Carpetas y libros de artista realizadas con las técnicas de litografía, serigrafía, aguatinta, aguafuerte, zincografía, colografía, así como un óleo, dos acrílicos, tres gouaches y dos esculturas forman parte de las 89 piezas que integran Vicente Rojo x Vicente Rojo. Retrospectiva gráfica 1968-2020, exposición que a partir de este sábado 1 de abril el público podrá apreciarse en el Museo Nacional de la Estampa del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal).
Acompañada de especialistas, colaboradores y sobre todo de amigos, la directora general del Inbal, Lucina Jiménez López, agradeció el compromiso de la familia del artista para la realización de esta retrospectiva, en la cual se manifiesta la pasión de un creador tan enorme, como lo es Vicente Rojo, “las instituciones no podríamos hacer nada, porque es la familia quien preserva honra y se compromete también con esa permanencia de la memoria, pero además no como una memoria del pasado, sino como una memoria viva, constantemente en retroalimentación”.
Al reiterar que este día se cumple con el compromiso institucional, la titular del Inbal señaló que se mantiene viva la obra de un gran creador que, como pocos, no solo hizo un tránsito cultural enriqueciendo la vida artística de México, sino que sobre todo hizo un tránsito por todas las disciplinas por las que él fluyó de una manera muy natural.
“Pocos creadores como él fluyeron precisamente en una transfiguración, desde la gráfica hasta la escultura, pasando por una revolución tremenda que hizo él con toda una generación para que este país pudiera transitar hacia una modernidad y hacia una visión muchísimo más libre en términos de la creación artística”, agregó.
La escritora Bárbara Jacobs -compañera del artista catalán- acompañó a la titular del Inbal en el recorrido a la muestra que presenta 89 piezas, y al dirigirse a Vicente Rojo Cama -hijo del artista-; a Diego Rojo Espinosa, Nora y Mara Sacristán Rojo -nietos del artista-; a Alejandro y Mónica Rojo Mediavilla, Ferran y Alonso La Torre Rojo -sobrinos de Vicente Rojo-; a Lilia Prado, y a Vicente Avilés, así como al equipo curatorial del Munae, Lucina Jiménez comentó que la vida de un artista está siempre acompañada de muchísimas complicidades, muchísimos sueños compartidos y de muchas maneras de irrumpir en el mundo del arte, buscando siempre cómo decir aquello que es imposible y eso fue lo que hizo Vicente Rojo: “hizo que la geometría se convirtiera en un elemento articulador de una poética libre, en su trazo libre, en su capacidad de que esa geometría, esas series, esas formas adquirieran aquello que hoy nos emociona”.
Por último, consideró que con esta exposición se hace un recuento de la gráfica y sus tránsitos, como la acción complementaria a la gran retrospectiva que se hizo en el Museo de Arte Moderno, que también fue una obra y una encomienda del propio maestro Vicente Rojo
Esta exposición se hizo con mucho amor
Por su parte, Diego Rojo reconoció que esta exposición se hizo con mucho amor “y eso se me queda claro, el amor a mi abuelo, al arte, a la cultura. Por eso la familia está muy agradecida”, tras lo cual reconoció la labor y apoyo del Inbal, al director y a los trabajadores del Munae, a la curadora Lilia Prado, entre otros, y reiteró: “creo que le hubiera encantado muchísimo a mi abuelo”.
El director del Munae, Emilio Payán, expresó que esta exposición es un reconocimiento a Vicente Rojo, “la gráfica mexicana o el arte de la estampación en México es inconcebible sin la figura de Vicente Rojo. Este lenguaje, tan arraigado en nuestro país, desciende directamente de las imágenes creadas por José Guadalupe Posada, Manuel Manilla y Julio Ruelas en el siglo XIX, de la caricatura política de la prensa en tiempos de la Revolución y, por supuesto, del Taller de la Gráfica Popular.
“Además del muralismo y algunos ejemplos aislados, el verdadero arte moderno de México, con su enorme impacto internacional, estuvo representado por un núcleo de jóvenes artistas que, de la mano de sus contemporáneos, como los filósofos Leopoldo Zea y Miguel León.Portilla, los escritores Juan García Ponce, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Elena Poniatowska y Octavio Paz, tuvieron un papel preponderante en la cultura mexicana de la segunda mitad del siglo XX, Vicente Rojo formó parte de esta gloriosa generación”.
La curadora de esta muestra, Lilia Prado Canchola, dijo que “Vicente Rojo fue un grabador; gran parte de su producción artística se centra en la gráfica, su forma de trabajo metódica, sistemática y secuencial, le permitió explorar las diferentes expresiones de las técnicas que el grabado le ofrecían, para desarrollar su investigación a partir de series”.
Vicente Rojo x Vicente Rojo. Retrospectiva gráfica 1968-2020, hace una revisión de la obra gráfica del artista, producción fundamental para la segunda mitad del siglo XX en México y que se distingue por la elaboración de series, es decir, Vicente Rojo trabajaba un tema por largo tiempo y exploraba todas las posibilidades y variantes que éste tenía.
“La litografía, serigrafia, intaglio, aguafuerte, aguatinta, aguatinta al azúcar, colagrafía e improntografía les sirvieron como medios de expresión para plasmar los grandes temas que lo ocuparon durante su vida. Así fue que desarrollo las series Señales, Negaciones, Recuerdos, México bajo la lluvia, Escenarios, Escrituras y la que sería su última serie: Jardines.
“Esta exposición presenta un recorrido cronológico de seis décadas de la producción gráfica de Vicente Rojo, de los talleres y los impresores con los que trabajó: Centro de Estudio de Experimentación Gráfica, Taller Intaglio, Tiempo Extra-Editores, Taller Gráfica Bordes, La Siempre Habana, Taller Blackstone y Proyecto Grafika 21”, señaló Prado Canchola.
Este trabajo expositivo, que permanecerá en las salas del Munae hasta el 9 de julio, está integrada por una selección de 89 obras gráficas, entre carpetas y libros de artista realizadas con las técnicas de litografía, serigrafía, aguatinta, aguafuerte, zincografía, colografía y, para mostrar las diferentes disciplinas que abordó, también se exhiben un óleo, dos acrílicos, tres gouaches y dos esculturas. De estas piezas, 29 de ellas provienen del acervo del Munae, las demás son un préstamo de la familia Rojo y demás colecciones particulares, puntualizó la curadora.
El público podrá apreciar el trabajo del artista a través de núcleos temáticos que corresponden a seis décadas de trabajo en las que desarrolló las series: Señales, con imágenes abstractas extraídas de formas geométricas básicas, como el círculo, el triángulo y el cuadrado; Negaciones, surgida de su intención de que cada cuadro negara al anterior y al que le seguiría; Recuerdos; México bajo la lluvia, concebida un día que Rojo vio llover en el Valle de Cholula; Escenarios , compuesta de miniseries y que deja ver un repaso de sus temas anteriores y una suma de los mismos en las que integra a la arquitectura y, por último, Escrituras, compuesta por inventos de alfabetos.
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