- Hoy Ejército y Marina duplicaron presupuesto y controlan obras y empresas
Miguel A. Rocha Valencia
Obras con costo cercano al billón de pesos donde se han registrado diversos actos de corrupción especialmente en la asignación de contratos y en la recepción de subsidios son las que construye y administra la secretaría de la Defensa Nacional donde además se le incorporó un cuerpo armado disfrazado de policía que implica cerca de 130 mil efectivos con todo y presupuesto.
A ello se suma la discrecionalidad de “vigilar” las calles y perseguir a delincuentes comunes y manejar un gasto superior a los 225 mil millones de pesos efectivos, más lo que “entre” de la administración de las obras encomendadas incluyendo aeropuertos, trenes y sus respectivos subsidios.
Más que volver a los cuarteles, las fuerzas armadas recibieron más “responsabilidades” en cerca de 225 funciones que “antes” estaban en manos de instituciones “civiles” incluyendo la administración de trenes, aduanas, aeropuertos y vigilancia de instalaciones de seguridad o transportación de combustibles, todo bajo la premisa de eliminar corrupción, ahorrar y mejorar los servicios, objetivos que en la mayoría de los casos no se alcanzaron.
Tan es así que hoy, por ejemplo, en las aduanas a cargo de Marina, hay una mayor corrupción; entra más mercancía, pero se reportan menos ingresos fiscales, independientemente de que por ahí se entramó todo el tema del fraude fiscal con hidrocarburos.
Lo de los contratos otorgados a empresas fantasma o incapaces de cumplir con los mismos, ya está muy detallado y los asignó directamente la secretaría de la Defensa sobre todo en el AIFA que al realizarse sobre las rodillas con la única intención de hacer inocua la construcción del NAIM, sigue siendo resumidero de recursos sin que en algún momento sea viable financieramente.
Estas instalaciones al igual que el Tren Maya, son construidos bajo supervisión del mismo Ejército y en caso de obtener alguna utilidad, será absorbida por las fuerzas armadas que las administran o “engordar” el fondo de pensiones de los militares.
El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles no alcanza nivel de equilibrio no obstante que por decreto se obligó a la carga aérea a mudarse para allá, pero aún con ello, los pasajeros no acuden y sigue cayendo a demanda a pesar de la cercanía del Mundial de Fútbol. Eso además de causar el conflicto con el gobierno estadunidense por violar un tratado de 2015.
Los números reflejan que, a septiembre, antes de la protesta de Estados Unidos, el flujo de pasajeros disminuyó cinco por ciento en relación a hace un año; el de Tulum refleja el mismo fenómeno y la empresa Mexicana sigue vacía. En cambio, el AICM transportó a 3.5 millones de pasajeros frente a los 547 mil del AIFA.
Igual sucede con el tren militar llamado Maya el cual, más allá de los graves daños a la ecología causados con cerca de ocho millones de árboles y cientos de hectáreas de arbustos exterminados, resulta extremadamente caro, poco atractivo y mal hecho. Nos sigue costando pues no lo terminan y todas las instalaciones incluyendo los complejos turísticos de hotelería, son para beneficio de los soldados. Se les siguen inyectando recursos fiscales hasta por 30 mil millones de pesos.
El transístmico es otro resumidero en manos militares, pero el fondo es que ni la corrupción y menos aún la percepción de inseguridad mejora, ya que hoy se reportan menos asesinatos, pero aumentan las desapariciones y otros delitos “que atentan contra la vida de las personas” donde los homicidios dolosos se maquillan o no se suman a la necrología diaria.
Por ejemplo, no se han reportado a casi una semana, los 13 delincuentes abatidos por fuerzas federales en un bajo puente de Sinaloa durante una emboscada, como tampoco los de varias masacres.
Afirman que no se militarizará al país, pero cerca de 250 mil soldados y guardias civiles (baja mando de un general) están destacados a tareas de seguridad, pero los asesinatos siguen y los presuntos delincuentes son capaces de acercarse y acosar a la misma presidenta o acribillar a políticos con “seguridad perimetral” de elementos federales.
Esto es que hoy como nunca en la historia de México, hay soldados efectivos y disfrazados de “guardias civiles” en las calles o a cargo de instalaciones, instituciones y obras en tareas de vigilancia, prevención del delito o administración mientras los cuarteles están más vacíos. Pero claro eso no es militarizar al país.




