Fuera de todo
Denise Díaz Ricárdez
La violencia no siempre grita. A veces se esconde entre burlas, indiferencia y justificaciones.
Eso es lo que está ocurriendo con el caso de Yerimua, una joven cantante e influencer que ha sido amenazada, acosada y violentada, sin que parezca haber una respuesta seria, clara o humana por parte de quienes deberían protegerla.
Lo que enfrenta Yerimua no es solo una situación aislada: es el reflejo de un país que sigue sin saber (o sin querer) cómo reaccionar ante la violencia de género.
Lo más preocupante no es solo que ella haya sido víctima de amenazas. Lo verdaderamente alarmante es la frialdad con la que el tema ha sido tratado en algunos sectores: como un chisme, como un escándalo más, como si el peligro que corre no fuera real. ¿Cómo es posible que una joven tenga que rogar por atención mientras su integridad está en juego?
El caso de Yerimua pone sobre la mesa un problema profundo: la falta de sensibilidad y de acción ante la violencia contra las mujeres.
Mientras muchas voces en redes se burlan, minimizan o desacreditan lo que vive, la realidad es clara: hay una joven en riesgo, y no está sola. Como ella, miles más enfrentan el mismo silencio, el mismo desprecio social y la misma sensación de estar solas en su lucha.
México está lleno de comunidades como Yerimua: lugares con riqueza cultural, jóvenes con sueños, pero también con miedo. El miedo de no saber si podrán alzar la voz sin ser calladas, sin ser ridiculizadas, sin ser violentadas. Y mientras tanto, se sigue actuando sin estrategias claras, sin empatía y, sobre todo, sin compromiso real.
La violencia de género no se combate solo con discursos bonitos cada 8 de marzo.
Se combate con leyes firmes, educación desde la infancia, justicia efectiva y, sobre todo, con una sociedad que se niegue a mirar hacia otro lado.
El caso de Yerimua debe ser un parteaguas, no una anécdota viral. No podemos permitir que otra mujer más sea víctima del abandono, de la burla o de la impunidad. No por lo que representa, si guste o no su contenido. El caso de una influencer (como ha ocurrido con otras) violentada, acosada con muchos reflectores y completamente descobijada, llena de angustia.
Qué ocurrirá me cuestiono con aquellas que no tienen miles de seguidores, las que no las sigue en plataformas digitales, las que callan la violencia ejercida en el anonimato.
Cada vez que una mujer es amenazada y el país guarda silencio, retrocedemos. Pero cada vez que una mujer alza la voz y es escuchada, todas avanzamos.