Ricardo Del Muro / Austral
En la víspera de la elección judicial, los grupos políticos, las organizaciones civiles, académicos y ciudadanos, se han metido en un debate ocioso sobre votar o abstenerse para no validar este proceso. En realidad, no importa si son cinco o 20 millones de mexicanos los que ejerzan su derecho al voto, los próximos jueces, magistrados y ministros del país serán elegidos el próximo domingo.
Una encuesta de Enkoll para El País reveló que el 62% de los ciudadanos cree que los resultados no serán representativos si no se alcanza un 60% de participación. En este sentido, el porcentaje de la votación o el abstencionismo será la bandera que intenta enarbolar la oposición para desacreditar el proceso.
Sin embargo, ésta no será la primera vez que los opositores presentan un escenario caótico que, en la práctica, resulta totalmente diferente; esto fue lo que sucedió en los últimos procesos electorales donde la mayoría de los mexicanos han respaldado el proyecto de Morena. Y esa mayoría de ciudadanos, evidentemente, no está formada exclusivamente por autómatas o zombis electorales como los pinta la oposición.
Los jueces y el personal judicial anteriormente obtenían sus puestos gracias a su cercanía con el presidente de la República más que por mérito o experiencia. Ahora, la elección tiene a más de 7 mil 700 candidatos compitiendo por más de 2 mil 600 cargos judiciales, incluyendo la Suprema Corte. Evidentemente, la elección por sí misma no eliminará todos los casos de corrupción, pero eliminará el nepotismo y las complicidades que, salvo honrosas excepciones, caracterizó al poder judicial.
Mucha tinta y saliva han corrido respecto a los pros y contras de la polémica reforma judicial, escribió Jorge Zepeda Patterson en El País. Se trata de una propuesta que intenta corregir vicios en la impartición de justicia que hoy tenemos, pero que a su vez entraña riesgos de politización que están a la vista.
El dilema, indica el articulista, es para los muchos que tienen reservas o franca aversión a la reforma aprobada. Algunos dirán que la abstención es la respuesta razonable de todo aquel que está en desacuerdo con la elección de jueces a través de las urnas. Pero no es así.
Vote usted o no vote, la próxima ocasión que acuda a un tribunal estará en manos de un juez designado por un sistema de elección en el que usted podría haber participado. Estemos o no de acuerdo, e independientemente de las simpatías y filiaciones políticas, estaremos sujetos a las determinaciones de lo que resulte este domingo. Podemos abstenernos de participar en el proceso que conforma al nuevo sistema judicial, pero eso no nos exime de acatar las resoluciones que emanen de estos jueces, señala Zepeda Patterson.
Una reciente encuesta, realizada por Enkoll entre el 18 y 20 de mayo y publicada en El País, señalaba que la participación prevista es de 22.9 por ciento. Un porcentaje importante, teniendo en cuenta que en los sondeos efectuados a principios de abril, los resultados estaban en alrededor de 11 por ciento.
Esta encuesta, a una semana de la elección, todavía revelaba el desconocimiento ciudadano que aún persistía sobre la convocatoria: un 86% sabía del llamado a votar, pero apenas la mitad (48%) podía citar la fecha exacta de los comicios. Con todo, un 38% aseguró que iría a las urnas. De estos últimos dos datos se extrae ese 22.9% de participación probable. “La gente muestra esperanza y confianza en la reforma judicial, acuden a votar por responsabilidad”, señaló la directora de Enkoll, Heidi Osuna.
Como en cualquier elección, la participación del electorado es clave para legitimar unos resultados, pero ese dato se está mirando con lupa especialmente en esta, debido a que es la primera vez que México afronta un proceso así, que además es farragoso, con seis boletas distintas y 881 cargos judiciales en juego.
Esta es una elección inédita, por lo que es difícil la comparación con otras votaciones. Las elecciones presidenciales suelen tener una participación cercana al 60%, pero esta se reduce al 45% para las elecciones intermedias, que nombran a diputados. Este porcentaje se hunde en otros ejercicios electorales extraordinarios: por ejemplo, la votación por la revocación de mandato – promovida por Andrés Manuel López Obrador en 2022 – tuvo una participación apenas superior al 17% y la consulta popular sobre si había que enjuiciar a los expresidentes – también auspiciada por López Obrador, en 2021 – atrajo solo al 7% de la lista de electores. Estos dos últimos han sido los ejercicios electorales federales con menor asistencia desde 1994.
En suma, como señala Zepeda Patterson en su artículo de El País, el tema no es votar o no votar; la reforma judicial será realidad con o sin usted. El tema es si puede hacer usted algo para influir en el resultado y eso solo puede conseguirse votando de una o de otra manera, no dejando de hacerlo. RDM