Por Deborah Buiza
“Es que este año no hice nada”, escuché decir a una persona en el transporte. Se escuchaba un tanto decepcionada.
Me parece que a veces tenemos tan altas expectativas de la vida y lo que podemos hacer en ella que al llevar “vidas comunes” nos parece que no hacemos nada, cuando tal vez vivir sea suficiente.
¿Cómo hacemos nuestras evaluaciones anuales?
Estamos a pocas semanas de que termine el año —y lo digo porque noviembre se va en un abrir y cerrar de ojos—, y de pronto pasamos de la Catrina y los altares del Día de Muertos a las decoraciones navideñas. Entonces aparece esa práctica casi automática de “evaluar” lo que hicimos en el año.
Pero lejos de reconocer todo lo que, SI se hizo, solemos hacer la cuenta de todo en lo que nos estancamos, lo que salió mal, lo que no avanzamos… o incluso de lo que retrocedimos.
Si tuvieras una agenda física y, día a día, anotaras esos pequeños logros, avances o acciones —por pequeñas que fueran—, y luego, a fin de año, los sumaras, te darías cuenta de que esos microactos contaron. Que sumaron a tu vida, aunque pienses que “no hiciste nada”.
Tal vez te enfermaste y te recuperaste.
Tal vez recibiste un diagnóstico y atravesaste el proceso.
Tal vez aprendiste algo nuevo.
Tal vez celebraste cumpleaños de gente querida.
Tal vez viste películas o leíste libros que te interesaban.
Tal vez algunos días tomaste el sol, o un café, o chocolate caliente.
Tal vez corriste una mini aventura.
Tal vez ayudaste o cuidaste a alguien.
Tal vez compartiste momentos especiales con alguien.
Tal vez acompañaste a alguien en una pérdida.
Tal vez comiste algo rico algunos días.
Tal vez dormiste hasta tarde alguna vez.
Tal vez trabajaste, y a veces fue satisfactorio.
Tal vez dejaste un mal hábito, o continuaste uno bueno.
Tal vez desenmascaraste a gente nefasta en tu vida y la sacaste de ella.
Tal vez encontraste personas valiosas.
Tal vez te perdiste, te encontraste… y volviste a encontrarte.
Tal vez viviste en malas condiciones… y aun así, aquí estás.
¿Por qué restarle valor a lo que SÍ hacemos, a lo que SÍ está, solo porque no parece espectacular, maravilloso o extraordinario?
Vivir cada día tiene su afán, su encanto y su exigencia. Y podríamos —no solo romantizar— sino también apreciar eso. Ponernos una estrellita, sentirnos contentos, satisfechos, aunque sea un poquito, porque cada día de este 2025 se vivió, lo llevamos a cabo, porque este año se logró.
Y no te digo que no te esfuerces, ni que dejes de buscar alcanzar esas metas o proyectos pendientes o que abandones el sueño de una vida extraordinaria. Solo te digo que no te trates mal cuando has hecho lo mejor que has podido con lo que tienes, en un mundo tan caótico como este.
Quizá te faltó descansar más, cuidarte más.
Quizá te faltó reír más, tomar más sol, o pasar más tiempo con los tuyos.
Quizá …
Pero esas son cosas que, de manera consciente, puedes empezar a sumar a tu vida poco a poco, sin sobre exigirte.
Y tú, que sí viviste y sobreviviste este año… ¿qué vas a sumar a tu balance?




