FRANCISCO RODRÍGUEZ
Apenas fue el año pasado cuando el escribidor tuvo acceso a las cuentas particulares de los grandes y medianos “líderes” sindicales cetemistas de todos los ramos del comercio, la pequeña industria, la albañilería y la manufactura metropolitana. Debo dejar constancia de que fue gracias a un interventor fiscal. Y que el resultado me dejó estupefacto.
De los “líderes” cetemistas, quienes más dinero acumulan y guardan con secrecía en las cuentas del Banco Multiva, de Olegario Vázquez Raña, y Banorte, de Carlos Hank González, son los grandes “secretarios generales” de las centrales, e inmediatamente después de ellos, los dirigentes sindicales de los albañiles de esta sufrida Ciudad de México. Así como se oye.
La cuenta bancaria más chica, la del líder de la sección 17 de la Confederación de Trabajadores de México, sumaba la cantidad de alrededor de mil millones de pesos. Las más grandes acumulaban cifras de varios ceros más. Lo mismo sucedía en el caso de los “líderes” de taxistas y vivienderos. Una Cueva de Alí Baba.
Si se revisaban los depósitos secretos de los líderes de las centrales obreras nacionales nos iríamos de espaldas. Pero en aquella ocasión, la tarde ya arreciaba sobre la avenida de los Insurgentes, sede de uno de los corporativos bancarios, y todos tan campantes. El interventor fiscal, destinado a hacerse de la vista gorda ante el SAT, no ocultaba su desencanto.
Todos llegaron a la conclusión de que una severa revisión hacendaria a las cuentas obreras de Multiva y Banorte arrojaba el dinero y las multas suficientes para agrandar el presupuesto nacional por lo menos en la quinta parte, solucionando de paso todos los problemas que impusiera la mayor de las políticas sociales del régimen, de cualquier régimen.
Sacaron hacia España muchos billones de pesos
Algunos “líderes”, los más socorridos por las empresas, se aliaron con los grandes capitales a los que han servido y ante la proximidad del cambio de gobierno de Enrique Peña Nieto a Andrés Manuel López Obrador decidieron correr juntos la aventura de invertir en la hostelería y las inmobiliarias españolas desde mediados del año pasado. El miedo a la requisa era abrumador.
Se sabe que las inversiones de los grandes capitales, apoyados por devoluciones de impuestos sobre la renta e IVA, más los depósitos de los cuentachiles “líderes” obreros en España, ascienden a la cantidad de medio billón de dólares, es decir muchos billones de pesos. Ellos creen que así están a salvo de cualquier fisgón hacendario.
Aún así, no se descarta la posibilidad de que el nuevo gobierno, desesperado por encontrar flujos de dinero que por ningún lado aparecen, se decida por fin a echarle el guante a esos fondos multimillonarios en dólares que las grandes empresas del “abarrote” cuentan en sus activos.
¿El precio a pagar por conservar la estabilidad?
La de los Vázquez Raña es la central bancaria que guarda celosamente los secretos financieros de los líderes mexicanos de cuarto talón. Y entre todos, sumaban ahorros por cientos de miles de millones de pesos, al amparo del gobierno, los bolseros, los empleados bancarios… y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público de Luis Videgaray y sus contlapaches José Antonio Meade y José Antonio González.
Entrevisté a algunas figuras y hasta a figurines del aparato financiero y se limitaban a contestar que ése era el precio que el sistema tenía que pagar por conservar la estabilidad.(?) y por más que se atacaba ese fundamento débil y manido, ellos creían traer la lámpara de Diógenes a la mano.
¿El costo de mantener la estabilidad era socavar la estabilidad? ¿Quién puede hablar que concede la estabilidad a un régimen que debe gobernar a más de cien millones de mexicanos desesperados, desempleados y hambrientos? Los “líderes” obreros se ufanaban de mantener e cotarro quieto, y tan tán.
Multiva y Banorte, créditos impagables a los estados
Lo anterior sin contar que Olegario Vázquez Raña y ahora el nieto Carlos Hank González han sido puentes financieros de los gobernadores endeudados para conseguirles fondos impagables, absorbidos cómo deuda pública por las Legislaturas locales y hasta por el H. Congreso de la Unión. Hasta hoy, un poco más del billón de pesos. Cualquier análisis de la cuenta pública arroja la cantidad.
