Al momento de escribir estas líneas, se desconoce aún el resultado de la contienda electoral en México, proceso acentuado por una marcada polarización de la sociedad mexicana, así como por la violencia imbatible que arrancó la vida a no pocos candidatos. La única certeza que se tiene es que México y algunos estados como Morelos serán gobernados por vez primera por una mujer.
El asunto no es cosa menor, tomando en cuenta la fuerte y plena presencia de las mujeres en la sociedad mexicana y el hecho de que países iberoamericanos como Argentina, Brasil, Chile, Perú, Panamá, Nicaragua y Honduras ya han sido gobernados por mujeres. De cualquier forma, la llegada de una mujer a la presidencia de la república no se debe tomar solo como una cuota de género o como una postura demagógica, sino como una consecuencia natural del devenir de la mujer a lo largo de nuestra historia.
La sociedad mexicana no se puede entender sin la presencia, el vigor y la perseverancia de las mujeres, existen vergonzosas asignaturas pendientes como lo es la equidad plena en algunos sectores, el extirpar la violencia de género, domestica, los acosos sexuales, laborales, así como las altísimas tasas de feminicidios que en casos como el del Estado de Morelos, el año pasado alcanzaron más de 90 crímenes y en lo que va del actual superan los 50.
De cualquier modo, las mujeres mexicanas son extraordinarias, se desempeñan en todos los campos laborales, en todas las expresiones y manifestaciones de nuestra rica cultura y en muchos casos al ser el sostén de sus hogares, comparten las tareas de su trabajo, con las del hogar y con la crianza de sus hijos. Las Fuerzas Armadas en México, a su vez, constituyen uno de los ejemplos más vigorosos de la inclusión y la equidad plena en nuestro país.
A las mujeres las vemos como alumnas en el prestigioso sistema educativo militar, sirviendo en todas las armas y servicios del ejército, volando aviones y helicópteros de la fuerza aérea, tripulando unidades de superficie o aeronavales de la armada, así como en operaciones y puestos administrativos de la Guardia Nacional. En suma, en las jóvenes que vemos hoy portando orgullosas el uniforme, encontraremos el día de mañana a almirantes y generales de arma.
El protagonismo de las mexicanas ha sido constante desde la mitología y la cosmovisión precortesiana, no en vano los mexicas colocaban en el mismo sitio de honor a las mujeres muertas en parto con los guerreros caídos en combate.
La conquista dio ejemplos de mujeres de grandes capacidades como La Malinche que no solo fue amante sino consejera y mano derecha de Cortés, a Tecuelhuetzin inteligente Tlaxcalteca e hija de Xicoténcatl el viejo, fue dada en matrimonio al cruento Pedro de Alvarado, ya bautizada como María Luisa Xicoténcatl acompañó a su esposo a la conquista de Guatemala y está enterrada en la Catedral de Antigua y a Tecuichpo, castellanizada como Isabel, la abnegada hija de Moctezuma II.
El periodo de la Nueva España no se puede mencionar sin tener presente a Sor Juana Inés de la Cruz, la mente más brillante que dio México en los trescientos años del virreinato.
A partir de la guerra de independencia, las mujeres no solo fueron testigos, sino protagonistas de primer orden en todos los procesos sociales y militares de la nación, destacaron las “Barraganas” que siguieron a los ejércitos a lo largo y ancho del país, su papel aún no ha sido reconocido a plenitud, aquí es importante recordar uno de tantos sucesos: en las jornadas previas a la batalla del 5 de mayo en 1862, la Brigada Oaxaca acampaba en San Andrés Chalchicomula camino a incorporarse a las tropas de Zaragoza, cuando por accidente, en medio de la noche estalló un polvorín dejando a la brigada fuera de combate, entre los muertos se contaron cientos de mujeres que brindaban prácticamente el servicio de intendencia a la brigada.
Con el porfiriato surgieron las primeras profesionistas y la revolución trajo no solo a mentes destacadas sino a las afamadas Adelitas a quienes, a diferencia de las Barraganas, la memoria histórica si les ha hecho justicia. Las mujeres también jugaron un papel decisivo en el México post revolucionario y en 1953 alcanzaron la plenitud de sus Derechos cuando les fue otorgado el voto.
A partir de entonces han estado presentes de manera muy significativa en todos los campos de la política y la administración pública. Han cubierto todas las posiciones en los tres poderes y órdenes de gobierno con excepción de la presidencia. Griselda Álvarez fue la primera gobernadora de un estado, Colima en 1979.
Rosario Ibarra, Cecilia Soto, Marcela Lombardo, Patricia Mercado, Josefina Vázquez Mota y Margarita Zavala sentaron un precedente al ser candidatas a la presidencia, sin embargo, ninguna de ellas alcanzó el triunfo.
Hoy el panorama es diametralmente opuesto, la contienda se ha dado entre Xóchitl Gálvez y Claudia Sheimbaum, Jorge Álvarez Máynez ha sido solo un capricho y una mala broma a costa de nuestros impuestos, se vienen tiempos complicados y las jornadas post electorales no se antojan fáciles, de cualquier forma lo que es seguro es que México será gobernado por una mujer por primera vez en poco más de doscientos años de vida independiente, lo cual como se mencionó, no se debe considerar como una cuota de género sino como la consecuencia del papel preponderante de la mujer mexicana en la conformación y consolidación de su patria.