La Espinita
Andy S. K. Brown*
- ¿Y si renuncia a la Presidencia?
- De la Fuente se hizo chiquito
- Layda engrandece la censura
Apenas han transcurrido escasos 9 meses y medio de la gestión de Claudia Sheinbaum como presidente formal del país y ya hay quienes piden que renuncie al cargo.
Tales exigencias populares las han enfrentado algunos mandatarios, aunque siempre ha sucedido cuando ya han avanzado la mitad de su sexenio, justo después de que ya dieran todo lo que podían dar.
Quienes ahora lo demandan públicamente sostienen que ella carece de capacidad, experiencia y hasta de los talentos que son necesarios para sortear todo tipo de tempestades políticas y económicas, como los que ahora enfrenta.
No se le notaban tales ausencias de atributos en tanto regenteaba el gobierno del país, porque invariable e inmediatamente AMLO salía en su apoyo y hasta en su rescate. Remember, por ejemplo, la catástrofe de la Línea 12.
Hoy que su protector maneja los hilos del poder a larga distancia las limitaciones de quien formalmente dice tenerlos en la mano se hacen evidentes.
Que renuncie al cargo, empero, no es la solución.
Si ella reconociera sus limitaciones debería, entonces, desembarazarse del equipo que le impuso su antecesor, nombrar en su lugar otro con elementos que sean verdaderamente capaces y talentosos para ayudarla a salir de cuanto atolladero se le atraviesa y, en definitiva, romper lazos con el entrometido López Obrador.
Si Sheinbaum renunciara a la Presidencia –aún antes de verdaderamente tomar posesión de ella–, el remedio resultaría peor que la enfermedad, pues su sustituta sería la potosina Rosa Icela Rodríguez.
* * *
A propósito del equipo, aquí está el caso del titular de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente, a quien le ha sucedido lo que se escucha en la tonadilla infantil.
Allá en la UNAM se hacía grandote… pero después se hizo chiquito. Chiquitito.
Se auto promocionaba hasta como precandidato a “La Grande” y, después, a cuanta vacante gubernamental se presentaba.
Lo rescató AMLO y, conociendo sus “ansias de matador”, lo envió lejos, a Manhattan, como representante ante la ONU. Finalmente regresó al gabinete presidencial –antes estuvo medio tiempo en el de Zedillo– como canciller de Sheinbaum, donde ha ratificado que sí, que efectivamente se hizo chiquito.
En México y hasta en el extranjero su rumora que De La Fuente tiene los días contados en el edificio Tlatelolco de avenida Juárez.
Pero la orden de AMLO es que permanezca ahí, no obstante que su papel ya sirva para lo mismo que se le unta al queso.
Por eso este miércoles la presidente formal salió al paso de las versiones:
“No, dijo ella, Juan Ramón está haciendo un gran trabajo, es un hombre muy reconocido nacional e internacionalmente”, e hizo referencia a la canción “El
Venao” y su pegajoso coro “¡son rumores, son rumores!”.
Habría que recordar a Schopenhauer quien sentenció que “la cantidad de rumores que un hombre puede soportar es inversamente proporcional a su inteligencia.”
Por dignidad, él debería renunciar.
* * *
¿Vive usted en Campeche y, por alguna extraña razón, quisiera saber de qué trató la mentiñera de Sheinbaum, luego de que haya terminado tal ejercicio propagandístico?
Pues tendrá que esperar a que un censor, designado por la Comisión Estatal de Derechos Humanos, revise la información que deberá ser publicada hasta 24 o 48 horas después.
Esto es que si su interés se enfoca en conocer las preguntas y las respuestas que hoy a ellas dé la conferenciante… ¡tendrá que esperar a la mañana del viernes o quizá hasta la del sábado para saberlo!
Esta arbitraria e ilegal medida violenta no el derecho de los informadores, sino el derecho que usted tiene a recibir la información.
Quien así lo determinó fue la jueza interina Ana Maribel de Atocha Huitz May, a quien ni pena le da seguir las órdenes de la gobernadora Layda Sansores.
El fallo se dio en contra del respetado colega Jorge Luis González a quien antes se había condenado a no ejercer durante ¡dos años! su profesión periodística, caso que él echó abajo en una segunda instancia judicial.
Pero la venganza de la teñida Sansores ante ello ha ido todavía más allá. En adelante, cuando González transmita su programa cada viernes tendrá a su lado a otro censor que podrá apagarle el switch cuando algo que se diga no le agrade, cuando se lo ordene Layda o, simplemente, cuando le dé la gana.
En Campeche, por el momento solo se aceptan halagos a la impresentable gobernadora.
@AndySKBrown1
* Pseudónimo bajo el que se redactan informaciones aportadas por los colaboradores y lectores del portal Índice Político.