Imagínese usted las cantidades de cuentas depositadas en otros bancos dizque nacionales por parte de los miembros del sistema del salinismo – atracomulquismo en el poder. Sería una tarea para Sísifo. Casi es imposible saberlo, dada la conexión de espejos financieros que desde siempre se mueven alrededor de ellas.
Esto que hoy le platico sucedió a finales del sexenio peñista. Los capitostes como locos, por fuera se esmeraban por empinarse al Presidente entrante. Por dentro y por abajo, socavaban las bases financieras del sistema. El boom de los paraísos fiscales, el agosto de Pedro Aspe Armella y Carlos Salinas de Gortari.
Negocios petroleros, favoritos de “la mafia del poder”
Ahora, a la luz de ese sucedido, cualquiera alcanza a imaginarse la cantidad de banqueros, legisladores empresarios, ministros, gobernadores, titulares de despachos, “líderes” obreros , presidentes de la República y demás fauna nociva que están implicados en los negocios petroleros del hijo postizo de Agualeguas y de su comodoro, el traidor petrolero Carlos Romero Deschamps.
Sabiendo que Pemex fue siempre el negocio favorito de los achichincles del poder y de los prestanombres de los capitales texanos y neoyorquinos, imagínese usted la madeja de intereses que se ha tendido desde hace cuarenta años que llegaron los aprendices de tecnócratas del salinismo.
No sólo los bancos extranjeros acreditados en México, sino la Bolsa de Valores, los paraísos fiscales, los procedimientos de transferencias de dinero sucio, están involucrados en este peligroso juego de asociación delictuosa, lavado de dinero y traición a los bienes superiores de la Nación.
No actuar contra los traidores merece castigo por complicidad
Y aunque esto fuera mentira, nadie alcanza a comprender por qué el Estado se declara ineficiente o demasiado débil en la práctica para echarle el guante a estos sinvergüenzas que han ofendido a la Nación. Por qué el Estado no es suficiente para refundir en las bartolinas a eros miserables. Sólo una persona lo sabe a ciencia cierta.
Y esa persona que lo sabe es el Titular del Poder Ejecutivo de los Estados Unidos Mexicanos. Lo que a lo mejor nadie le ha dicho es que no actuar contra los traidores a la patria merece el castigo que cargan sobre sus espaldas los cómplices. Nuevamente, en estos casos, el que perdona, pierde.
El que se equivoca no. Quien manda se puede equivocar, y volver a mandar. El que con mando se equivoca no pierde jamás.
El único que pierde es aquél que jamás se arriesga.
Lo único que puede desmentir este aserto es que el Presidente esté convencido de que, si no actúa, defiende la estabilidad del país, protege los intereses superiores de la Nación, aboga por los más débiles, mantiene la fortaleza de la patria.
¿El Presidente sabe por qué no actúa?
¿Usted qué cree?
Índice Flamígero: De acuerdo al colega Arturo Rodríguez García, “el banquero de Atlacomulco Carlos Hank Rhon y su hijo del mismo nombre (en realidad Carlos Hank González, como su abuelo) son los principales acreedores de la deuda subnacional –de estados y municipios– que según estimaciones conservadoras asciende a 61 mil millones de pesos, pero puede ser mucho mayor si se considera que sólo Coahuila le debe al Banco Interacciones y a Banorte –que ellos presiden– 31 mil millones. A finales de 2014, el semanario Proceso presentó dos solicitudes de información sobre los contratos suscritos para conocer el monto de esa deuda, pero las instancias requeridas se perdieron en argucias procedimentales. Ahora, el caso está en manos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.” + + + Los Olegarios, padre e hijo, también tienen uno de sus mayores y mejores negocios en el endeudamiento de los gobiernos estatales. En Chihuahua, por ejemplo, reportan que la deuda pública del estado a finales del año pasado registró un monto de más de 57 mil millones de pesos… El adeudo está constituido por los créditos a corto y largo plazo que el gobierno estatal ha adquirido —y que aún no ha liquidado— con Banobras, HSBC, BBVA Bancomer, Bansi, Santander y Multiva.
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