Cuando México buscó la independencia de España, se inspiró en buena medida en los ideales libertarios de Francia, en la Ilustración y la propia revolución francesa. Sin embargo, nuestras relaciones comenzaron con el pie izquierdo, Francia atacó a México en la tragicómica “Guerra de los Pasteles” bombardeando el puerto de Veracruz en 1838.
Poco más de 20 años después, en diciembre de 1861, las ambiciones de Napoleón III desembocaron en la intervención francesa y el efímero segundo imperio, una dura prueba que comprometió nuestra soberanía e independencia pero que afortunadamente tuvo un final justo con el triunfo de la república el 15 de mayo de 1867.
De aquellas jornadas de agresiones territoriales a México, queda en descargo de las mejores causas de Francia, la postura de franceses de la talla de Víctor Hugo.
Con el porfiriato las relaciones no solo se normalizaron sino se estrecharon al punto de que la influencia de los galos fue marcada en la sociedad y vida cotidiana mexicana, a partir de ese momento nuestras relaciones han sido magnificas. La influencia francesa se mostró desde entonces en la industria, las empresas, el ejército, el arte, la arquitectura, las comunicaciones, la moda e incluso la gastronomía.
Lo anterior dio paso también a una sólida colonia francesa y comunidad franco-mexicana que hoy es motivo de orgullo. Muchas manifestaciones atesoran los vínculos entre ambas naciones y van desde el homenaje constante a México en Barcelonette al recuerdo de figuras entrañables como lo fue Don Ernesto Pugibet, propietario de “El Buen Tono”. Durante las Primera Guerra Mundial muchos franceses radicados aquí y franco-mexicanos partieron al frente occidental, así como durante la Segunda Guerra Mundial, México fue puerto de abrigo para franceses libres.
Hoy somos además de tantos vínculos históricos y culturales, importantes socios comerciales y los cadetes del Heroico Colegio Militar de México han marchado en los Campos Elíseos y en Auvagne, cuartel general de la mítica Legión Extranjera.
El actual embajador de Francia en México Jean Pierre Asvazadourian es uno de los diplomáticos más queridos en nuestro país y recorre nuestro territorio a lo largo y ancho estrechando las relaciones bilaterales entre ambas naciones.
Sin embargo, queda aún una asignatura pendiente y es la concerniente a la isla de Clipperton o de la Pasión, pequeño atolón de seis kilómetros cuadrados ubicado en el Océano Pacifico a 1000 kilómetros de Acapulco. Es un paraje inhóspito con pocas palmeras, cuyo único valor ha sido el abundante guano producto de las aves marinas y que es usado como fertilizante.
La isla desde su descubrimiento estuvo en manos primero españolas y después mexicanas, los norteamericanos intentaron reclamarla sin éxito o interés, y los franceses lo hicieron durante el imperio de Napoleón III. Porfirio Díaz consciente de la necesidad de ejercer actos de posesión para afianzar la soberanía de tan remoto territorio, ordeno que se instalará un destacamento militar en la isla.
En 1906 fue comisionado para ese efecto el Capitán de Infantería Ramón Arnaud Vignon, coincidentemente descendiente de franceses que llegaron a México durante la intervención, al mando de un piquete de 20 hombres del 11 Batallón de Infantería con matriz en Acapulco. A los soldados se les permitió llevar a sus esposas, Arnaud fue también nombrado gobernador de la isla y en 1908 se le concedió licencia para regresar a su natal Orizaba a pedir la mano de su novia Alicia Rovira y casarse con ella. Tras la boda, formaron familia y los llevó a vivir con él a la isla.
Clipperton era habitualmente abastecido y aprovisionado por el cañonero “Demócrata” de nuestra marina de guerra, lo cual aseguraba la vida en tan inhóspito destino. Al ser asesinado el presidente Madero, estalló la etapa más cruenta de la revolución, se cortaron los suministros a Arnaud y a sus hombres quienes quedaron incomunicados sin conocer la magnitud de los hechos que sucedían en territorio continental mexicano.
Arnaud cumpliendo con las más altas virtudes militares de abnegación, sacrificio y patriotismo continuó desempeñando su comisión y resolviendo el día a día para el destacamento y sus familias. Tuvieron la fortuna en alguna ocasión de ser aprovisionados por un buque norteamericano que pasó por ahí, mismo que ofreció llevarlos a tierra firme, pero Arnaud se negó a abandonar su puesto y la presencia mexicana en la isla.
El hambre y las enfermedades comenzaron a hacer mella en la tropa y para 1916 solo sobrevivían Arnaud, su familia, cuatro soldados, cuatro mujeres y también cuatro niños pequeños. El 5 de octubre de ese año, divisaron la chimenea de un barco, y Arnaud junto con tres soldados se lanzaron a buscarlos en una lancha, pero fueron devorados por las olas, muriendo ahogados al instante.
Las mujeres quedaron entonces a merced del único soldado sobreviviente quien las vejó, ellas lograron armarse de valor y unidas le dieron muerte librándose del terror, al poco tiempo afortunadamente fueron rescatadas por un barco norteamericano, concluyendo así la dramática experiencia de México en Clipperton. Un amañado arbitraje internacional presidido por Víctor Manuel III de Italia dio la posesión de la isla a Francia, el sitio esta deshabitado al menos desde 1945. Clipperton ahora pertenece a la Polinesia Francesa.
Clipperton es un territorio que no es significativo para Francia, ningún vínculo la ata al atolón, para México en cambio es un territorio por cuya soberanía han dado la vida mexicanos, un gesto de altura y de concordia a un país que ha sido generoso siempre con Francia sería restituir Clipperton a México, para que al igual que como sucedió con el Chamizal, sea un jirón que regresa a la patria.