La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
¿Será que modifiquen las reglas del debate para incluir las tres caídas sin límite de tiempo?
Desde hace tiempo, hay una discusión en torno a los videojuegos, la mayoría de ellos incitan a la violencia, es la conclusión de los expertos, por lo tanto, la recomendación es limitar o prohibir este tipo de ‘pasatiempos’.
Lo mismo ocurre con ciertos temas musicales, a los que se señala de hacer apología del crimen, es el caso de los llamados corridos tumbados.
Sin embargo, estas prácticas, se han extendido de tal suerte que hoy, hasta los debates parlamentarios (por llamarlos de algún modo), son un ejemplo lamentable de la crispación reflejada en violencia verbal, lo que ayer se coronó, con el zafarrancho ocurrido en el Senado de la República.
Es evidente: ‘Alito’ Moreno inició la agresión física, asunto que debe ser sancionado, no obstante, el vituperio se ha enseñoreado en ambas cámaras, dejando atrás la urbanidad política. El evento de marras no fue casual, es la culminación de un fenómeno que se ha ‘naturalizado’ en el quehacer parlamentario.
Hay porros, sin distinción de género, en la mayoría de los partidos, de hecho, esa es su función, son parte de lo que se ha dado en llamar el ‘Bronx’, pero, la hostilidad ha crecido de forma alarmante. Incluso, podemos afirmar: el mayoriteo, es un mecanismo que fomenta estas situaciones.
Así pues, resulta curioso, escuchar a los representantes populares, criticar programas como ‘La casa de los famosos’, a los que se acusa de estimular la violencia de género, sin que los encendidos oradores, caigan en cuenta que son la ocasión de lo mismo que culpan…parafraseando a la poetisa.
No está lejos el momento que (al igual que los videojuegos, corridos tumbados y reality shows), las sesiones camerales sean clasificadas como espectáculos decadentes, no aptas para menores y personas sensibles.
¿Quién tira la primera piedra?