La figura del general Miguel Miramón nunca podrá estar exenta de polémica. Más allá de haber sido una de las principales espadas del bando conservador durante la Gran Década Nacional y compartir el patíbulo con Maximiliano de Habsburgo, se le achaca el contraer la deuda externa que como pretexto ideal, desencadenó la segunda intervención francesa en México, así como el ordenar a Leonardo Márquez el fusilamiento de alrededor de 500 prisioneros en Tacubaya en abril de 1859.
De igual forma, Miramón fue el presidente más joven que ha tenido México, pero más allá de cualquier reproche ideológico, tuvo el blasón de ser alumno y héroe del Colegio Militar en 1847. Miramón fue hecho prisionero trás el combate de Chapultepec y su nombre figura con justicia en el primer monumento a los defensores del histórico alcázar. Su experiencia en aquellas acciones de juventud lo llevaron a acuñar una certera frase con respecto a nuestra compleja relación bilateral con los Estados Unidos: “Somos vecinos, no amigos”
La participación de Donald Trump en la carrera presidencial en Estados Unidos en 2016, irrumpió con sorpresa en ambos lados de la frontera, previamente en 2011, en la tradicional cena del presidente con los corresponsales de prensa acreditados en la Casa Blanca, Barack Obama, bromeó sarcásticamente con la posibilidad de que Trump fuera su sucesor, en ese momento jamás imaginó que en enero de 2017 entregaría la estafeta al controvertido empresario inmobiliario y celebridad televisiva. Durante su primera campaña presidencial, en México cayó como balde de agua fría la retórica anti mexicana de Trump, muchos criticaron que el presidente Peña Nieto lo invitara en agosto de 2016 a Los Pinos, sin embargo, hay que reconocer el olfato de Peña Nieto al prever que el neoyorquino sería el próximo presidente norteamericano y buscar distender su postura contra México.
En 2018, López Obrador asumió la presidencia y capeó el temporal con el vecino del norte, no criticó a Trump, contrario a su estilo, hizo un viaje a Washington en 2020 y se allanó a la peticiones norteamericanas con respecto al tema migratorio, incluso ambos presidentes llegaron a elogiarse mutuamente.
Ahora el panorama es diferente, Trump llega con más fuerza que nunca, su victoria electoral fue contundente, y al igual que MORENA en México, los Republicanos han consolidado una mayoría en ambas cámaras. El amago de Trump de deportar masivamente a los indocumentados, no es cosa menor, pues estos no serán deportados hacia Canadá sino a México, aunado a lo anterior la mitad de los ilegales en territorio norteamericano son mexicanos. Las amenazas del presidente electo hacia el sector automotriz en nuestro país y la revisión al T-MEC, también pueden ocasionar un impacto negativo en la economía mexicana.
La cuestionada Reforma Judicial implica otro frente que compromete México, pues nuestro vecino del norte, seguramente cuestionará, como ya lo hizo el embajador Ken Salazar el pasado mes de agosto, la falta de imparcialidad y autonomía en la administración de justicia y en el equilibrio e independencia que debe existir entre los poderes del pacto federal mexicano.
Como si todo lo anterior no fuera suficiente, la sombra de la corrupción y las drogas enturbian la relación bilateral entre México y Estados Unidos. Es del dominio público que aquí, la corrupción ha permeado en los tres niveles y órdenes de gobierno, incluso hay porciones de nuestro territorio sin Estado de Derecho como los son el Guerrero de Salgado Macedonio o el Sinaloa de Rocha Moya. Los norteamericanos jamás reconocerán que la vecindad con nuestro territorio ha originado las crisis de migración y narcotrafico, sino simplemente nos culparan por ello. El secuestro y captura del Mayo Zambada dan cuenta de que nuestros vecinos están dispuestos a pasar por alto nuestra soberanía en aras de justificar la seguridad de su “Homeland”. El mismo presidente electo Trump ha manifestado en más de una ocasión su intención de combatir de manera directa a los grupos delictivos mexicanos.
Por ende y ante la complejidad de los escenarios mencionados, la receta de Lopéz Obrador con respecto a la relación con Donald Trump seguramente es ya insuficiente para el gobierno de México. La presidenta Sheinbaum ha compartido que su primera llamada con Trump fue cordial, y el mismo presidente electo norteamericano ha destacado de manera positiva la figura de la presidenta mexicana, sin embargo Claudia Sheinbaum deberá echar mano de los mejores recursos y talentos de México para consolidar si no una amistad, al menos una buena vecindad con los Estados Unidos, en aras no solo del desarrollo conjunto de ambas naciones, sino de los lazos e intereses que de manera indisoluble nos unen.