FRANCISCO RODRÍGUEZ
Laurence D. Fink, o Larry Fink, es el empresario y financiero de esta generación en el mundo occidental. Un magnate mayor que Rockefeller de los últimos años y de casi toda la historia estadounidense. Consentido de la Reserva Federal, apoyado absolutamente en todo, era hasta hace poco uno de los bastiones de la gobernabilidad en nuestro país.
Es el actual copropietario de Google, de la petrolera ExxonMobil, de la British Petroleum y de todas las filiales que se manejan en el rancho grande mexicano. Posee las acciones mayoritarias de las principales empresas. Por algo es el dueño de BlackRock, la financiera de gestión de activos más grande del mundo.
Sólo BlackRock maneja en sus cuentas anuales el equivalente a todo el producto interno bruto nacional de los Estados Unidos, una cantidad cercana a los veinte billones de dólares, en cuenta corriente. Y aunque en ningún círculo rojo de análisis local se le menciona, es demasiado pesado, muy pesado para no recordar los últimos acontecimientos.
Miembro del Partido Demócrata y amigo de Joe Biden, Fink es una persona relativamente joven. No sé si sus andanzas entre los hippies de los setenta y ochenta en nuestro país o debido a su amistad con María Sabina, la de los hongos oaxaqueños, está muy metido en este nuestro país. Se siente casi en el rancho grande.
Larry Fink ofreció sus oficios para invertir de lleno en el Tren Maya
Como hombre realmente informado, vislumbró a tiempo el fracaso reeleccionista de Donad Trump y abrió su cartera hacia las inversiones en las potencias emergentes asiáticas. Su idea fue siempre influir en un nuevo polo hegemónico que no deja de crecer. Los últimos datos arrojan la evidencia de que la economía china superará en poco tiempo al decadente imperio de los gabachos.
En prueba de buena voluntad, Larry Fink ofreció sus oficios para invertir de lleno en el Tren Maya, y en los cálculos iniciales del gobiernito de Tepetitán. Los intereses locales, que en un principio se mostraron complacidos, al poco tiempo se retiraron, y le cerraron la puerta. Fink había colaborado en limpiar el camino en la explotación del Golfo de Campeche, quitando de en medio capitales de prestanombres indeseables para el “caudillo” de Palacio. Y ni así. Se quedó chiflando en la loma.
Pero eso sí, cuando Pemex se vio envuelto en la necesidad de conseguir un apoyo financiero para resolver un problemilla de cinco mil millones de pesos, logró que desde el Palacio se tendiera la mano para pedir su ayuda. ¡Cinco mil millones, el equivalente a ir a comprar cacahuates! ¡En eso quemaron sus oportunidades financieras!
Pero los de Tepetitán lo dejaron ir, al plegarse a los designios de Trump
El problemilla en cuestión, obviamente se resolvió. Lo que ningún cerebro con dos dedos de frente se explicó es qué pasó con aquella invitación que a tiempo hizo Larry Fink al gobiernito mexicano para establecer nexos con los grandes empresarios orientales, que en principio habían ofrecido montar en este país…
… para abrir boca, mil seiscientas empresas de alta tecnología y abundantes empleos, pidiendo únicamente establecerse aquí, tener la oportunidad territorial de la cercanía para venderle conjuntamente al enorme mercado de consumo de los Estados Unidos. Y la posibilidad de ampliar el paralelogramo de fuerzas y así poder compensar los insultos y las agresiones de Donald Trump.
Era un asunto casi de sentido común de caballo. Pero los de Tepetitán lo dejaron ir de rositas, bajo el argumento de que era mejor plegarse a los berrinches de Donald Trump, jugar el libreto de la reelección anticipada, que iba a servir de guía para aplicarla aquí, en favor del “caudillo” de marras.
Es decir, pudiendo jugar en las grandes ligas, los peloteros locales que se precian de beisbolistas de macaneo largo, prefirieron encerrarse, hacerle al tío Lolo, y seguir jugando a la chingolina, al timbiriche. Destinar todo el gobierno, todo el sistema, todos los operadores y todos los presupuestos, sólo a la reelección, al juego electoral que no tiene palabra de honor.
