Claudia Rodríguez
El dialogo entre las autoridades y la Coordinadora de Trabajadores de la Educación (CNTE), parecería absurdo ante la sentencia insistente del secretario de Educación, Aurelio Nuño, respecto a que la reforma educativa no se negociaría, sólo la paz.
El secretario Nuño, debería saber que cuando la pacificación se negocia es porque la situación ha llegado al límite y en este caso, él es parte del conflicto y hacerse a un lado no lo deja de involucrar y responsabilizar.
La Administración federal viene de tropiezo en tropiezo hasta que en el cuarto año del sexenio de Enrique Peña Nieto logró la antipatía colectiva, expresada incluso a través del sufragio y no sólo eso, también la protesta colectiva y organizada en varios puntos del país.
Es tal la convulsión nacional, que desde el exterior México es señalado como un país en dónde los gobernantes y corruptos, reprimen a la población con la fuerza de sus policías, que traen como saldo; muertes, heridos, desaparecidos y más.
El conflicto nacional, no sólo es de los maestros disidentes, también lo es de muchos maestros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y de otros cientos de miles de trabajadores mexicanos, porque la represión es laboral antes que nada.
A las mesas de negociación que ahora abrió la Secretaría de Gobernación por orden –o miedo o precaución–, del presidente Enrique Peña Nieto, debieron acudir más representantes de la sociedad y tener el trato que la clase empresarial de este país tiene ante sus reclamos. Claro que el Ejecutivo igual, deja bien claro para este, los mexicanos no todos somos iguales y clarifica que la atención para cada piso del edificio social es discrecional.
Si el Gobierno sólo dialoga con el magisterio, no logrará ya ninguna pacificación porque son más los que ya se adhirieron a su movimiento que igual han sido lastimados en su dignidad y que les imposibilita sobrevivir con el sueldo astringente al que las leyes –que tanto Nuño defiende– condena.
Al ciudadano común no se le escucha, tiene que ajustarse a la ley por más obsoleta, inequitativa o injusta que sea y hacernos oír puede costarnos la libertad o la vida.
Al Ejecutivo le resta un hombre que defiende una ley a ultranza sin empatía con los involucrados, incluso, en medio de un diálogo más a fuerza que en el ánimo de concertar.
Se requiere un diálogo nacional, que sea abierto, plural y con ánimo de beneficiar a los mexicanos no solo a los grupos de poder ya demasiados empoderados.
Acta Divina… “El diálogo con la CNTE es político, la reforma educativa continuará”: Aurelio Nuño, secretario de Educación.
Para advertir… Aurelio Nuño se auto nulificó.
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