Por María Manuela de la Rosa Aguilar.
Ucrania lucha a ultranza para defender su territorio, su cultura, sus tradiciones, su historia, pero sobre todo su identidad y supervivencia, porque se le ha despojado de sus bienes, de sus casas, sus museos, escuelas, hospitales, pero también de sus ciudadanos, pues han muerto, más de 7,000 civiles, 30,000 militares, hay 15,000 desaparecidos y 3,400 prisioneros de guerra muchos de los cuales han sido fulminados por las armas rusas, pero otros, muchos también, después de ser torturados y ultrajados; no sólo la dignidad de la gente ha sido pisoteada, sino que ahora también se trata de eliminar su identidad, su lengua y su pensamiento. Los derechos humanos consagrados internacionalmente, son sólo una lejana referencia escrita en el seno de las Naciones Unidas.
Por un lado, Estados Unidos, con un anciano presidente, si bien de gran estatura política, experiencia y talante, hoy enfrenta serios problemas, como la creciente inmigración que invade el sur del país y ha generado una crisis que perece no tener solución, acentuada por su vecino del sur que alienta el ingreso de indocumentados y por los países expulsores, que pareciera son los principales promotores de la salida de sus ciudadanos, en busca, ya no de mejores condiciones de vida, sino de salvar la propia de la inseguridad y el hambre que irremediablemente los está matando, como es el caso de Venezuela o Nicaragua, en manos de dictadores que han llegado a destruir naciones enteras.
El grave problema del consumo de fentanilo, que ha aumentado de manera preocupante las muertes por sobredosis, siendo México el principal proveedor de la droga. Biden también enfrenta problemas políticos, no sólo por las amenazas de Donald Trump que está encarando diversos procesos, sino por los obstáculos que el Parrido Republicano le ha puesto para dificultar su gestión; ahora también con el riesgo de él mismo de ser sometido a juicio político por un posible beneficio directo debido a los negocios de su hijo.
La inflación por otra parte que sigue subiendo y afecta a la economía interna del país, sobre todo a los ciudadanos en particular, lo que le restaría votos en caso de ser nominado para un nuevo mandato, lo cual es muy probable. Y además, las guerras en curso, en donde Estados Unidos debe proteger su hegemonía, principalmente en Ucrania e Israel, pero también está el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, la guerra civil en Siria, la guerra civil yemení, la guerra de Tigray, Burkina Faso, Somalia, Sudán, Myanmar y Nigeria; sin contar con el aumento de la inseguridad en el mundo por las confrontaciones entre los cárteles de la droga, cuya expansión se ha internacionalizado.
Las potencias europeas se ven asimismo enfrentadas a serios problemas migratorios y a la inflación, pero ahora también con la llegada del invierno, por la necesidad de gas y combustibles para gestionar esta temporada de frío.
Y respecto a la migración, no sería descabellado pensar que existe un plan para conspirar contra el mundo occidental invadiéndolo de indocumentados y presionando a través de organizaciones no gubernamentales y la manipulación de la opinión pública internacional, so pretexto de ayuda humanitaria para los millones que han sido obligados a desplazarse de sus lugares de origen huyendo de la guerra o de la dictadura, donde sólo les esperaba la muerte por hambre o debido a la violencia. Pero la pregunta más bien debería ir dirigida a los países de origen, ¿por qué son expulsores de su propia población? Y ¿quiénes financian a las organizaciones que tanto presionan a los países para obligarlos a recibir y mantener a tantos millones de indocumentados?
La mayoría, seguramente, víctimas inocentes, pero muchos, ya se ha visto, terroristas infiltrados para generar el caos; pero también, irónicamente, es un hecho, que poco a poco se ha logrado que la población no nativa, logre ser una mayoría y con el tiempo, incida no sólo en un cambio cultural, religioso e ideológico, sino que ocupe los más altos cargos en el gobierno. Ya se está dando. La cultura occidental tal vez esté en los albores de su extinción. Parece imposible, pero sólo hay que ver lo que está sucediendo en Europa.
Para Ucrania el panorama no es muy alentador y Rusia aprovecha la coyuntura para minar poco a poco la moral de los ucranianos, ya sea a través de ataques indiscriminados contra la población civil, luego de que prácticamente ha hecho añicos al país, pero también a través de la propaganda y peor aún, con medidas contundentes, ya no sólo de presión psicológica, sino obligando a los ciudadanos ucranianos con riesgo de su propia vida. ¿Derechos humanos? Brillan por su ausencia.
