RELATO
5:49 p.m. Había pasado solamente un mes desde que Lone-Boy comenzó a trabajar para aquel hombre, aquel hombre al cual ahora AMABA YA DE MANERA INFINITA.
Pero, en su interior, solamente parecía tener la sensación de que en realidad habían pasado cientos de años ya.
Y es que; muchas eran las cosas y las situaciones que le habían sucedido, esto sin contar todas las muertes interiores que había padecido a lo largo de toda una vida. Cada segundo había muerto…
Y, solamente de cuando en cuando, cuando lograba cierto pequeño grado de “bien-estar” era que él lograba sentir “nacer” un poco; ¡tan solo un poquito! Nacer, para luego, después de unas horas o un día, volver a morir; ¡otra vez!
Así que ahora, con todo su pasado a cuestas, y también con su presente mismo, no ausente de dolor físico y neurológico, Lone-Boy, ¡una y otra vez se esforzaba a lo máximo por solamente “NACER”!
¡Nacer y disfrutar cada segundo que ahora pasaba y compartía con “¡ÉL”, “su nuevo padre”!
Nacer, sí, a pesar de todo ese dolor en su interior y cuerpo exterior… ¡NACER, Y SOLAMENTE SONREÍRLE A SU PADRE! Nacer, y solamente abrazarse a su padre.
Nacer, y solamente dejarse amar con entera plenitud por “ÉL”: SU NUEVO PADRE.
Lone-Boy sabía perfectamente que era así, de esta manera, como debía de hacerlo. Y todo ese dolor, y todo ese drama actual, ¿acaso debía de esconderlo?
Pero, ¿y si no lo hacía así, entonces qué ganaba él con preocupar a su padre con todo su tormento…?
¡Vaya que si Lone-Boy entonces se había vuelto todo un maldito sabio! Un sabio que ahora sabía AGUANTAR con absoluto estoicismo cada maldita embestida que el dolor, una y otra vez volvía a proporcionarle.
Como un ganado negro, con cuernos largos y con un peso corporal de 600 kilos, así mismo el dolor venía y embestía todo el ser interior y exterior de este joven. Pero Lone-Boy, como todo un maldito torero, en medio de su ruedo solitario y enorme, se mantenía quieto en su sitio.
“¡VENTE, DOLOR! ¡VEN Y CORNÉAME TODO LO QUE SE DÉ TU PUTA GANA!” ¡VEN, QUE AQUÍ ESTOY!, ¡ESPERÁNDOTE…!”
“¡Oleeeeeeé!”
En medio del coliseo de la vida, Lone-Boy, a pesar de todo su sufrimiento desgarrador, ahora se la pasaba bomba TOREANDO LAS EMBESTIDAS DE ESE MALDITO TORO NEGRO LLAMADO “DOLOR”.
“¡Oleeeeeé, TORERO!”
“¡ERES UN VALIENTE, NO UN COBARDE! QUE NUNCA SE TE OLVIDE, LONE-BOY…”
Y así, como todo un valiente, este joven, ahora, seguía y seguía “con su faena en este ruedo gigantesco llamado “VIDA”.
Y, como todo un ser estoico, así mismo Lone-Boy seguía y seguía amando a su nuevo padre, sí, A PESAR DE TODO SU PASADO DOLOROSO Y SU PRESENTE…, que algunas veces venía y le otorgaba “UN POCO DE NACIMIENTO”.
Y, exactamente aquí, en sus lapsos breves “de nacimiento”, era donde el joven volvía a sentir estar en común-unión CON TODO ESTE UNIVERSO Y DEMÁS GALAXIAS INFINITAS…
Y la vida, entonces, se tornaba para él EN LA COSA MÁS SUBLIME Y EXQUISITA.
Anthony Smart
Septiembre/09/2023
6:14 p.m. Saturday