Laberintos del Poder
Emilio Trinidad Zaldívar
En “pejelandya” todo va muy bien. Es el país de los abrazos, de una corrupción erradicada, de una pandemia domada, de crecimiento sostenido, de la creación de tantos empleos que falta mano de obra.
Es el país en el que su líder dijo en campaña que respondería cada insulto del entonces presidente Trump, pero cuando fue a verlo, luego de hacerle caravana, le agradeció por su magnífico trato, porque nunca le había dicho a los “pejelandyos” asesinos, violadores, drogadictos, borrachos, holgazanes.
En esa hermosa y maravillosa tierra que dice su líder gobernar, no se persigue al narcotráfico, al contrario, se le tiende la mano, se le libera, se le protege; no se acepta la colaboración de Estados Unidos para combatirlo ni para acabar con el trasiego de armas que los hace poderosos, porque en ese edén, todo es calma, sosiego, felicidad, armonía, unidad, días siempre soleados.
Ahí vive Pinocho y no hay crimen organizado ni secuestradores ni feminicidios. Ahí no se divide al pueblo ni se confronta a diversos sectores ni se practica el autoritarismo. Ahí no se miente, no se roba no se traiciona. El Legislativo y el Judicial -poderes totalmente autónomos- hacen magníficamente bien su trabajo y no se doblegan ante el poder presidencial. Es el país de los sanos equilibrios. ¡Qué belleza!
En contraste de esa nación poderosa y próspera, la de “pejelandya”, en México, nuestro país, todo cuanto ocurre es responsabilidad del pasado, de esos ladrones neoliberales que seguramente hasta el Covid-19 guardaron para soltarlo en el otro sexenio abominable, el de Andrés Manuel López Obrador, para hacerle la maldad y que de trompicón en trompicón nos lleve al desastre total.
En nuestro México sí hay corrupción -la pasada intocable y la actual no la ve-, también hay un hermano del Presidente que generoso como es, anda tras “aportaciones” ciudadanas para ese gran movimiento de “regeneración”, que nos tiene en la degradación y en la lona.
Aquí hay primas hermanas que hacen negocios al amparo del poder pero ni se les señala y menos se les castiga. También hay hijos del “Jefe” que viajan por el país y el mundo con cargo al erario pero se tienen otros datos.
En México, nuestro presidente no quiso vivir en esa fastuosa casa de Los Pinos, porque su humildad lo llevó mejor a habitar un Palacio.
Nosotros los mexicanos, sí padecemos del narcotráfico, de los secuestros, los feminicidios, de desempleo, de desigualdad, de injusticia, de impunidad; de una pandemia que ha matado a más de 145 mil personas; sufrimos el estancamiento económico, y vemos a colaboradores del Ejecutivo despacharse con la cuchara grande en eso de las comisiones por adjudicaciones directas.
En “pejelandya” todo es risas; en México mucho es tristeza. Acá no vemos mejora, allá se avanza; aquí hay populismo, allá hay cercanía y amor al pueblo.
En nuestra nación hay más corruptos como Manuel Bartlett, Julio Scherer Ibarra, Irma Eréndira Sandoval, y otros; allá son limpios de alma y conciencia casi como los Monjes Tibetanos.
Allá en “pejelandya” el pastor lleva a su rebaño a la cúspide del éxito y progreso, porque se construye un inviable Tren Maya que aunque destroza zonas arqueológicas y acaba con la flora y fauna de la zona, detonará mayor riqueza de la que según Pinocho está generando.
También crea un aeropuerto que será de talla internacional gracias al trabajo de soldados que se convirtieron en albañiles, y levanta una refinería para succionar petróleo en su apuesta por permanecer en el estancamiento del pasado. Ni cómo pensar en las energías limpias.
Allá en “pejelandya” nada al margen de la ley y nadie por encima de la misma. Acá en México, el Presidente quiere se le permita lo que a otros exigió se les prohibiera.
Allá Pinocho y su lengua crecen día con día pero no pasa nada; acá Andrés Manuel López Obrador es el rey del dislate, de las ocurrencias, de los discursos huecos, de las mentiras, de los engaños, de la confrontación, de la improvisación, de la simulación y el fracaso.
Allá en las mañaneras se ríe mucho. Acá se llora demasiado. Allá se aplaude lo “logrado”; acá seguimos esperando que se logre algo.
En “pejelandya” se tiene al mejor Presidente de la historia; acá tenemos al peor, con un Andrés Manuel López Obrador que vive en otra realidad, provocada por el estrés postraumático que seguramente padece luego de haber luchado por 18 años para alcanzar lo que hoy no sabe para qué era y sirve.
Qué contrastes de países. Pobres de nosotros que vivimos en México.
Allá Pinocho se jacta porque va muy bien. Acá López Obrador de lengua no se come un plato, sino una vajilla entera.
Hagamos algo por vivir como en “pejelandya”. El seis de junio debemos expresar si queremos ir en reversa o intentar OTRO cambio. A la mejor ahora sí le atinamos.
——-000——-
emiliotrinidad6131@gmail.com
emiliotrinidad61@hotmail.com
Twitter: @emtrizal61