¡Qué terrible! Un país en el que los ciudadanos tienen opciones de voto no por el mejor partido político, sino por el menos corrupto, no tiene por donde se le mire, una buena prospección.
En estos últimos meses, los temas de las facilidades millonarias que tienen quienes detentan el poder por mucho y ante el cinismo de varios de los aludidos, tienen a los mexicanos más que enojados y ya se prepara una justa en los próximos comicios del primer domingo de junio del presente.
No obstante, hay que reconocer que en México no vale de nada tener convicción ideológica respecto a la agenda pública de cada partido político. Cuando se trata de sufragar, ahí frente a los membretes partidistas y las fotografías de los candidatos la disyuntiva deviene en cruzar la boleta no por el mejor, sino por el menos malo.
Las casas millonarias –compradas o rentadas– y los gastos excesivos de quienes nos gobiernan, administran y hasta de sus familias extendidas vienen a dar cuenta que los poderosos de plano ya perdieron el piso y el pudor. Se creen de otra clase, de los no jodidos, privilegiados por nuestros propios impuestos, que no los merecemos, que hacemos mal en criticar su estilo de vida porque lo que destilamos según ellos es envidia y no advierten para nada un reclamo de justicia.
No hay manera de contrarrestar nuestra etiqueta de país corrupto, sin importar el lugar que ocupemos en el ranking mundial si aquellos quienes deben rendir cuentas claras a la sociedad como actores públicos, lo que hacen es esconder sus declaraciones patrimoniales o presentarlas a medias y cuando prometen ataque a la corrupción y acción ciudadana, parece que sólo el pueblo, la masa; es la que debe ser impecable, mientras ellos se reparten dinero, favores y puestos a diestra y siniestra.
Llega a ser un asunto hasta siniestro, porque quienes implementan las políticas públicas en contra de los flagelos sociales, son los mismos que se sirven con la cuchara grande y viven en mansiones de grandes extensiones, mientras construyen mini espacios de apenas 53 metros cuadrados, a las que nombran casas dignas, mismas que se cotizan en cantidades que se hacen estratosféricas para la mayoría de los mexicanos.
Reitero lo que he escrito en otras entregas: Es el México de los unos y de los otros.
Unos se candidatean de entre la corrupción y otros más la avalamos.
Acta Divina…El presidente Enrique Peña Nieto anunció en su momento, que sería su esposa, Angélica Rivera, quien personalmente aclararía ”ante la sociedad mexicana” cómo se hizo de la casa de Las Lomas de Chapultepec, ya que para él todo lo dicho al respecto de la llamada Casa Blanca –a la mexicana–, no son más que ‘versiones y falsedades” vinculadas a ”un afán orquestado por desestabilizar y por oponerse a un proyecto de nación”.
Para advertir… Los corruptos se tapan los unos a los otros, pero otros peores los exponen.