* Marchas masivas en CDMX y 63 ciudades del país
SILOGISMOS
Por Antonio Ortigoza Vázquez/ @ortigoza2010
José Woldenberg, el presidente del primer órgano electoral sin sujeción al gobierno, en su discurso en el Monumento a la Revolución, planteó con claridad que “nuestro país no merece regresar al pasado, porque lo construido en expresión y recreación de la diversidad, permite elecciones libres, disputables y creíbles”.
En su discurso precisó los porqués del rechazo tajante al proyecto gubernamental que pretende, en vías de hecho, aniquilar la esencia del Instituto Nacional Electoral, que consiste en garantizar imparcialidad, organización y eficiencia en los procesos electorales y puntualizó: “México no puede ni debe trasladar el padrón electoral a otra institución porque el INE ha cumplido con creces en la elaboración de un listado confiable, cuyas credenciales se han convertido, de facto, en cédulas de identidad ciudadana”.
SIN DUDA: MÁS DE 500 MIL
Este domingo tuvo lugar una marcha que rebasó de tal manera las expectativas que asombró a los mismos organizadores, en cuanto a las estimaciones del número de ciudadanos participantes. Sucedía, en los viejos tiempos, que en cuanto a concentraciones políticas, el número era motivo de discusiones, especulaciones y además, chascarrillos. Se puede recordar al que fuera famoso político del PRI, Alfonso Martínez Domínguez, fugaz jefe del Departamento del Distrito Federal, a quien un reportero preguntó: “¿Cuál el aforo real del Zócalo?” El cachazudo ex gobernador de Nuevo León contestó: “Eso depende: si es una manifestación de nuestro partido, es de millón y medio; si es de la oposición, 50 mil”.
Lo paradójico es que fue el jefe del DDF Manuel Camacho, quien saltó del PRI a la izquierda perredista, quien ordenó hacer la medición técnicamente sustentada y el resultado fue de 100 mil presentes en la plancha, banquetas y bocacalles.
Ahora fue el perredista Carlos Navarrete, quien el pasado sábado, ante la misma pregunta, señaló que “es difícil cuantificar la asistencia a un acto político, pero en Morena se puede estimar por el número de autobuses que se utilizan para el acarreo”. Eso del acarreo lo patentó el PRI, lo copió el PRD y ahora lo hace Morena. Todo es cosa de presupuesto.
Pero con la manifestación de ayer domingo, la sorpresa fue mayúscula por la multitud que se hizo presente.
El académico Guillermo Valdés Castellanos, socio de una firma consultora en materia económica y quien fue director del Cisen, aportó una novedad, con un cálculo matemático no tan complicado. Dijo: “Entre la Glorieta de la Diana Cazadora y el Monumento a la Revolución hay cuatro kilómetros, que son cuatro mil metros lineales; el ancho de carriles de Avenida Reforma más banquetas es de cuatro metros y multiplicado por cuatro mil, nos da 160 metros cuadrados. Si calculamos cuatro personas por metro cuadrado, entonces tenemos 640 mil personas por metro cuadrado”.
El veterano periodista Joaquín López Dóriga reseñó desde el terreno de los hechos, lo siguiente: “Ya estaba Woldenberg en la tribuna del Monumento a la Revolución leyendo su discurso cuando en la Glorieta de la Diana Cazadora seguían llegando grandes contingentes, que no podían avanzar porque Paseo de la Reforma estaba literalmente abarrotado de gente que avanzaba lentamente”.
Más tarde, en su programa de radio, López Dóriga, en relación a la cifra de asistentes que difundió el Secretario de Gobierno de CDMX, Martí Batres, “entre 10 y 12 mil asistentes”, comentó: “No saben contar y así quieren contar los votos”.
El Frente Cívico Nacional calculó por su parte 500 mil participantes, y circularon, sin una fuente clara, la cifra de más de 800 mil. Pero quedó la idea, sustentada en lo visto en vivo, que la cifra real no pudo ser menor a 500 mil manifestantes que fueron, con explosivo entusiasmo, a manifestar su rechazo indignado por los calificativos del presidente de la República.
Y WOLDENBERG CONTESTÓ LAS INJURIAS
José Woldenberg, como único orador en el masivo acontecimiento, con la característica elegancia académica, hizo una sutil pero clara contestación a las descalificaciones hechas cinco días seguidos el presidente Andrés Manuel López Obrador hacia los organizadores de la marcha, con epítetos realmente asombrosos como “rateros”, “clasistas”, “racistas”, “hipócritas”, “deshonestos” (¿?), “corruptos”, “despistados”, “aspiracionistas”, “fifís”.
Así pues, Woldenberg comenzó su discurso de esta forma: “Estamos aquí ejerciendo nuestros derechos. El derecho a manifestarnos, a opinar, a reunirnos de manera pacífica para expresar nuestras preocupaciones y aspiraciones. Somos parte de una marea de opinión que aprecia y defiende la democracia”.
Y prosiguió: “Como país, fuimos capaces de edificar una germinal democracia. Dejamos atrás al país de un solo partido, de un presidencialismo opresivo, de elecciones sin competencia ni opciones auténticas; de poderes constitucionales que funcionaban como apéndices del Ejecutivo; de medios de comunicación mayoritariamente oficialistas, para abrirle paso a la expresión y recreación de la diversidad, a elecciones libres, disputables y creíbles; a Congresos plurales, gobiernos de diferente orientación, pesos y contrapesos en el entramado estatal.
Y precisó lo que realmente circula en el ambiente político en los últimos días: “México no merece una reforma constitucional en materia electoral impulsada por una sola voluntad, por más relevante que sea. Hay importantes lecciones en el pasado: las reformas que fueron fruto de voluntades colectivas, forjadas con los métodos probados y comprobados del diálogo y el acuerdo.
“Las próximas citas electorales deberán contar con las mismas garantías que las del pasado inmediato: padrón confiable, equidad en las condiciones de la competencia, imparcialidad de funcionarios profesionales, conteo pulcro de los votos, resultados preliminares en la noche y, por supuesto, que ganadores y perdedores sean definidos por el voto de los ciudadanos… y sólo por ellos”.