Y un problema adicional, Estados Unidos se queda sin presupuesto para apoyar a Ucrania: la directora de Presupuestos de la Casa Blanca, Shalanda Young acaba de informar al presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson y a otros líderes del Congreso, que Estados Unidos se está quedando sin tiempo y sin dinero para ayudar a Ucrania en la guerra con Rusia, aunque. Advirtió, esto significaría una alta probabilidad de que Rusia salga victoriosa. En octubre pasado el presidente Joe Biden pidió al Congreso 106,000 millones de dólares para financiar los planes para Ucrania, Israel y la seguridad de las fronteras estadounidenses, pero con una mayoría republicana, estos recursos han sido causa de controversia.
En esta carta, la funcionaria enfatizó que sin la acción del Congreso, a fines de año el gobierno se quedaría sin recursos para adquirir más armas y equipos para Ucrania y de las reservas militares de EEUU, por lo que el tiempo se ha agotado y no hay dinero para cubrir estas necesidades estratégicas. Y al parecer, las motivaciones políticas pesan más que los intereses de la nación. Este rasgo parece estar en el ADN de la clase política de todo el mundo conocido.
Y mientras continúa la guerra entre Israel y Hamás, pareciera que todo se ha confabulado para favorecer a Rusia y sus aliados, pues Estados Unidos y la UE se encuentran en varios frentes y con diversas crisis por resolver, lo cual mina su poderío y favorece también los intereses de Irán, muy involucrado en Medio Oriente, sin descuidar sus planes de expansión islámica no sólo en Europa, sino en América Latina y otras latitudes. La inculturación islámica e ideológica es asimismo una guerra silenciosa y muy efectiva que más temprano que tarde rendirá sus frutos y pareciera que los gobiernos lo pasan por alto, sólo Francia ha dado tímidas muestras de prevenirlo con la prohibición del uso del velo, en el 2010 la Asamblea Nacional de Francia aprobó en primera lectura una votación para prohibir el uso del velo islámico en cualquier espacio público, por lo que quien infrinja esta norma debe pagar multa y hasta podría ir a la cárcel, aunque es muy probable que esto último no haya sucedido, Europa se caracteriza por una gran tolerancia.
Pero la tolerancia no es característica de ninguna dictadura y menos de países socialistas o con gobiernos teocráticos. En los territorios ocupados por Rusia en Ucrania, el gobierno ruso mantiene una campaña de terror para obligar a los ucranianos a “convertirse” en rusos, ¿cómo? Si no adquieren la ciudadanía rusa se les niega la atención médica, los medicamentos, incluso a personas que para vivir la requieren, como los diabéticos o los enfermos de cáncer; se les obliga a relacionarse como rusos, con sus usos y costumbres, a hablar siempre en ruso; no se les proporcionan sus pensiones; les niegan la comida; en los puntos de control sólo es válido el pasaporte ruso, así que si no adquieren la nacionalidad, es imposible transitar e incluso son despojados de sus vehículos y hasta de sus propiedades si no se identifican como rusos; pero, además, los niños y jóvenes son obligados a estudiar en el sistema ruso, que está diseñado como una propaganda de lavado de cerebro, y lo peor y más desgarrador, si no aceptan este tipo de educación despojan a la gente de sus propios hijos, perdiendo todos sus derechos parentales,
En los libros escolares se adoctrina tergiversando la realidad de la invasión rusa, diciendo que Rusia lucha por su territorio y que Ucrania se ha apropiado de éste, incoherencias que dichas con regularidad, en un libro y afirmadas como verdades absolutas, con el tiempo llegan a parecer una verdad indiscutible. Desde los primeros días de la invasión rusa tomaron todos los medios locales de radio y televisión, y se adueñaron de toda la prensa para desde ahí difundir su propaganda y la población se ha quedado a expensas de este exterminio de su memoria ancestral, de su cultura y de su identidad. Aquí también la guerra no sólo es de exterminio de una nación, sino de la conciencia, de la historia y la memoria de un pueblo que lucha por su supervivencia.
Pero Ucrania no es la única nación en peligro de desaparecer.