La insoslayable brevedad
Javier Roldán Dávila
Hay políticos que diseñan el futuro sobre un tablero de Serpientes y Escaleras
La desazón nos lleva a suponer, sin fundamentos, que la llegada de tal o cual persona a un puesto de elección popular, implica una presunta solución a los problemas más acuciantes.
En Xalapa, después del anodino lapso de Hipólito Rodríguez, el arribo de Ricardo Ahued ha impulsado la idea de que, la capital del estado, entra en una época de bonanza.
Sin duda, el dinamismo que Ahued le imprima a su administración, se verá reflejado en una mejora de los servicios municipales, pero hay que tener claro que, para superar las lacras que padece la ciudad, se requiere algo más que bachear las calles.
Los fenómenos más inicuos son la pobreza y la inseguridad, pero a eso tenemos que agregar el deterioro ambiental, la debacle de la oferta cultural, la crisis en la movilidad vial, la parálisis económica, la debilidad del sistema de salud, etc.
Es preciso decir que, lo antes citado, obedece a causas estructurales, no se originó hace uno o dos lustros, es una herencia secular que, por lo tanto, se hace irresoluble en pocos años.
En este sentido, lo correcto es que, el flamante alcalde, encargue a un grupo de expertos (no funcionarios, ni políticos), el diseño de un Plan de Desarrollo Municipal que no se constriña al periodo para el que fue elegido, sino, que contemple un horizonte de, al menos, 25 años.
Claro está, que no es responsabilidad de don Ricardo que se cumpla, pero, de entrada, dejará sentadas las bases para que los futuros ediles tengan un punto de partida y no lleguen con las típicas ocurrencias de querer borrar la obra de su predecesor y comenzar de cero.
Xalapa y el país completo, no necesitan taumaturgos, requiere de mujeres y hombres que comprendan que, para gobernar, hay que planificar, sino, todo queda en buenas intenciones.