RELATO
5:41 p.m. … Y entonces sucedió que LA VIDA SE VOLVIÓ PARA LONE-BOY LA COSA MÁS INCREÍBLE Y MARAVILLOSA. Y es que, su fantasía de toda una vida, al fin la había podido hacer realidad: “COMPRARLE A SU PADRE REGALOS”.
El cielo entero, así como los árboles de todo aquel lugar, habían sido algunos de los testigos de tan hermoso acontecimiento.
Sintiendo al fin AMADO Y PERTENECIDO, LONE-BOY SALIÓ DE AQUELLA TIENDA Y LUEGO SE FUE A UNA TIENDA DE BICICLETAS…
Dentro de su mochila llevaba un cinturón, que minutos antes había escogido con mucho cuidado. Él cinturón era de él, sí; pero, esa tarde, después de varias horas de haber estado en Mérida, al regresar a casa de su Padre…
Al estar en aquella tienda, frente a todos esos cinturones de varios modelos y colores, Lone-Boy solamente no paró de pensar en querer comprarle UN CINTURÓN PARA SU PADRE, LLAMADO “SHAYNE”.
Sentía tantas ganas de llegar a su casa, y solamente ir hacia él y decirle, con toda esa alegría que solamente él podía sentir: “¡PAPÁ! ¡MIRA QUÉ TE COMPRÉ!”
Pero, algo en su interior le hizo dudar un poco. Y qué tal si a su padre no le gustaba el modelo o el color.
Como todo un experto en ropa y accesorios para hombre, Lone-Boy sabía muy perfectamente que aquel modelo de cinturón, así como también su color, venía siendo el cinturón perfecto, tanto para él, así como también para un hombre como su mismo padre.
El modelo, así como su color, podía ir muy bien combinado con cualquier pantalón, shorts y demás telas… Lone-Boy lo sabía todo sobre telas y texturas… Como autista que él era, “su mente” sabía ver muy bien un sinfín de combinaciones de colores y telas…
Lone-Boy era MUY INTELIGENTE, sí, pero, algunas veces, también algo torpe. Pero ahora, su padre, que ya comenzaba a conocerlo, más y más, siempre estaba allí junto a él para ayudarlo, y para resolver las pequeñas cosas con las que su cerebro siempre terminaba colapsando.
“¡No puedo!”, emitía algunas veces el joven, cuando se daba cuenta de lo torpe que su cerebro resultaba ser para algunas pequeñas cosas: “Abrir una reja de una manera más rápida, así como también hacer salir de su lata “crema para pastelillos”.
Pero su padre, con toda la paciencia del mundo, como sucedió aquella noche, una y otra vez le mostró cómo hacerlo. Y entonces Lone-Boy al fin pudo hacerlo. Al fin logró hacer salir de su lata aquella crema para pasteles y demás.
Ese día, como siempre había sucedido en muchas ocasiones anteriores, AQUEL HOMBRE TAN SABIO, nuevamente pareció adivinar los pensamientos de su hijo.
Lone-Boy ya había pensado en quedarse con el cinturón que había comprado. Pero, ese día, domingo en la mañana, luego de desayunar los huevos revueltos con frijoles, que su padre amoroso le había preparado, y luego que terminó de comer, cuando le llegó el momento de comenzar a despedirse, entonces recordó que debía de mostrarle el cinturón a su padre.
Con toda la alegría del mundo, fue donde se encontraba asentada su mochila y entonces sacó el cinturón. Acto seguido regresó donde su padre se encontraba parado y, sintiéndose un niño grande, le dijo: “¡AQUÍ ESTÁ EL CINTURON QUE TE DIJE QUE COMPRÉ!” “Creo que a ti te vendría muy bien”, dijo después, en inglés.
Su padre, confundiendo entonces lo que él había dicho, le dijo gracias, y entonces extendió su mano para agarrar el cinturón. “¡PERO ÉSTE NO ES EL TUYO!”, quiso y pensó en querer decirle Lone-Boy. “PRIMERO QUERÍA SABER SI TE GUSTA, PARA LUEGO REGRESAR A ESA TIENDA Y COMPRARTE EL TUYO…”
Pero, viendo toda esa alegría en el rostro de su padre, Lone-Boy solamente pensó: “SOLAMENTE ESPERO QUE EN VERDAD TE GUSTE Y QUE LO USES…”
En su interior, Lone-Boy se moría de ganas por ver a su Padre usando el cinturón que él mismo le había comprado. Porque entonces “VER A SU PADRE USAR ALGO COMPRADO POR ÉL, SIEMPRE FUE -Y HABÍA SIDO- UNA DE SUS ETERNAS FANTASÍAS”.
Porque, pensó Lone-Boy: “SOLAMENTE LOS HIJOS QUE AMAN DE VERDAD A SUS PADRES LE COMPRAN PEQUEÑOS REGALOS”.
Y ÉL, ¡¿Qué SI AMABA A SU PADRE?! ¡LO AMABA! LO AMABA Y LO ADMIRABA, COMO A NADA NI A NADIE MÁS EN EL MUNDO…
Y, esa tarde, Lone-Boy al fin vio su fantasía HACERSE REALIDAD.
“¡POR FIN!”, pensó. “¡POR FIN MI PAPÁ USA ALGO QUE YO LE COMPRÉ!”
Su felicidad era tan PERO TAN GRANDE, QUE, ÉL, SOLAMENTE SINTIÓ UNA GANAS INFINITAS DE LLORAR… LLORAR, PERO DE PURA FELICIDAD.
Porque entonces SU PADRE, LLAMADO “SHAYNE FLEMING”, LE HABÍA MANDADO UNA FOTO, CON UN MENSAJE QUE DECÍA:
“HOY ME HE PUESTO ESTA CAMISA, ESTOS SHORTS; Y TAMBIÉN HE ESTRENADO EL CINTURÓN DE MI HIJO…”
En la foto, SU PADRE, SE VEÍA GUAPÍSIMO CON SU CAMISA AMARILLA, SUS SHORTS CON ESTAMPADOS DE FLORES, Y SU CINTURÓN MUY BONITO.
“PAPÁ”, le escribió Lone-Boy a su padre, en un mensaje de “WhatsApp”. “TE VES MUY GUAPO Y DISTINGUIDO…”
Los ojos de Lone-Boy, una y otra vez admiraron toda la imagen completa de su Padre. Todo él se veía en verdad MUY GUAPO Y DISTINGUIDO. Y, Lone-Boy, en su interior, SE SINTIÓ POR ORGULLOSO POR TENER UN PADRE ASÍ.
Después, observando una vez más aquel cinturón tan bonito adornando la cintura de su Padre, Lone-Boy, quien tan indigno y sin valor se había sentido toda su vida entera, al fin pudo permitirse decirse así mismo:
“SOY TU HIJO. Y; POR LO TANTO, APARTE DE AMARTE COMO LO HAGO, COMPRARTE PEQUEÑOS REGALOS, DE VEZ EN CUANDO, SOLAMENTE ME HACE SENTIR QUERER CORRER HACIA TI PARA MOSTRARTELOS Y, Y ENTONCES DECIRTE:”
“¡PAPÁ! ¡VEN! ¡MIRA LO QUE TE HE COMPRADO…!”
Anthony “Swan” Smart
Diciembre/23/2023
6:21 p.m. Saturday