Norma Meraz
Ante la incontinencia verbal del nuevo régimen –MORENA–, los partidos políticos restantes quedaron como satélites que giran sobre su propio eje.
Ninguno de los institutos políticos evolucionó; la vorágine morenista les impide convertirse en oposición. Es la opinión pública la única y verdadera fuerza de oposición al nuevo gobierno.
México es un país dirigido por un Presidente centralizado que estrena una forma sui generis de comunicar.
El diario amanecer nos convoca a seguir el anuncio de cuanto tema de agenda o improvisado sale a la opinión pública por voz del Presidente de la República.
En una democracia participativa, como califican los politólogos al régimen actual, hace falta la competencia. Sin ella no existe la verdadera democracia.
El sólo mencionar que “el pueblo manda”, y que es en su nombre que se toman las decisiones –sin considerar las voces de expertos y/o agraviados involucrados en el tema– no abona a un régimen democrático. Que un solo hombre tome las decisiones de un país, desdibuja el equilibrio de poderes.
Un Congreso de la Uniión con mayoría morenista, como el actual, facilita el camino al Ejecutivo y pendiente queda el Poder Judicial de ser cooptado por el Poder Supremo.
Y volviendo al enunciado de que, para que haya democracia debe haber competencia, ¿los panistas y los priistas estarán preparándose para competir?
¿Quedarán panistas y priistas que, ante la debacle que sufrieron en julio pasado, asuman un mea culpa?
En el PAN las pugnas internas fracturaron la estructura monolítica que caracterizaba al partido blanquiazul.
En el PRI, ante “la tempestad no de hincan”. Se resisten a reconocer sus graves pecados como el abandono a la militancia y las decisiones cupulares que es el pecado original de los priistas. Esta falta de oficio, experiencia y compromiso de los dirigentes recientes condujeron al tricolor al despeñadero.
Miles de militantes orgullosos de su pertenencia al PRI hoy quedaron en el olvido. Hombres y mujeres que recorrieron caminos de tierra para llevar un mensaje del PRI a comunidades ávidas de una palabra de esperanza, abandonan las filas que una vez formaron “las bases” de ese instituto político que solo las utilizó.
El PRI es un partido que renunció a su refundación.
Los simpatizantes se esfumaron, los jóvenes ya no forman parte de la tradicional cuota, como tampoco las mujeres pues las que hoy ocupan escaños y curules en el Congreso de la Unión, nunca han sumado mujeres al quehacer político, tales como Beatriz Paredes Rangel, Dulce María Sauri Riancho, Claudia Ruiz Massieu, entre otras.
¿En donde quedó el PRI? ¿Aquel partido vetusto que inundaba las élites del poder?
¡Digamos la Verdad!