Por Mouris Salloum George*
Desde Filomeno Mata
En la construcción de opinión pública, parece valerse todo. El calentamiento mediático dispara el termómetro particularmente cuando hay cambio de gobierno y el mercurio se bota si hay signos de cambio de régimen. Aunque esto sea sólo una mera percepción.
En recientes semanas se ha dado un debate público que nos parece innoble: El uso propagandístico de las estadísticas sobre muertes violentas en nuestro país. En un momento dado se hace un champurrado con las cifras de homicidios dolosos y los culposos, y, claro, la suma espanta aún más.
Lo innoble se expresa en el manejo capcioso del dato sobre la muerte de niños. Que si son tres diarios; que no, que yo tengo otros datos, etcétera.
Es que las crónicas sobre muertes violentas venden
Una primera observación: La muerte violenta vende. En lo que va de este siglo, los sellos editoriales han multiplicado los títulos expuestos al público mexicano. Sólo a manera de ilustración -sin hacer juicios de valor sobre la obra específica-, retomamos uno de esos títulos: Generación Bang, onomatopeya que describe el ruido de una balacera.
Un editor local nos describió ese tipo productos como Clínex, literatura de coyuntura desechable.
Sólo algunos temerarios periodistas y sociólogos avisados nos cuentan los orígenes de la barbarie mexicana, su inicio, su desarrollo y sus precursores económicos.
El crimen cartelizado e internacionalizado
Por ellos sabemos que la droga fue labor alternativa de subsistencia de comunidades rurales analfabetas, de las que surgieron los jefes de las primeras bandas de narcotraficantes.
Durante el periodo neoliberal, la actividad mudó al cártel, administrado ya con ingeniería financiera por banqueros, directivos de empresas agroindustriales, primero, operadores de casas de cambio, Bolsas, etcétera, más tarde.
Los cárteles del crimen organizado se internacionalizaron. En su terminal, las ganancias sucias son blanqueadas por las cadenas bancarias y financieras internacionales y la renta se queda en las metrópolis de los Estados Unidos y Europa.
En el recuento de los daños en los recientes quince años, la estadística habla de más de 300 mil muertes violentas. Para citar un dato de contrapunto, sólo en 2015 el Registro Civil computó 655 mil defunciones de mexicanos.
A decir verdad, ese es nuestro tema de hoy, a propósito de niños muertos.
De qué y cómo mueren los niños mexicanos
La tendencia anual entre 1990 y 2013, es de 12.7 menores de un año muertos por cada mil. Hasta de cinco años, la tasa llega a 17.23 por cada mil.
Ojo: La muerte de lactantes tiene, entre otras causas, el fallecimiento de la madre entre el embarazo, el parto y el pauperio.
La causa principal de esos decesos, es la desnutrición materna. Los resultados son: Malformaciones congénitas en el bebé (algún diagnóstico identifica “niños descerebrados”), deformidades y anomalías cromosómicas.
Otro ojo: La mayor incidencia de esas muertes se da en Puebla, Chiapas, Guerrero, Oaxaca y otros cinco estados del sur-sureste. ¿Revela algo esa circunscripción geográfica?
Contra la media nacional, Chiapas reporta anualmente 68.5 muertes por cada mil niños menores de un año. Oaxaca, 66.1.
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio
México es Estado parte de la ONU. Con tal carácter suscribió los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Es un estado deficitario, no obstante que al lanzarse ese plan y en su seguimiento blasonaba de Prospera, Oportunidades, Programa de Apoyo Alimentario, Seguro Médico Siglo XXI para la Nueva Generación y Unidades Médicas Móviles, aparte de las dos grandes instituciones de Seguridad Social históricas.
Enrique Peña Nieto lanzó y abandonó La cruzada nacional contra el hambre.
La cuestión es la siguiente: La mayor parte de las muertes de mexicanos, un promedio de 500 mil al año, es consecuencia de enfermedades prevenibles.
¿A dónde fueron a parar las carretadas de millones de pesos?
Si hace falta recordarlo, de manera permanente las instituciones del Sector Salud tienen campaña de medicina preventiva. El argumento es que cuesta menos prevenir que sanar, sobre todo si entre las causas de muerte están males irreversibles o terminales.
En 40 años de neoliberalismo, en cada ejercicio fiscal se ha dotado al Ejecutivo de carretadas de miles de millones de pesos, asignados en el Presupuesto de Egresos de la Federación. No tenemos capacidad para sumar en tiempo real el total de las partidas etiquetadas en cuatro décadas.
Sólo la Auditoría Superior de la Federación de la Cámara de Diputados, en los últimos diez años, ha venido sacando al sol los sucios trapitos de la gestión del gasto público central y federalizado para esas políticas publicas
Pero los sectarios, los facciosos no ven el drama desde esa perspectiva. Lo recogen y lo festinan desde el charco de sangre. Grave asunto.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.