millonario…?”
Veryhadsome sabía que de serlo, ahora no estaría sufriendo tanto. Esperar en aquel paradero a que un pinche camión de segunda clase viniese para llevarlo al aeropuerto, sí que lo encabronó mucho. Pero no había nada que él pudiese hacer, sino solamente resignarse ante su realidad…
Una hora y media después, apenas bajó del autobús, miró allá, donde se encontraban las pistas de aterrizaje. Esa tarde había llovido un poco. Ya era de noche, porque en el mes de noviembre el sol se oculta muy temprano.
“¡Qué puto sol más flojo!”, soltó Veryhandsome. Odiaba estos meses, cuando la luz del día no dura mucho. “Si yo fuese un sol, jamás me ocultaría. Brillaría y brillaría, sin importarme nada…”
Después, al darse cuenta que solamente era un gusano más dentro de aquel recipiente llamado “Mundo”, trató de calmar un poco su ira momentánea. Porque supo que jamás podría ser un sol, ni mucho menos un dios, o algo parecido.
Su destino siempre sería el de ser un gusano, un gusano que -no lo sabía- quizás y nunca lograría llegar a su verdadero destino; es decir el lugar al cual ahora se dirigiría.
Si, por el ejemplo, el avión sufría un percance en el aire; lo más seguro era que luego cayese, estrellándose contra la tierra. ¡Y fin del viaje! Al pensar en esta posibilidad, Veryhandsome no se asustó para nada. Hacía ya mucho tiempo que él había dejado de sentir esa cosa llamada “Miedo”.
Un rato más tarde, al fin se encontraba en la sala de espera, donde esperaría a que anunciasen su vuelo. Los lugares como éste, siempre le causaban nervios a Veryhandsome. Odiaba a más no poder los lugares donde siempre había muchos gusanos. Y ahora, aquí, no era la excepción.
“¡Maldita sea!”, volvió a vociferar Veryhandsome, cuando se dio cuenta de que había olvidado en la fila de revisión de equipajes de mano su libro, titulado:
“Cómo ser un gusano triunfador entre otros miles de millones más como tú”.
Aquel libro era la única cosa que siempre lo había ayudado a no sentirse por completo un completo fracasado. Porque en aquellos textos, contenidos en hojas de color amarillo, decían frases muy bonitas como: “Cuando te sientas o te creas un pendejo, solamente haz esto: mira con total atención a tu alrededor y, a continuación, imagínate a todos los que alcanzas a ver como si fuesen unos pedazos de caca…”
Esas frases y muchas otras más de “superación personal” eran las que siempre le habían levantado los ánimos a Veryhandsome. Y ahora, sin su libro tan preciado, se sintió muy vulnerable. Aquel objeto siempre lo había acompañado a todas partes.
Y ahora, que estaba a punto de emprender el viaje más importante de toda su cortísima existencia, se sintió muy perdido. ¡Cómo rayos le haría para ganar confianza en sí mismo y así dar lo máximo en aquella competencia!
Una competencia que, de ganarla, le otorgaría el mayor premio al que un gusano puede aspirar, para así, al final, después de pasados nueve meses, convertirse en… UNA COSA DE CARNE Y HUESOS.
Pero Veryhandsome, al saberse ya sin su tan amado libro de “Superación Personal”, supo que sus posibilidades para alzarse con el tan deseado premio eran muy ínfimas. Así que, para que iba a siquiera intentar hacer la lucha en dicha competencia, si de todas formas ya sabía que no ganaría.
“¡Ja!”, emitió, mientras los demás gusanos iban embarcándose dentro de aquel avión gigante. “¡Menudo premio! ¡Una vida!” “Y yo, ¡¿para qué carajos quiero una cosa como esa?!”
Meditando sobre aquel premio, por el que los demás millones de gusanos lucharían como nunca en un ratito más, Veryhandsome, con el rostro impasible, y con sus brazos colocados detrás de su cabeza, se rió en su interior de esta competencia, que ahora le parecía la cosa más estúpida.
Sabiendo ya que no competiría junto a los demás participantes, pensó que lo mejor que podía hacer ahora era bajarse de una y buena vez de aquel estúpido avión. Pero, siempre había sido alguien muy miedoso y tímido. Ya sin su amado libro, que siempre le había proveído fuerzas y confianza en sí mismo, Veryhandsome, de sólo pensar que, si bajaba del avión, tendría que pasar por entre montones de filas de gusanos, que, sentados en sus asientos, seguramente lo mirarían con mucho desprecio, o algo similar, no se atrevió a hacer lo que él sabía que era lo mejor.
Así que, acorralado entre las paredes gruesas de su cobardía, decidió permanecer sentado sobre su silla, mirando y observando todo su alrededor. Veryhandsome sabía que solamente era cuestión de segundos para que la luz roja, situada arriba de cabina se encendiese, indicando así ¡EL COMIENZO DE ESTA COMPETENCIA!
Sabiendo ya que él de plano ni quiera correría en aquel maratón de gusanos, se burló en secreto de todos los demás, quienes, desde sus asientos, no podían dejar de mirar aquel foco.
“¡Estúpidos!”, dijo en voz baja Veryhandsome. Los aborrecía. Pero él no sabía la razón o el por qué.
Y, de repente, como si de una ambulancia se tratase, la luz roja se encendió y luego se puso a chillar. Apenas lo escucharon todos los demás gusanos, arrancaron a correr hacia la meta que debían alcanzar. Aquella cosa tenía un nombre, y era: “Ovulo”.
Sentado hasta la última fila de aquel avión, llamado “Pene”, Veryhandsome se la pasó bomba. Mirando cómo los miles de sus compañeros espermatozoides corrían y se empujaban los unos a los otros para abrirse espacio hacia el frente, no paró de reír y de carcajearse, a pesar de lo tan deprimido que se había sentido en los últimos días de noviembre.
Aquel espectáculo tan gracioso y loco de gusanos corriendo como almas que los persigue dios o el diablo -por una sola vez en su brevísima existencia-, había hecho muy feliz a este espermatozoide desdichado, llamado “Veryhandsome”.
FIN
Anthony Smart
Noviembre/08/2022