Magno Garcimarrero
Si a la calle conocida con el nombre de Salvador Díaz Mirón, se le pusiera el nombre completo de este personaje, no alcanzaría la cuadra para anotarlo, porque su registro de nacimiento dice: Salvador Antonio Edmundo Espiridión y Francisco de Paula Díaz Ibáñez. El Díaz Mirón era apellido de Manuel su padre. Éste don Manuel tuvo también una vida destacada y fue gobernador del estado de Veracruz en 1862-1863, mero en tiempos de la intervención francesa.
El mote de “VATE” veracruzano, lo distingue del otro “BATE” … “primer bate veracruzano” Beto Ávila, distinguido beisbolista. El bate Beto también tiene nombre largo: Roberto Francisco Ávila González, quien se distinguió en las grandes ligas, campeón de bateo en 1954 e, igualmente adornó con su nombre un campo deportivo.
Pero dejemos por ahora al bate y volvamos al vate. Don Salvador, vecino del rumbo de “Los Berros” en Xalapa, Ver., cobró tantas luces como poeta, que la mayoría de sus paisanos jarochos y compatriotas mexicanos, olvidamos que fue multihomicida, que pagó con años de cárcel sus delitos; que fue simpatizante del usurpador Victoriano Huerta, y que persiguió (sin alcanzar) a Santana Rodríguez (Santanón) el rebelde de San Juan Evangelista quien lo hizo llorar de coraje, mediante el burlesco regalo de una caja de puros sanandresanos, según lo contó Humberto Aguirre Tinoco.
Violento y rijoso como pocos, sufrió la disfunción permanente del brazo izquierdo, por herida de bala que le propinó en duelo Ignacio Luchichí. Asimismo, atacó pistola en mano a su compañero diputado Juan Chapital, en plena Cámara y, gracias a que éste lo abrazó, don Chava vació la pistola sin lograr atinarle un solo balazo.
Se batió en duelo de pistola con Manuel Migoni a quien no mató porque la bala se quedó en la cartera que éste llevaba en la bolsa de la camisa. Así también retó a duelo al gobernador Luis Mier y Terán, por haber ejecutado éste, la orden de Porfirio Díaz: “Mátenlos en caliente” en contra de los levantados que proponían el regreso de Lerdo de Tejada a la presidencia (1879).
Varios años pasó en la cárcel de Belén, por homicidio: en 1883 mató a Leonardo Llada y en 1885 mató a Federico Wólter.
Su esposa, doña Genoveva Acea Ramón, en muchas ocasiones intentó convencerlo de torpezas, con los delirios de su mente loca, pero, la razón del poeta era a la par luz y firmeza… firmeza y luz como el cristal de roca, así que lo dejó por imposible… Dado que, ella era como la paloma para el nido, mientras que él era como el león para el combate.
M.G.