Rúbrica
Por Aurelio Contreras Moreno
Los actos estridentes, las demostraciones de “músculo” político y el acarreo de trabajadores del estado lo mismo para desfiles que para las manifestaciones maquinadas desde el poder de los últimos meses en Veracruz –todo con cargo al erario-, además de demostrar el uso patrimonialista de los recursos gubernamentales para servir a intereses que no son los de la sociedad, son parte de una lucha interna que se desarrolla en Morena por hacerse de las principales candidaturas que se disputarán en la entidad el año entrante, salvo la gubernatura, que responde a otra lógica.
No es casual que la manifestación de este sábado frente a la Suprema Corte de Justicia de la Nación haya sido convocada en primera instancia por los diputados locales de Morena y sus satélites. Quien buscó beneficiarse con esa pantomima fue el jefe de los dóciles legisladores, Juan Javier Gómez Cazarín -con la venia del gobernador Cuitláhuac García-, con el objetivo de ganar la candidatura de Morena al Senado por Veracruz.
Pero el ex vendedor de autos no es el único “tirador” para esa posición. En el mismo sentido se mueve el subsecretario de Finanzas y Administración Eleazar Guerrero Pérez, primo hermano del gobernador y líder de la organización “Unidos Todos”, creada al amparo de los recursos públicos que el funcionario maneja a discreción y con los cuales lo mismo derrocharon millonadas durante la campaña para la dizque “revocación de mandato”, que en las movilizaciones al zócalo convocadas por el presidente y, por supuesto, en proselitismo político en favor de Morena como al que actualmente mandan a los burócratas, repartiendo propaganda en los municipios de la entidad.
El “primo incómodo” de Cuitláhuac García también quiere ser senador, así como antes buscó ser alcalde y diputado bajo las siglas del PRI y de partiduchos creados durante el fidelato y el duartismo. Lo que demuestra, por supuesto, sus fuertes “convicciones” de “izquierda”.
Un tercero en discordia es el secretario de Gobierno, Eric Patrocinio Cisneros Burgos, quien montándose en la pigmentación de su piel se victimiza con ello cada que le llueven críticas por su desastrosa gestión, mientras se dice defensor de la raíz negra en Veracruz. Y al igual que los otros dos, dispone de los recursos públicos para su promoción política personal vía festivales populares y, particularmente, con la publicación de libros que imprime la Editora de Gobierno –adscrita a su dependencia-, que luego publicita y “presenta” personalmente por todo el estado.
La cuarteta la cierra el secretario de Educación de Veracruz, Zenyazen Escobar, que encabeza la dependencia con el mayor presupuesto del estado, lo cual le sirvió para crear su propia plataforma política: la asociación “Maestros con Morena”, con la cual controla a una buena cantidad de docentes que lo mismo reparten propaganda que llenan plazas.
Tienen dos problemas. El primero, que solo una candidatura al Senado puede ser ocupada por un hombre, pues la fórmula debe llevar forzosamente a una mujer. Y el segundo, que todas las pifias cometidas por el morenato veracruzano terminarán impactando las posibilidades de triunfo de quienes se vean involucrados en las mismas.
Los cuatro estuvieron este sábado en el asedio a la Suprema Corte de Justicia. Pero uno de ellos, Eric Cisneros, fue captado cargando uno de los ataúdes con la imagen de la ministra Norma Piña, desplante que provocó una condena unánime y ya le representa un alto costo al gobierno de Cuitláhuac García y a todos a su alrededor.
No por nada el convocante original, Gómez Cazarín, salió a deslindarse del “chistesito” que, según la justificación absurda del gobernador, fue solo en “sentido figurado”, pero que irremediablemente los muestra como apologistas del feminicidio. Es palo dado.
Más allá de que la nula inteligencia de estos personajes los lleva a cometer semejantes despropósitos, lo verdaderamente grave es que, sabiéndose impunes –al menos por ahora- y en aras de favorecer sus ambiciones personales, tengan a Veracruz como su rehén.
Y de lo que todavía serán capaces de hacer.
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