RELATO
12:04 p.m. A la segunda visita que Lone-Boy hizo para trabajarle a “su padre”, al terminar con su faena del día en curso, el hombre se le acercó y entonces le preguntó si quería ir a la otra casa, para así poder descansar, o bañarse en la piscina.
Lone-Boy, que se encontraba sentado en el sofá de la sala, le respondió que sí. Entonces se puso de pie y se fue a buscar su mochila, la cual contenía su muda de ropa limpia, así como también su traje de baño, de color azul marino oscuro.
Minutos después, ambos salieron por la puerta principal de la casa, y se fueron hacia dicho lugar.
Pasados unos quince minutos, ya habían llegado. Lone-Boy, que ya sabía cómo abrir la reja, tomó la llave de la mano de “su padre” y enseguida se dispuso a abrirla.
Apenas entrar a la casa, el hombre se dirigió a descorrer un poco las cortinas, que eran de color azul marino oscuro.
Y, mientras él hacía eso, Lone-Boy se desvistió y luego se metió al baño. En su mente, solamente él podía saber lo feliz y dichoso que ahora se sentía. La casa, que era de un tamaño considerable, sería solamente para él durante el resto de esa tarde.
Ya al siguiente día, se levantaría, tomaría sus cosas, para luego regresar a la casa de “su padre”, la cual se ubicaba solamente como a cuatro cuadras del lugar donde ahora mismo estaba.
Pero, mientras tanto, al día, ahora, todavía le quedaban bastantes horas. Y el joven ya sabía que se lo pasaría muy aburrido, estando completamente solo.
Pero, ¿es que acaso no siempre lo había estado así? SOLO; SIN NADIE A QUIEN AMAR, COMO ÉL SIEMPRE HABÍA DESEADO HACERLO A LO LARGO DE TODA SU MÍSERA VIDA Y EXISTENCIA…
“Amar, amar y amar. ¡Nada más!” ¡AMAR, COMO SOLAMENTE ÉL SABÍA HACERLO! Con toda esa intensidad increíble, que solamente los seres extremadamente sensibles y soñadores como él lo podían hacer…
Lone-Boy solamente logró despertarse de sus pensamientos y divagaciones cuando se dio cuenta de que “su padre”, de sesenta y tantos años, acababa de entrar al baño.
“¡Dime que no estoy soñando!”, pensó para sí mismo el joven, cuando sintió cómo “su padre” comenzaba a enjabonarle su cuello, espalda, nalgas y piernas.
“¡Daddy!”, sintió Lone-Boy querer musitarle al hombre. “¡Qué feliz me siento estando aquí y ahora contigo, ¡JUNTO A TÍ…!”
Lone-Boy solamente sentía querer desmayarse del tanto placer que ahora vivía y experimentaba con cada uno de sus sentidos. “Vista, Olfato, Oído, Tacto…” Cada uno de sus sentidos hacía todo lo posible por procesar la información que le correspondía.
“¡Dios!”, pensó Lone-Boy, cuando “su padre” se puso a besarlo con muchísima intensidad. “CREO QUE EL CIELO SÍ EXISTE…” Porque todos estos instantes eran -precisamente- eso para él: “EL CIELO MISMO”.
Con los ojos cerrados, para así no despertar de tan hermoso sueño, Lone-Boy le correspondió “a su padre” con caricias, besos y susurros de placer. “Ahhh.
Ahhh…”
El hombre, que ni de asomo podía imaginarse toda la larga espera que el joven había hecho, solamente continuó besándolo, acariciándolo y mirándolo de esa manera que Lone-Boy no podía terminar de entender.
“¿Es que acaso también se estará sintiendo “un papá amando a su hijo…?”, se preguntó Lone-Boy, para luego intentar de apagar todo este tipo de cuestiones y pensamientos.
La mejor parte de toda esta hermosísima vivencia llegó unos minutos después.
Lone-Boy lo supo de manera perfecta, cuando entonces salió de la regadera.
Como un niño tímido, se quedó parado junto al retrete, esperando a que “su padre” terminase por enjuagarse su cuerpo maduro.
El hombre, tampoco podía tener una idea de lo mucho que ahora era admirado por los ojos de este ser, que tanto había sufrido…
Lone-Boy tampoco se lo confesaría. Porque entonces sabía que ya no venía al caso traer al presente mismo cosas que, aunque todavía le seguían doliendo “mucho”, ya no dominaban por completo su presente actual.
Segundos después, el acto más hermoso, tierno y amoroso comenzó a suceder frente a los ojos del joven.
El hombre, “su padre adoptivo”, apenas salir del baño, tomó la toalla, que también era del mismo color que las cortinas, y se la colocó sobre su cabeza.
Acto seguido, con mucha lentitud y ternura, comenzó a secarle su pelo, su cuello, su pecho, sus piernas, sus nalgas…
Lone-Boy entonces ¡cerró los ojos! Por dentro, sintió DERRETIRSE por completo. Y es que, ¡solamente él podía saber lo muchísimo que había soñado, deseado y esperado que un hombre así, como éste, hiciese lo que ahora le hacía: “Secarle su cuerpo con tanta ternura, suavidad y cariño. Sí. Como todo un padre amoroso y atento…”
Y, mientras sentía cómo “su padre” terminaba por secarle el resto de su cuerpo, Lone-Boy solamente sintió querer decirle, con toda la vehemencia de la que solamente alguien como él era capaz de hacerlo: “DADDY… I LOVE YOU…”
Pero no lo hizo. Y no porque no quisiera o no pudiera, sino porque sabía que era demasiado pronto como para revelárselo al hombre: “All my life, I only wished, dreamed and waited for to have… A DAD… JUST LIKE YOU…”
(“Toda mi vida, solamente deseé, soñé, y esperé tener… UN PAPÁ… SÓLO COMO TÚ…”)
Anthony Smart
Agosto/05/2023