RELATO
To My Papa Shayne Fleming…
8:28 p.m. … De repente, sin haberlo notado o haberse dado cuenta, el pasado y el presente mismo, de nueva cuenta hundieron al joven Lone-Boy. Y, en menos de lo que canta un gallo, todo su poco existir se volvió muy oscuro.
Estando así, él, de nueva cuenta volvió a sentir “terror, angustia, soledad, vacío; y también todo ese sentimiento de perdida y abandono”.
Sin darse cuenta, tampoco, toda su mente entró en toda esa serie de pensamientos, que lo único que propiciaron fue que él no parase “de insultarse así mismo”. “Soy un perdedor, un asco; no soy lo suficiente bueno para nada ni nadie…”, etcétera.
Pero esta vez, a diferencia de todos los años anteriores, en su tan desgraciada vida; ¡esta vez él sí tuvo a su lado A UN ALGUIEN QUE LO AYUDÓ A ATRAVEZAR TODOS ESTOS INSTANTES TAN DOLOROSOS Y TORMENTOSOS!
Y, ese alguien no era nadie más, sino que SU PROPIO PADRE.
Aquel hombre, como todo un padre amoroso y sabio, en verdad que supo cuidar de su hijo, y de su alma tan dañada, que ya tan cansada se había encontrado de tanto luchar.
Como todo un verdadero padre, que sabe cuidar de verdad a su hijo, SE MANTUVO AL PENDIENTE DE ÉL, ¡TODO EL TIEMPO! Y Lone-Boy, que tan nublado tenía su cerebro y su mente, solamente pudo ver con claridad TODO LO QUE SU PADRE HABÍA HECHO POR ÉL, CUANDO ENTONCES EL DOLOR EN SU CRÁNEO, FRENTE Y DEMÁS PARTES DE SU CUERPO COMENZARON A CEDER OTRA VEZ.
Después, “cuando su tormenta pareció despejarse en su interior”, ÉL, DE NUEVA CUENTA REGRESÓ HACIA SU PADRE. Y, PIDIÉNDOLE DISCULPAS POR TODOS ESOS MALOS TIEMPOS, ¡DE NUEVA CUENTA LO ABRAZÓ CON TODA SU ALMA!
“¡PAPA!”, una y otra vez lo llamó Lone-Boy. Después, mirando directamente hacia sus ojos, pero por solamente unos breves segundos, ya no supo qué más decirle.
PORQUE ENTONCES ÉL, SINTIÓ QUE NO HABÍA NI EXISTÍAN PALABRAS SUFICIENTES PARA PODER DARLE LAS GRACIAS A SU PADRE, POR TODO SU AMOR, CARIÑO, TERNURA, PACIENCIA, ATENCIÓN Y CUIDADO…
“¡ERES EL MEJOR PADRE DEL MUNDO!” “¡TÚ ERES MI INSPIRACIÓN PARA PROSEGUIR EN MI CAMINO!”, fueron entonces dos de las frases que Lone-Boy pudo encontrar para así agradecerle un poco a su padre canadiense.
Aquel día, que fue miércoles, todo pareció ser muy difícil para el joven. Pero, después de tanta atención y cercanía por parte de su padre, al llegar jueves, y gracias a que el dolor en él ya había disminuido un poquito más, se despertó con un rostro totalmente diferente.
Sus ojos, grandes y cafés, le brillaban de una manera increíble. Su sonrisa, que de por sí hermosa y perfecta, esa mañana pareció serlo todavía muchísimo más.
Quien lo hubiese visto un día antes, seguramente que solamente habría pensado que se trataba de otra persona complemente distinta. ¡Pero no! Ambos eran el mismo.
Y su padre, como siempre, fue el primero quien se dio cuenta de todo ese cambio en su rostro. “¡Wow!”, dijo, apenas y vio a su joven hijo asomarse frente a él. “¡MIRA TU ROSTRO!” “¡MIRA ESA MIRADA TUYA DE FELICIDAD…!”
Y, Lone-Boy, sintiéndose infinitamente alegre y feliz por estar en casa de su Padre, como un niño grande, se acercó hasta él y; como un pequeño cachorro que ama lo indecible a su Padre, restregó su rostro contra la barba de aquel.
“PAPA”, musitó Lone-Boy, mientras se mantenía abrazado al cuerpo de su padre, llamado: “Shayne Fleming”, “I LOVE YOU…!”
Y su padre, acariciándole también, le replicó, en inglés: “I LOVE YOU TOO, MY SON…”
Y, esta frase ETERNA, Lone-Boy, como todas las demás otras veces en que su Padre siempre se lo había dicho, enseguida la guardó EN SU MENTE, CEREBRO, ALMA Y CORAZÓN…
Y, esa tarde, como todas las demás -que hasta ahora había pasado y compartido JUNTO A SU GUAPO PADRE SHAYNE CARL FLEMING-, SE CONVIRTIÓ, PARA ÉL,
EN…
UNA TARDE INOLVIDABLE.
Anthony “Fleming” Smart
Enero/13/2024
9:07 p.m. Saturday