Y hete aquí que, en lugar de haber pensado en términos de gran visión, en infraestructuras modernas, en participar en mayor medida en los intercambios comerciales y en el tablero internacional, la gente chiquita que llegó quién sabe de dónde, echó al caño una oportunidad histórica. Lo que se esperaba de gente realmente pequeña y ambiciosa.
Dejaron pasar la oportunidad de aliviar un poco ese dolor que es Trun
Pero, en fin, son las cosas que pasan cuando falta en la mente del gobernante una percepción clara del mundo y de su ubicación, también de sentido común, lógica, proporción y sensatez en bien del colectivo. Ellos sólo piensan en su presente acaudalado con nuestro dinero y en su futuro, a contrapelo de nosotros.
Dicen los que saben que la gente chiquita no aprende de los que saben más de lo que dicen. Tampoco respetan a los que sólo exigen lo que están dispuestos a otorgar. Desprecian a los que hacen la historia que los oportunistas usufructúan. Menos oyen a los amigos que se adelantan a sus necesidades.
Los de aquí dejaron pasar la oportunidad para aliviar un poco ese dolor de hemorroides que es Donal Trun, un fardo demasiado pesado para sus entendederas. Dejaron ir la posibilidad de conectar un home run histórico, de generar la nueva estabilidad del país y prefirieron plegarse, arrodillarse con nopal en las articulaciones inferiores ante Donal Trun.
Sustituyeron la razón de Estado por la del rencor y la venganza
Sepultarse con ese desquiciado en el fondo del cochinero de su historia personal, cambiar la visión de grandeza por los infames juegos de la compra de clientela electoral para la intermedia del 2021, puerta de entrada, según ellos, para la permanencia eterna del despotismo no ilustrado, del totalitarismo de los mamarrachos.
Sustituyeron la razón de Estado por la del rencor y la venganza. Todo el gobierno, todo el tiempo, al servicio de esos bajos instintos que hacen pelear al “caudillo” con todos los sectores productivos del aparato. Tratar a un país sufrido con la peor crisis de este siglo y del anterior.
Instituyeron al Cartel de Tepetitán como si mandaran sobre un rancho globero. Como si las instituciones fueran de burdel, como si nadie fuera merecedor de su respeto. Y es que así son ellos, siempre han sido así, y los demás los tenemos sin cuidado, hasta cuando llega la hora de presionar el voto.
Alianza opositora, obligada a recuperar confianza, credibilidad, esperanza
México llega a las elecciones intermedias, gracias a ellos, en medio de un ambiente de tensión, muy parecido a una guerra civil, donde se juega el destino del país y la supervivencia del Estado mexicano. Simple y sencillamente porque esto no puede ni debe seguir así. Se trata del presente y el futuro de nosotros y de nuestros descendientes.
No queda duda alguna entre el electorado nacional, ni entre los observadores y analistas internacionales, que la alianza opositora puede ganar de calle en esta ocasión. Pero lo que debe demostrar es que en la mayoría va a saber marcar la diferencia esencial con los chairos empoderados.
Está obligada a recuperar la confianza, la credibilidad y la esperanza. Ahora sí es el último tren. El de la gente chiquita y ambiciosa ya se fue.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: De acuerdo con una nota del reportero Axel Sánchez, en El Financiero, BlackRock tiene invertidos más de 130 mil millones de pesos en empresas de la BMV, casi lo doble que el segundo mayor inversionista del mercado accionario mexicano, el fondo estadounidense Vanguard Group, con 69 mil millones. Los corporativos en los que BlackRock posee más acciones son la firma de telecomunicaciones del magnate Carlos Slim, América Móvil; la productora de cemento más grande del país, Cemex; la principal embotelladora privada de Coca-Cola, Femsa; y el conglomerado regiomontano Alfa.
https://indicepolitico.com
indicepolitico@gmail.com
@IndicePolitico
@pacorodriguez