Aunque pese
Por: Salvador Martínez García
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), como universidad pública, lleva inherente su sentido social, esto es incuestionable.
Algunos, sobre todo intelectuales de la derecha, empresarios y profesionistas acaudalados egresados de la UNAM, se rasgan las vestiduras por el señalamiento del presidente López Obrador sobre la derechización de la máxima casa de estudios en las últimas décadas, lo cual también es incuestionable.
Nadie puede olvidar los movimientos estudiantiles patrocinados y las manifestaciones de académicos e investigadores que han pretendido que se establezca onerosas colegiaturas para todos los universitarios, la mayoría de los cuales no podrían pagarlas. Eso es lo que algunos todavía quieren.
La concepción de la universidad pública es justamente proveer de educación superior a quienes carecen de recursos para pagar instituciones privadas.
Hasta hoy, la UNAM es prácticamente gratuita para sus 361 mil alumnos en sus niveles de educación media, profesional y posgrado, lo que es un gran aliciente para la población nacional que sabe que con esfuerzos puede alcanzar una carrera universitaria.
La UNAM debe ser para todos, en sus aulas debatirse sobre cualquier ideología, sin prejuicios ni descalificaciones, pero sin perder su esencia social, su origen a favor de los más y no de capas privilegiadas.
Al igual debe mantener e incrementar sus niveles académicos. Que los estudios en la UNAM sean de alto nivel, como las mejores universidades del mundo. Nadie debe espantarse porque la UNAM misma entre a debate.
SUSURROS
Muy decepcionado, sumido en sus nostalgias, debe estar Claudio X. González Guajardo, frente a la publicación de ayer en el Financial Times, en relación a una encuesta de popularidad de jefes de Estado en el mundo que ubica a Andrés Manuel López Obrador en el segundo lugar global.
En su última actualización la empresa Morning Consults da a AMLO 65 por ciento de aprobación, solo por debajo del primer ministro de la India, Narendra Modi, quien alcanzó una aceptación popular del 71 por ciento.
Lo publicado de manera destacada por el diario británico hace ver que la labor auto impuesta por Claudio X. para “tomar nota de todos aquellos que, por acción, o por omisión alentaron las acciones y hechos de la actual administración”, le resultara más que imposible, pues tendría que integrar un listado similar al del INE.
Su reaccionaria mentalidad no le da para entender la realidad política y social del país.
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